23 noviembre 2024

Amargura de hiel y desencanto, Pablo Iglesias no concibe cómo se le han rebelado las masas, cómo se le ha ocurrido a Yolanda Díaz -ay, Yolanda- rebelarse contra sus mandamientos.

Porque, cuando perdió todo en aquellas elecciones a la Comunidad de Madrid,  Iglesias se fue, pero sólo un poquito, porque ha seguido controlando Podemos desde fuera, imprimiendo su estilo antañón y demodè, fracturando la izquierda en mil pedazos; tantos que para saber en qué micropartido/plataforma o asimilado está ahora cada uno de los fundadores podemitas hay que hacerse un croquis.

Su único error, fue nombrar a Yolanda como sucesora y no haber leído lo que ya avisaba Rosalía de Castro hace más de siglo y medio en su artículo ‘Lieders’: “Yo soy libre. Nada puede proteger la marcha de mis pensamientos, y ellos son la ley que rige mi destino”.  

Tan obsesionado anda el madrileño con ‘Juego de tronos’ que se ha permitido la chulería de despreciar nuestra propia tradición de pensamiento, se ha creído ese feminismo de salón tan absurdo como peregrino que exhiben sus acólitas y se ha olvidado del norte que simbolizan Rosalía, Emilia Pardo Bazán, Colombine, María Teresa León y tantas otras. Precisamente a las que sí se ha leído Yolanda, mire usted por dónde. Porque al principio Yolanda asumió de buen grado el destino y se creyó que de verdad ella era la nueva líder sin darse cuenta -entonces- de que la sombra de Iglesias (salvaguardada por sus leonas, como ellas mismas se definen) continúa siendo tan alargada como la de un ciprés cementerial y que corta como el filo de una navaja barbera. Luego, cuando reparó en que todo era un trampantojo, una ilusión óptica sólo visible para los que lo ven todo morado, discretamente creó su propia estrategia (el nombre de ‘Sumar’ no es baladí) para tratar de salvar algo de lo que han dinamitado Iglesias y sus huestes; aquellos primeros sueños que surgieron del movimiento del 15M  y que fueron la base que sustentó el ideario/marketing de Pablo Iglesias. Porque conviene recordar que hubo un tiempo en que Podemos logró, con sus más de cinco millones de votos, 71 escaños.

Lo que pasa es que ellos, los de entonces, ya no son los mismos, parafraseando a Neruda, y ahora, los socios de Sánchez en el Gobierno de España van en caída libre hacía el abismo entre las cotidianos desatinos de Belarra, Rodríguez-Pam o la ministra Irene Montero. Se entiende, por tanto, que Díaz huya de este personal que parece salido de un chiste de Mingote o de una historieta de Ibáñez. Y que reafirme, en cada intervención pública (fue una clave del discurso de Magariños) que ella no es de nadie. Como Rosalía, como la letra de la canción de Manuel Alejandro: “¿De quien es el aroma/ de los azahares? /De nadie./¿Y el olor del rocío/ del amanecer? De nadie”. Pues eso, que el gran mérito de Yolanda Díaz, al margen de su gestión ministerial, es intentar no ser de nadie y haber sabido aunar las voluntades de la legión de víctimas que ha ido dejando Pablo en su camino a la cumbre del resentimiento que hoy habita. Aunque sólo fuera por esto Yolanda se merece un respeto, la oportunidad de explicarse y de demostrar que es verdad que ella representa la izquierda racional y moderada que necesita España.  

foto: https://informalia.eleconomista.es/informalia/actualidad/noticias/11105658/03/21/Yolanda-Diaz-la-sucesora-de-Pablo-Iglesias-casada-con-un-delineante-madre-de-una-nina-y-estilazo-.html