¿Buscas piso? Claves para acertar desde la primera visita
Preparar la cita en la casa que te interesa evita que te despisten con trucos
Cuidado con el ‘efecto suflé’ cuando queremos comprar un piso e iniciamos la ronda de ver casas: muy a menudo nos venimos arriba, nos ‘enamoramos’ del lugar en dos minutos y, encima, en plena euforia, lo proclamamos a los cuatro vientos (error, error). Este subidón que nos nubla el raciocinio es algo buscado por el propietario de la vivienda (que la ha arreglado y retocado para causar buena impresión) y por el agente de la inmobiliaria –si lo hay–, que previamente habrá aconsejado a los dueños sobre qué hacer y qué decir para convencer a los posibles compradores. Algo que cada vez cuesta más: el pasado mes de enero, la compraventa de viviendas se situó en 44.569 transacciones, lo que supone una variación interanual del -7,54%, según los últimos datos publicados por el Consejo General del Notariado.
Según explica, si vamos a ver una vivienda debemos, ante todo, preparar la cita y no acudir a tontas y a locas (ya que la otra parte sí que se ha ‘preparado’). Sabe lo que dice: antes de dedicarse a asesorar a compradores ha formado parte del «otro bando» (durante años fue agente inmobiliario), así que conoce todos los entresijos de las visitas. Atención a estos consejos si te van a enseñar una casa.
4 es el número de veces que nos cambiamos de domicilio a lo largo de nuestra vida. Según un estudio realizado por el portal inmobiliario Pisos.com, el 75% de los españoles ya sabe lo que es lidiar con una mudanza.
Sin prisas
«Una vez alguien me dijo que pasaba más tiempo en el probador de Zara para ver si le quedaba bien una camisa que visitando un piso para comprar. Y eso me dio qué pensar», cuenta Garrido. A su juicio, el tiempo mínimo destinado a una visita para un piso de tamaño medio –entre 80 y 90 metros cuadrados– debería ser de «unos 20 o 30 minutos».
Nada de una sola visita
Una casa hay que verla a diferentes horas del día. «Es para apreciar los cambios de luz, pero también los cambios de ‘vida’ en el inmueble o en el vecindario. Igual entre semana no hay ruidos, pero los sábados hacen botellón en la plaza de abajo…», advierte. Según indica, «la realidad supera a la serie ‘Aquí no hay quien viva’». Cuenta un caso en el que los propietarios sólo dejaban ver el piso antes de las cinco de la tarde. Indagó en la comunidad y descubrió que era porque a esa hora el vecino de arriba empezaba a dar clases de piano a un montón de niños y se oía todo. «De hecho, era la razón por la que querían deshacerse de esa propiedad y marcharse», recuerda Garrido.
Apunta todo
«¡Papel y boli! ¡Es que nadie lleva! Es necesario apuntar cosas de la visita, todos los puntos fuertes y débiles de la casa. Nos da sentido crítico y nos servirá a la hora de hacer una oferta más tarde y no olvidar nada, ya que después de ver unas cuantas viviendas mezclas cosas», afirma.
De hecho, indica Gallardo, si hay posibilidad, deberíamos sacar fotos o vídeos del piso que visitamos, algo que será muy útil para valorar la casa luego, ya sin el subidón.
Atentos a ‘camuflajes’
Si han pintado hace poco la vivienda (cosa frecuente cuando sacas una casa al mercado porque la ‘rejuvenece’) hay que tener cuidado de que no haya sido para tapar grietas problemáticas o humedades que luego nos pueden dar disgustos. «Un ojo algo experto lo detecta», apunta. «Tampoco está de más mirar detrás de los muebles para comprobar estas mismas cosas… si se puede», añade.
Hacer ‘vaciado’ mental
El que va a ver un piso debe sustraerse de todos los adornos, buenos olores, decoración… y «dejar el piso vacío en su cabeza, como si se hubiese ‘caído’ todo lo de dentro, para atender a lo importante: la distribución, la luz y los espacios», aconseja Gallardo.
