Bar Aliatar de Granada, tres generaciones entre bocadillos
Durante más de 75 años este bar se ha convertido en una cita obligatoria para granadinos y los que visitan la ciudad. El perrito, el de habas con jamón y el de alcachofas, los más demandados
- Yul Brynner o Henrio Fonda, actores que no se resistieron a su carta
Hay bares en Granada que llevan toda una vida sirviendo a los ciudadanos sus mejores especialidades, haciendo que sean reconocidos por muchos de los habitantes que deciden acudir en algún momento del día en busca de ese bocado que los caracteriza. Y si ese plato es un bocadillo es inevitable pensar en los que se preparan en el Bar Aliatar.
La historia comienza con Don Salvador Peña Palacios, transportista procedente de Alhama de Granada al que un día decidió trasladarse a la capital de Granada junto a su familia. Aquí, en 1942, decidió abrir una pequeña taberna frente a la Iglesia de San Antón, en lo que hoy es la calle Recogidas.
Ya en 1947 dejó ese local y abrió lo que a día de hoy se conoce como Bar Aliatar. Comenzó con pequeñas tapas, bocadillos y desayunos. En esta época implantó tres tamaños de bocadillos: pequeño, mediano y grande, aunque finalmente el pequeño acabó descartándose. Así el local se fue sofisticando con el paso de los años y eliminó elaboraciones hasta que se quedaron con solamente los bocadillos. Con la llegada de la remodelación de la calle Recogidas en 1957, se trasladaron a otro local. Finalmente se reubicarían en el que siguen ocupando hoy día, en la calle San Sebastián, un pequeño callejón que se encuentra entre la Plaza del Carmen y la Plaza Bib-Rambla.
Este negocio ha ido pasando de generación en generación. Desde su fundación han sido tres las generaciones que han trabajado y llevado este tradicional local. «Mi padre, Francisco Peña, se quedó con el local después de fallecer mi abuelo Salvador. Durante años estuvo él con su hermano Salvador. Al fallecer mi padre, mi madre Paquita se quedó con la dirección del negocio. Es un negocio familiar que siempre hemos intentado mantener. Hoy ya está mi sobrino, que es el bisnieto del fundador«.
Durante todo este tiempo se ha ido reformando tanto el local como la carta de bocadillos, adaptándose a las tendencias visuales y gastronómicas más actuales, pero manteniendo siempre la esencia que les caracteriza. David Peña, actual propietario, mientras la plancha no para de sonar, destaca que «la carta de bocadillos era enorme. Tenemos expuesto una carta antigua con algunos bocadillos que son bastantes raros, como el de huevo hilado o de caviar; bueno caviar como el que se entendía antes, que eran huevas de todo tipo. Estos fueron desapareciendo ya que la gente casi siempre se decantaba por unos pocos. Los más representativos siempre han sido el perrito, el de habas con jamón y el de alcachofas».
No fue hasta finales de los 80 cuando se instaló la plancha, que hoy sirve para hacer muchos de los bocadillos más demandados. Los San Franciscos, uno de los bocadillos granadinos por excelencia, o la última incorporación como es el Montijano, compuesto por lomo de cerdo, beicón y pimiento verde, se realizan gracias al citado artilugio.
Durante el 75 aniversario del bar realizaron un concurso en el que todo el que quisiera podía crear un bocadillo y presentarlo. Al ganador se le dio un premio y su bocadillo se incluyó en la carta. Finalmente acabó vencedor, tras dos semifinales, realizadas en los bares de San Antón y Caleta, y la final en el local más clásico, la propuesta que presentó el restaurante El Gallo de Nívar. Así se incluyó el Nivero, compuesto de chorizo desmigado y queso brie.
«El Cavián es un bocadillo que le gusta mucho a la gente mayor, que lleva sobrasada, foie gras y anchoas. Es bastante contundente. También el Madrid o el Parisien son muy demandados por la clientela de mayor edad. Supongo que es por el sabor algo más salado como el de las anchoas, que es algo que se consumía mucho antiguamente pero que ahora no es muy demandado», expone Peña.
En 2011 abrieron un segundo local, en la calle San Antón. Ante el gran éxito del nuevo espacio, hace poco más se amplió la ‘familia’ y se creó un tercer local, en esta ocasiñó en la zona de Caleta. «De momento es suficiente con los que tenemos ahora», comenta el actual propietario, que apostilla: «Esta expansión era algo normal. Mucha gente conoce este bar».
Y es que el Bar Aliatar es tan conocido que gente famosa que visita Granada tiene una parada obligatoria en él para degustar alguno de sus bocadillos. «Sobre todo hubo muchos actores en la época de rodajes en Almería con los Western. Personalidades de la talla de Yul Briner pasasaron por el bar para tomar algo. Incluso llegó a regalar una flecha de un rodaje a uno de los camareros. Ojalá la conserváramos hoy día», subraya David Peña con cierta resignación.
«Henry Fonda también estuvo aquí. Era un personaje bastante extraño. Se sentaba en una esquina y se dedicaba a observar a la gente. No consumía nada. Se quedaba fascinado con el ambiente y viendo los jamones que había colgados. Y por supuesto, famosos y deportistas de élite nacionales, como Joaquín Sabina, Lola Flores, Butragueño o Fernando Romay, el cliente más alto que hemos tenido, también hicieron un hueco en su agenda para probar alguno de nuestros bocadillos».
Pero la fama también les ha servido para que el turismo los catalogue como un lugar al que ir a comer si se visita la ciudad de la Alhambra. «Un día notamos que una gran cantidad de chinos venían todas las semanas a comer aquí. Al final acabamos descubriendo que una famosa guía de viajes nos recomendaba como de los mejores lugares para comer en la ciudad. Por supuesto también vienen muchos turistas de otros países, lo que hace que al final se acabe juntando un grupo de personas muy variado, no solo granadinos», relata con orgullo el propietario del negocio.
Este lunes recibirán la Granada de Oro, galardón que entrega el Ayuntamiento de Granada (Teatro Isabel la Católica, 20:00 horas). «Cuando me enteré nos sorprendió mucho, no nos lo creíamos. La verdad que estamos muy contentos que nos den este reconocimiento. Es todo un orgullo poder tener un premio que a muy pocos se les concede. Intentaremos ir todos los familiares que podamos a recogerlo».
David Peña concluye hablando de la trayectoria de su familia desde su apertura: «Dicen que los negocios familiares duran como mucho dos generaciones. Al final las empresas acaban desapareciendo por algún motivo e incluso los propios familiares acaban peleados. Nosotros somos la excepción».
FOTO: Cristian Castro
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