El cuadro de Genovés, que dominó la iconografía de los setenta, llega al Congreso
El Abrazo de Genovés convive desde el mediodía de este jueves en el Congreso de los Diputados con retratos de los reyes eméritos y de los nuevos reyes, así como con bustos de los presidentes republicanos Manuel Azaña y Niceto Alcalá Zamora y de la legendaria activista Clara Campoamor. En la misma sala, en la última ampliación del palacio del pueblo, hay cuadros de Luis Gordillo y Rafael Canogar, colegas del pintor valenciano.
En medio de este salón de los pasos perdidos, donde se celebró la entrega del cuadro, Juan Genovés asistió feliz al acontecimiento, que estuvo repleto de autoridades y representantes, entre otros, de Izquierda Unida y de Comisiones Obreras, que fueron los más interesados en que el cuadro, que fue comisionado por la Junta Democrática que organizó a las fuerzas progresistas al final de franquismo, estuviera precisamente aquí. Para Genovés aquel cuadro marcó un tiempo de ilusión en la España que aguardaba el cambio, “pero ya no hay tanta alegría, ya no se ve tanto entusiasmo”.
Genovés (Valencia, 1930) fue en aquellos años un activista político, un artista comprometido que sufrió persecución y que trabajó “con multitudes” por el fin del franquismo. En 1976 pintó este cuadro, El Abrazo, para significar la ilusión de cambio que se vivía entonces; fue adoptado en seguida como un póster que representó la época, fue emblema “de muchísimos españoles” que convivieron con él en las paredes y fue el revulsivo de numerosas marchas en favor de la amnistía política que entonces dominaba las manifestaciones.
El cuadro fue vendido por su galería, Marlborough, a un coleccionista norteamericano, así que se perdió en el patrimonio privado. Entonces, Felipe Garín, que estaba en el Congreso, entre los que hicieron posible este viaje de El Abrazo al Congreso, lo reclamó al director internacional de la galería, Pierre Levais. Garín, valenciano como Juan, llevaba consigo ayer como un tesoro documental la carta que le envió Levais. De acuerdo, le decía el 25 de noviembre de 1978, Levais: El Abrazo saldrá de la colección privada y podrá ser adquirido por el Estado español. “Entonces”, decía Garín ante el cuadro ya constituido en parte del Congreso, “eran posibles estas cosas: a uno se le ocurría una idea, el ministro [Pío Cabanillas, de UCD] la juzgaba acertada y salía adelante la iniciativa”. Garín era en aquel momento subdirector general de Museos.
El cuadro vivía luego en almacenes distintos, desde el Museo de Arte Moderno, para el que fue adquirido, al Museo de Arte Reina Sofía, del que ahora proviene en calidad de préstamo al Congreso. Al pintor le gustaría que el préstamo fuera permanente, “pues el cuadro no es del Museo, sino de todos los españoles”. El ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, que estaba en este acto de devolución de El Abrazo a la soberanía nacional, le dijo a Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía: “No te preocupes, Manuel, el cuadro es del Reina, pero aquí estará estupendamente”. Fue, por decirlo, otra forma de abrazo institucional que deja en paz, “y en buenas manos”, el cuadro más emblemático de la época y de Juan Genovés.
En esta restitución institucional del famoso cuadro popular han tenido que ver distintas instituciones: Izquierda Unida, que desde 2003 lo propuso como metáfora de la Transición (“y de la Resistencia antifranquista”, dice el pintor) del Congreso, Comisiones Obreras, el propio Congreso de los Diputados… Las gestiones para que este cuadro, famoso por su repercusión y por su historia, estuviera en alguna dependencia del palacio de la soberanía popular se aceleraron en 2003, pero hasta ahora la burocracia nacional no había sido capaz de cumplir el deseo de las entidades que persiguieron este fin y del autor, que ayer respiraba feliz.
Ante el cuadro, sin embargo, nos dijo Genovés: “Fue otro tiempo. Siempre es tiempo de los abrazos, sin duda, pero no me parece que ahora la gente esté tanto por abrazarse”.