Carta de un pensionista a Mariano Rajoy
Sr. Presidente en funciones:El objeto de la presente es intentar comenzar el año 2016 colaborando con ustedes, que bien lo necesitan. Mire usted, el hecho de que hayan aprobado unos presupuestos para este año, a pesar de haber celebrado elecciones el año pasado, ya fue criticado suficientemente, pero ahora se comienza a ver la verdadera razón.
Y está claro que su pretensión era dejar atado y bien atado para 2016, su política de sufrimiento, recortes y agravios para los más vulnerables, a sabiendas de la imposibilidad de hacerse de nuevo con su apisonadora parlamentaria.
Así, la primera medida de carácter general que se ha conocido ha sido el mísero aumento del salario mínimo y el infinitésimo incremento de las pensiones. Y todo ello, además, vaciando la caja de las pensiones de forma acelerada.
Ya sé, Sr. Rajoy, que usted tiene que salvar a los suyos a costa de la mayoría, pero reconozco que sigue sorprendiéndome cómo le siguen votando, incluso gente a la que tanto daño ha hecho.
De cualquier forma, lo anterior parece no tener remedio, ya que está colaborando con los bancos en promocionar los fondos de pensiones, le sugiero que al menos no se ría más de nosotros, los jubilados.
Ustedes, ya lo veo en los medios de comunicación, presumen sin cesar de que suben las pensiones, y es ahí donde deberían dejarse de pamplinas y no tomar el pelo al personal. Sé que están a punto de enviar una carta a todos los pensionistas para informarles de lo maravilloso que es su partido y su gobierno, capaz de aumentar tres euros de media, a los pensionistas ¡un capital! (suficiente para poder pagar el copago de un medicamento más).
Hágame caso no nos tomen el pelo, somos mayores, viejos, muchos con problemas de salud, con carencias físicas, pero no somos gilipollas. No nos vacile. No gaste el dinero del contribuyente (nosotros también somos contribuyentes) enviando cartas que son propaganda y que esconden la realidad:
Que ustedes se han subido un 1% el sueldo (sueldo medio de un miembro del gobierno 80.000 euros al año), 800 euros, y a nosotros, los pensionistas, un 0,25% (la pensión contributiva media es de 14.000 euros/año), 35 euros. O que las pensiones de los directivos, también de los bancos rescatados, son multimillonarias.
Así es que olvídense de esa carta en la que nos dirán que son salvadores de los pensionistas, cuando nos están hundiendo en la miseria. No sólo nos humillan sino que además se creen que somos imbéciles. Ya que han decidido que este colectivo vaya cada vez más en picado –olvidando que ha sido uno de los pilares que ha ayudado a sobrevivir, con su ayuda a hijos y nietos, en esta crisis que ustedes han acelerado–, les rogaría un mínimo de respeto.
Sería descortés por mi parte decirles que se metan la carta por donde les quepa, así es que prefiero advertirles de antemano que la eviten, y con ese dinero que se pueden ahorrar podrían usted y su ministra Báñez mandar velas a la virgen de Fátima o gastárselo en sobres genoveses, y que les aproveche. Por lo demás, no me queda nada más que desearle –aunque ya se han blindado ante el futuro— que tengan ustedes una vejez similar a la que están condenando a millones de personas –de las que se descojonan sin rubor–, a un futuro incierto y de miseria.
Nada más, sólo anhelo que no vuelva a presidir un gobierno que ha expulsado a los jóvenes al paro o al extranjero, que ha devaluado enormemente el salario de los trabajadores, que ha dejado un futuro oscuro para los pensionistas, que ha recortado no sólo cuestiones económicas sino derechos de primer orden y que ha llevado los niveles de desigualdad a un punto insuperable. Todo ello apoyado en un partido donde la corrupción ha campado por sus lares, y donde usted ha sido un indigno representante que ha mentido e invertido la realidad con el fin de someterse a otros poderes, bien nacionales (Ibex-35) o internacionales (La Troika, lobbies empresariales).
Ojalá que unas prontas elecciones le pongan a usted en su sitio: fuera de la política.
Que los dioses le confundan, Salud y República
Rafael García Almazán
Fuente: Kabila