No dejarse ‘guiar’
«La gente de las inmobiliarias te guía: primero te enseñan lo más feo de forma rápida y dejan lo mejor para el final y la charla contigo en la parte bonita», explica la presidenta de AEPSI. Esto hay que saberlo para tomarnos nuestro tiempo en esas partes que nos muestran a la carrera.
Ni muy positivo, ni negativo
Si vamos a ver un piso en presencia de los propietarios, «nunca debemos mostrarnos ni muy halagadores con la casa (porque si hay negociación posterior esto va a influir en que suban los precios), pero tampoco hacer comentarios negativos sobre ella (‘esto está para tirar’, por ejemplo), ya que se pueden ofender y llegar enfadados a la negociación, algo que tampoco nos interesa si realmente queremos la casa», recalca la experta.
Cálculos sencillos para saber qué casa te puedes permitir (realmente)
«Culturalmente, los españoles solemos ver solo las bondades del ladrillo, que las tiene, no digo que no: por ejemplo, es una forma estupenda de ahorro a largo plazo, te protege contra la inflación y supone una ventaja clarísima de cara a la jubilación», indica Natalia de Santiago, experta en finanzas y autora de ‘Invierte con poco’ (editorial Planeta. «Pero también existen un montón de pegas que, en mi opinión, hay que mirar con lupa antes de lanzarse a firmar una hipoteca a diestro y siniestro», subraya. Para evitar meter la pata y acabar superados por la hipoteca, la experta nos aconseja hacer algunas comprobaciones. «¿Qué pasa si no has dado una entrada de al menos el 20%? Que corres mucho riesgo de que, a nada que cambie el mercado inmobiliario, te quedes con más hipoteca que casa», advierte muy seria. Y también alerta sobre algo que mucha gente no tiene en cuenta en sus cálculos a la hora de decidir si puede permitirse una casa o no: «Hay que comprobar siempre si tenemos ahorrado dinero suficiente para afrontar los gastos generados por la compra, que van del 10 al 15% del valor de la vivienda», apunta. Es decir, que para ir sin agobios, así de primeras, deberíamos tener el 35% de lo que cuesta la casa. Esto, en caso de que sea nuestra vivienda habitual: si se trata de una segunda vivienda, este colchón debería ser mayor, en torno al 70%. Y ojo si pensamos pagar la casa con la jubilación: con lo que nos queda al jubilarnos –en el caso de un trabajador medio, suele ser en torno al 72% del sueldo–, si tenemos que pagar la hipoteca destinando ese 30% de los ingresos de los que hablábamos al principio…, vamos a andar justos, justos. «Eso, los pensionistas de hoy, porque la cosa parece que va a ir a peor», desliza De Santiago.
Términos inmobiliarios que debes conocer
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Patitos feos: viviendas cuya venta puede resultar muy difícil debido a que sus características no las hacen atractivas para el público general (casas con techos bajos, con una mala distribución, con una ubicación lejos de las redes de transporte, por ejemplo).
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Realtor: Suena muy raro, pero es, simple y llanamente, un agente inmobiliario o vendedor de propiedades, aunque técnicamente no tienen por qué ser iguales. Concretamente, un realtor es un agente inmobiliario miembro de la NAR (National Associaton of Realtors) que se rige por un estricto código de ética en el cumplimiento de sus funciones. Además, debe tener experiencia y formación.
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Nuda propiedad: Es un término jurídico que se refiere a que el propietario tiene la propiedad del inmueble, pero no su uso y disfrute, como es el caso de las operaciones de alquiler. Si una vivienda está a la venta bajo este término quiere decir que el propietario podría residir en ella hasta su fallecimiento, pero la propiedad reside en el futuro comprador.
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‘Proptech’: Es un híbrido entre las palabras ‘property’ y ‘technology’ y se refiere a todas las empresas que utilizan la tecnología y las herramientas digitales aplicadas al sector inmobiliario. Pero no solo se utiliza para nombrar a estas empresas, también se usa para definir «los cambios digitales que experimenta día a día el mercado inmobiliario como la domótica, el uso de realidad virtual para enseñar viviendas o las herramientas de Big Data para la gestión de datos.