«Si pasa en Granada lo mismo que en los terremotos de Turquía y Siria, no lo contamos»
Las medidas más cercanas al epicentro del sismo han registrado que la sacudida era dos veces la aceleración de la gravedad. Eso significa que cualquier persona va directamente al suelo
La Universidad de Granada investiga cuáles son los mejores materiales para aguantar los terremotos. «Si pasa en Granada lo mismo que en los terremotos de Turquía y Siria, no lo contamos». Así de directo es el profesor Leandro Morillas, departamento de Mecánica de Estructuras e Ingeniería Hidráulica de la Universidad de Granada (UGR), que investiga en la mesa sísmica en la Escuela de Caminos e imparte clases en la Escuela de Arquitectura. Dice que en las medidas más cercanas al epicentro del sismo han registrado que la sacudida era dos veces la aceleración de la gravedad. Eso significa, que cualquier persona va directamente al suelo.
A la pregunta de si Granada y su Área Metropolitana están sus edificios preparados, la respuesta es que la mitad de los inmuebles están «obsoletos» sísmicamente. Morillas hizo un estudio con datos del catastro.
El equipo del laboratorio de la mesa sísmica de la UGR ha trabajado, también, en el análisis de edificios históricos tras el enjambre sísmico de 2021 en Granada.
La mesa y las estructuras se mueven como si fuera el terremoto del Friuli (sentido en todo el norte de Italia en 1976) que ocasionó más de 900 muertos. Se experimenta con ese movimiento intenso del suelo en la planta menos tres de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Granada (UGR). Replica un seísmo de 6,4 grados en la escala de Richter. Es un ensayo, que nadie se asuste. El moderno edificio del campus de Fuentenueva sigue en pie.
Es un experimento destructivo, pero no hay desperfectos en este inmueble. Lo que los investigadores analizan es el comportamiento de los disipadores de energía. Si esos dispositivos de acero, concretamente, son capaces de resistir y limitar los daños de forma que la estructura del inmueble no se caiga y ocurra como ha ocurrido en los terremotos de Turquía y Siria, que se han cobrado miles de vidas.
Los investigadores trabajan en varias líneas de evaluación sismorresistente de estructuras existentes, dispositivos antisísmicos (disipadores de energía) y refuerzo de estructuras existentes y nuevas tipologías estructurales. «Construimos un fragmento de una estructura, le ponemos sensores, y aplicamos en la mesa el movimiento de un terremoto histórico a varias escalas. Esto sirve para comprobar y validar teorías, así como verificar el funcionamiento o los daños», detalla Morillas.
La investigación, a lo largo de los años, la han centrado en la construcción más común en España: pórticos de hormigón armado proyectados con distintas normativas españolas. Ensayan un fragmento de planta y media de un edificio prototipo. Estos pórticos los analizan con o sin disipadores de energía, que se han desarrollado en la UGR desde 2008, para verificar su funcionamiento. El profesor Amadeo Benavent, que está desde el inicio, es uno de los grandes especialistas en esta temática.
Los disipadores de energía son unos dispositivos que concentran el daño sísmico como fusibles. Los que se experimentan ahora combinan el acero «dulce», una aleación de Niquel-Titanio y gomas viscoelásticas. En el ensayo actual de la mesa sísmica de la Escuela de Caminos hay ocho disipadores.
Morillas tiene un proyecto de investigación sobre nuevas tipologías más sostenibles: estructuras de madera contralaminada CLT (paneles de madera en este caso de pino) en zonas sísmicas. Ya están en el laboratorio esas maderas laminadas, que en algunos círculos han bautizado como el hormigón del futuro. Está estudiando los herrajes metáli
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