¿Qué podemos hacer para que las niñas no pierdan la confianza en sí mismas?
La aparición de estereotipos a edades tempranas puede condicionar fuertemente su futuro desarrollo
Hace ya unos años, tres prestigiosas universidades estadounidenses (Princeton, Nueva York e Illinois) llevaron a cabo un ambicioso estudio que concluyó que las niñas comienzan a subestimar su propio género tan pronto como a los 6 años. A partir de ese momento empiezan a considerar que los chicos son más inteligentes. Desde ahí, su autoestima sigue cayendo durante la infancia y adolescencia, afectando a sus aspiraciones profesionales y vitales. Esto se traduce, por ejemplo, en un menor interés por las carreras científicas e influye inevitablemente en todos los ámbitos de su vida.
Por supuesto, estas ideas no nacen de la nada. Los padres, los profesores, los medios o la cultura juegan un papel fundamental en su construcción. “Las niñas y los niños necesitan modelos, aprenden a través de ellos, y van a imitar lo que les pongamos delante. Lo interiorizan todo, porque están en el periodo de exploración: recogen lo que pueden para aprender y adaptarse al mundo”, explica Sara Muñoz, psicóloga en Socaire Psicología.
También la identidad de género se instituye, como los estereotipos, a una edad sorprendentemente temprana. Es un proceso complejo y multifactorial en el que intervienen los rasgos biológicos, las influencias sociales y los condicionantes del entorno. Los pediatras suelen coincidir en que alrededor de los 2 años, los niños empiezan a tomar conciencia sobre las diferencias físicas entre hombres y mujeres y antes de los 3, la mayoría ya se identifican como varones, mujeres o ninguna de esas dos opciones. Para los 4 años, la identidad de género ya está, por lo general, bastante establecida.
En esta etapa, niños y niñas aprenden los roles de género y empiezan a ser conscientes de lo que la sociedad espera de ellos. La distinción entre rosa y azul es metafórica y literal: tratar a los pequeños de forma distinta en función de su sexo de nacimiento es algo en lo que caen hasta los padres más concienciados. “De algún modo, en los niños se valora su valentía o inteligencia y de las niñas todavía se suele alabar el aspecto físico o su capacidad para los cuidados. Desde muy pequeñitas se nos manda el mensaje de que nosotras estamos para cuidar y ellos para ser cuidados”.
La importancia del lenguaje
¿Cómo evitar, pues, los prejuicios y hábitos sexistas y fomentar el pensamiento crítico en la infancia? “Desde los juguetes a la manera en la que nos dirigimos a ellas tiene importancia”, apunta Sara Muñoz. “Todas estas cosas que parecen pequeñitas mandan una serie de mensajes”. Para empezar, la psicóloga recomienda cuidar al máximo el lenguaje y lo que decimos. “Los comentarios tipo ‘qué guapa eres’ pueden tener la mejor de las intenciones, pero cada cosa es una gota más”. Elegir bien nuestras palabras y los adjetivos que usamos, especialmente cuando hablamos con los niños es crucial. “Los psicólogos siempre decimos que el lenguaje modifica el pensamiento. La manera en la que hablamos puede cambiar la forma en la que pensamos, nuestras creencias y nuestra forma de interactuar con los demás”. Por eso, Muñoz es una firme defensora del lenguaje inclusivo. “Puede parecernos una tontería, por ejemplo, utilizar la palabra ‘todos’ en femenino, porque ya sabemos que el genérico masculino incluye a ambos sexos, pero haciendo el lenguaje más inclusivo podemos, de alguna manera, generar un cambio en la conciencia”.
Cine y estereotipos de género
Es fundamental lo que los niños ven en casa y en su entorno, pero también lo que les llega a través de los libros, las series o las películas. En 2016, un equipo de psicólogos de la Universidad de Brigham Young (Estados Unidos) analizó, por ejemplo, cómo las Princesas Disney contribuían a implantar estereotipos de género en la mente de los niños. Su conclusión fue que las niñas que más veían o jugaban con las Princesas tenían más probabilidades de desarrollar comportamientos femeninos estereotipados. Es de agradecer, por tanto, el esfuerzo que ha hecho Disney en los últimos años por presentar otro tipo de heroínas más fuertes e independientes como Vaiana, Mirabel (Encanto) Elsa (Frozen) o Mérida (Brave).
Pero las películas infantiles no son, ni mucho menos, la única fuente de estereotipos para los niños. La publicidad también juega un papel importante en este sentido. Las pasadas Navidades entró en vigor una nueva regulación de la publicidad de juguetes que busca estos anuncios sean más igualitario. Y es, según un informe realizado por el Instituto de las Mujeres en 2020, el 56,3% de anuncios protagonizados por niñas y el 35,2 % de los protagonizados por niños recurrían a arquetipos de género y casi el 22% de los juguetes para niñas usaban el color rosa.
No se trata de repartir culpas, sino de tomar conciencia y de poner en marcha un cambio que sin duda empieza en casa, pero también debe ser social y cultural. El reto de desafiar los estereotipos y roles de género parece enorme, pero también lo es la posible recompensa: una generación de jóvenes libres de prejuicios e ideas limitantes.
Marina Segovia
https://www.mujeresaseguir.com/social/noticia/1176621048615/podemos-ninas-no-pierdan-confianza-mismas.1.html