21 noviembre 2024

Casi nunca es por problemas serios

Los bebés son escrutados al milímetro desde que nacen. Padres y madres les miran y les remiran para comprobar si todo está en orden. Preguntan y preguntan a su entorno y a los pediatras a qué edad deberían hacer esto y lo otro. También buscan confirmación de que todo va bien en Internet, en libros… Lo que sea con tal de espantar los miedos a que algo se salga de lo ‘normal’. Y uno de los hitos que más preocupan es el del habla, ya que al ser algo relacionado con el ámbito cognitivo, el cerebro y otras cosas que no se ven los temores se disparan.

El ‘misterio’ siempre asusta y la posibilidad de que un retraso del lenguaje sea fruto de un problema neurológico o congénito, todavía más. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, el hecho de que un niño o niña no se arranque a hablar no tiene un origen verdaderamente preocupante. «Aunque siempre hay que descartar la existencia de problemas graves, lo más normal es que la causa sea mucho menos seria de lo que pensamos», indica Paola Díaz, médico rehabilitadora especialista en Foniatría. Dicho esto, la experta apunta unas claves que nos pueden orientar si tenemos un peque que no se arranca a hablar.

Cuándo debemos empezar a mirar qué pasa

La literatura científica sí marca unos ‘calendarios’ para el desarrollo infantil. No quiere decir que si no se cumplen haya problemas, pero sí que es un punto de referencia para investigar qué pasa si no se producen ciertos cambios en el niño. Díaz apunta cuatro hitos. El primero es que si el peque no balbucea al año –«a partir de este punto los sonidos que emiten ya pueden tener un significado»– esto nos puede hacer sospechar de que algo no va bien –ojo, que un año recién cumplido o casi dos no es lo mismo, que los bebés avanzan una barbaridad en cuestión de meses–.

El segundo ‘hito’: del año y medio a los dos años deberían decir palabras sencillas, compuestas generalmente por dos sílabas. Y suelen pronunciar monosílabos. Tercero: «Si a los dos años largos no es capaz de hacer la unión sencilla de dos palabras, por ejemplo ‘mamá, ven’ o ‘quiero agua’, es decir, ‘minifrases’, es una señal de que el peque podría estar ‘atascándose’ en la adquisición del lenguaje. Por último, si además de no avanzar en el terreno léxico no señala, «podemos sospechar que hay algún problema de comunicación», apunta la especialista. No obstante, recalca que el hecho de que estos plazos no se cumplan no siempre es indicativo de problemas serios.

Las causas

Descartados trastornos del espectro autista, problemas neurológicos o genéticos o disglosias, que no son las causas más frecuentes de retraso en el habla ni mucho menos, Paola desvela cuáles son las tres razones más habituales por las que un niño no empieza a hablar cuando sus contemporáneos ya lo hacen. Y son mucho más banales de lo que padres y madres suelen pensar.

Tres motivos comunes

  1. 1

    Falta de estimulación. «Al niño o la niña no le pasa nada, pero al investigar su entorno, muchas veces los expertos nos encontramos con que los adultos interaccionan poco con ellos –pasan mucho rato sin hablarles, dejándoles frente a la tele– y eso retrasa el desarrollo del habla», señala Díaz. Y esto los progenitores no suelen contemplarlo (son más dados a pensar en posibilidades catastróficas, aunque sean remotas). Según la experta, durante la pandemia hubo un aluvión de críos en consulta porque tardaban en hablar. «Normal, si en el momento crítico de adquisición del lenguaje veían a gente con mascarilla y no podían socializar casi nada… pues iban con el lenguaje atrasado varios meses», recuerda. Aunque, una vez que arrancaba el proceso, seguía su curso con normalidad.

  2. 2

    Adelantarse a sus deseos. ¿Más ‘culpas’ de los padres y madres si el peque no habla? «A veces nos traen niños que no se arrancan y nos damos cuenta de que no lo hacen porque los padres les dan todo antes de que lo pidan… ¡Un error! Las personas empezamos a interactuar por necesidad», explica.

  3. 3

    Otitis con consecuencias. ¿Y puede haber alguna causa física que no sea catastrófica? La hipoacusia, es decir, que el crío tenga una pérdida auditiva. Suena grave, pero en la mayor parte de los casos no es algo crónico, «sino fruto de otitis de repetición muy frecuentes en la primera infancia, que hace que la percepción de sonidos del niño no sea tan perfecta como debería, por lo que ellos no pueden reproducir bien las palabras que les van llegando… Y eso también les retrasa a la hora de hablar, claro».

¿Y si es una cuestión de carácter y el peque simplemente es ‘vago’?

¿Y no puede ser que nos haya tocado un crío muy tranquilote o algo ‘vago’ que no quiera hablar aunque pueda hacerlo? No, no funcionan así. A los peques no hablar les estresa hasta el punto de que algunos se enfadan y pueden ponerse agresivos. Los únicos casos que conoce de niños que pueden hablar y no lo hacen son los que sufren mutismo selectivo, «pero sí se sueltan con quien les da la gana, no es lo mismo», señala Paola Díaz, médico rehabilitadora especialista en Foniatría. Cerca de un 15% de niños con 2 años presentan un retraso en la adquisición del vocabulario sin padecer enfermedad o trastorno alguno.

Solange Vázquez

https://www.ideal.es/vivir/padres-hijos/bebes/claves-nino-tarda-hablar-20230425142343-ntrc.html