La frecuencia del desabastecimiento de algunos productos farmacéuticos exige actuar tanto en la producción como en la distribución

La coincidencia de la gripe, la covid y una oleada de infecciones de origen vírico está generando un invierno que ha puesto a prueba la capacidad de la industria farmacéutica para garantizar el abastecimiento de medicamentos. El problema no es nuevo: los fallos continuados en el suministro de determinados medicamentos sucedieron ya en 2018, y fueron a más en 2019. Aunque con incidencias periódicas, se subsanaron en parte en los años posteriores, pero en los últimos meses han reaparecido de nuevo como un factor de distorsión preocupante. Los datos que ofrece el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos indican que durante 2022 hasta 402 presentaciones de fármacos han tenido incidencias de suministro. La mayoría de ellas pueden ser sustituidas por otras con el mismo principio activo, pero muchas no, y eso crea problemas de seguridad. Que se haya tenido que fraccionar las presentaciones para adultos de un antibiótico de uso tan extendido como la amoxicilina para poder atender las necesidades infantiles es una anomalía que no debe repetirse. La continuidad de los tratamientos es un elemento esencial para alcanzar los objetivos terapéuticos.

Las causas del desabastecimiento son múltiples, de ahí que el problema resurja con regularidad casi previsible y cueste estabilizar la producción. En algunos casos se debe a la falta de materias primas para la fabricación de los principios activos. También se ha señalado la escasa capacidad de producción en Europa y la dependencia de suministros procedentes de China y otros países asiáticos. En el caso de España, los fabricantes de determinados fármacos de alta prescripción priorizan la exportación a mercados en los que pueden obtener precios más altos. Al ser una prestación del sistema público de salud, los medicamentos tienen el precio final intervenido. En contrapartida, los fabricantes pueden contar con una demanda y una financiación estables. Pero el precio de los medicamentos en España se encuentra entre los más bajos de la UE, de modo que la tentación de desviar una parte de la producción comprometida hacia otros mercados más lucrativos está siempre ahí. En el primer semestre de 2022 se produjeron 66 incidentes mayores, en los que estaban involucrados medicamentos de imposible o difícil sustitución, lo que motivó que la Agencia Española del Medicamento abriera expediente sancionador contra varios laboratorios por incumplir de forma injustificada su obligación legal de garantizar el suministro.

De persistir el problema debería valorarse la posibilidad de una mayor penalización por desatender la demanda. La seguridad en el abastecimiento es un requisito esencial. Se trata de un problema europeo, y como tal debe abordarse. Hay que identificar en qué punto de la cadena se producen las distorsiones y adoptar medidas conjuntas para garantizar la seguridad en la producción y en la distribución de medicamentos.

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