Se aproximan elecciones en la universidad granadina. La Junta de Personal Docente y el Comité de Empresa, que representan a los miles de profesores y profesoras de la institución e investigadores, serán elegidas a final de abril.

En mayo, también será elegida la persona que ocupe el puesto en el rectorado tras los mandatos de Doña Pilar Aranda. Estamos en el final del primer cuarto del siglo XXI, hablamos una universidad situada entre las cuatro primeras de España y las 300 del mundo (hay más de 17.000). Hablamos de una institución con tres sedes
en dos continentes, la única de España.

Estos procesos electorales centrarán gran parte de las sinergias del personal afectado y parece lógico, parece, solo parece, que a la hora de votar se aplique la experiencia adquirida y acumulada durante los últimos años en lo referido al uso de voto telemático para elegir representantes sindicales y rector o rectora. Y esto por algunas
razones.

La primera, por coherencia, pues si se firman actas, se mantienen todo tipo de reuniones, se imparten clases…, parece natural que se pueda votar también. Como natural lo es por la enorme cantidad de papel, tiempo y dinero que ahorraría este proceso.

Tiempo, que  es lo que no tenga tal vez el profesorado que esté fuera o que deba ir expresamente a las facultades a depositar un voto, acción que podría desarrollar desde el mismo ordenador en el que trabaja para la institución y para el alumnado y desde el que firma sus actas, elemento sagrado en el proceso educativo. Habría que justificar muy bien una negativa a este voto en los tiempos en los que estamos y presumiendo de lo que se presume.

FOTO: EL PLURAL

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