El descubrimiento granadino que ayudará a mejorar los tratamientos contra el cáncer

Investigadores revelan el comportamiento de una molécula clave en el desarrollo de nuevas estrategias en inmunoterapia, el método más personalizado para combatir la enfermedad

 

Un avance que permitirá ayudar a combatir mejor a ese terrorífico gigante llamado cáncer. Investigadores del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra de Granada han descubierto cómo se generan las células gamma-delta, fundamentales en nuevos y prometedores tratamientos de inmunoterapia, es decir, los más eficaces contra esta enfermedad. Para ellos es solo un «granito de arena». Para la sociedad, un logro.

Pero, ¿qué es la inmunoterapia? Se trata de un método que utiliza el propio sistema inmunitario para combatir el cáncer, y cuenta con dos vertientes. Por una parte, se pueden modificar dichas defensas naturales del sistema para que participen en atacar a las células cancerosas de una forma muy específica. Por otro, se pueden fabricar sustancias en el laboratorio que ayuden al sistema a atacar a esas células cancerosas. «Te extraen tus propias células de sangre, se aíslan los linfocitos T, se modifican para que sean capaces de reconocer el tumor que tienes y te las vuelven a introducir. Se necesitan varias semanas y es extremadamente caro», explica Cristina Hernández López de Munain, natural de Madrid, investigadora principal de un estudio que se ha prolongado durante más de cinco años. El otro autor principal es Alonso Rodríguez Caparrós, investigador postdoctoral, natural de Almería.

«Es muy gratificante ayudar en algo con tanta repercusión como el cáncer» Alonso Rodríguez- investigador

Las células

Tal y como explican, existen dos tipos de Linfocitos T en nuestro sistema inmunitario: las células alfa-beta -la mayoría, representan el 90-99%- y las gamma-delta -representan del 1 al 10%-. Ambas son identificadas por receptores, es decir, moléculas de superficie encargadas de reconocer sustancias extrañas como patógenos, infecciones o células cancerosas, por ejemplo.

Los tratamientos de inmunoterapia actuales están basados en las células alfa-beta, pero estas presentan una complicación por la forma que tienen de reconocer sustancias extrañas. «Lo hacen en el contexto de la propia persona. Es decir, no puedes usar células alfa-beta tuyas para tratar a otras personas. Sin embargo, las células gamma-delta no funcionan igual, ya que reconocen las sustancias extrañas de forma universal. Unas células de este tipo tuyas pueden servir para curar a otra persona tras modificarse. Tienen características capaces de destruir esas células cancerígenas, por eso son potencialmente tan importantes», recalca la investigadora principal. Estas son las células que han centrado su estudio.

Alonso Rodríguez Caparrós, investigador del estudio. / Ramón L. Pérez

Ya hay ensayos de tratamientos contra el cáncer que incluyen las células gamma-delta. La aportación del instituto granadino sobre su origen y comportamiento ayudará a mejorarlos de cara al futuro. «Son muy prometedores para la leucemia y otros tipos de cáncer. Puedes tener toda una batería de células gamma-delta contra determinados tipos de cáncer y aplicar las adecuadas», resalta Cristina, que se muestra muy optimista con el desarrollo de estos tratamientos. «Hay mucha gente trabajando en estos campos y no cabe duda de que se van a encontrar nuevos tratamientos efectivos y mejores. Va muy rápido», añade la madrileña.

La molécula clave

Las células alfa-beta tienen un receptor formado por una cadena alfa y una cadena beta; y las gamma-delta tienen un receptor formado por la cadena gamma y delta. En el Instituto López-Neyra analizan los dos tipos, pero en este caso se han centrado en las gamma-delta.

La clave del análisis es la denominada molécula interleuquina-7 (IL-7). Ya se conocía que era relevante para la expresión de la cadena gamma, pero ahora han demostrado «que también es crucial para la expresión de la cadena delta». «Hemos estudiado cómo se regula la expresión de esas cadenas. La principal conclusión es que las dos cadenas son necesarias para dar lugar a la identidad celular, es decir, tanto la cadena gamma como la delta necesitan de esta señalización para existir», explica Cristina Hernández. En el proyecto ha colaborado también la Universidad de Kioto, que contaba con unos modelos de ratón que ellos necesitaban.

Desde el laboratorio situado en el entorno del Parque Tecnológico de la Salud seguirán contribuyendo a la ciencia. Alonso describe a la perfección cómo se sienten ambos tras publicar este estudio. «Es muy gratificante ayudar en algo con tanta repercusión como el cáncer», concluye con una sonrisa de oreja a oreja. No es para menos.

LAURA VELASCO

Participantes en el estudio. Cristina, al fondo en el centro, situada al lado de Alonso. / Ramón L. Pérez

 
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