25 noviembre 2024

Salmonelosis, todas las claves de esta intoxicación alimentaria

Diarrea, fiebre, vómitos… Si los síntomas son intensos o se prolongan en el tiempo, acude al médico

Con la subida de las temperaturas no solo aumentan los casos de golpes de calor, sino que también lo hacen las intoxicaciones alimentarias, un clásico de los meses de primavera y verano. Nada le gusta más a las bacterias que un día caluroso (sobre todo, cuando se superan los 30 grados) para multiplicarse a mayor velocidad y contaminar todo lo que tocan: alimentos, agua, animales, superficies… Y, de todas las posibles enfermedades gastrointestinales causadas por este tipo de gérmenes, la infección por salmonella es una de las más frecuentes, con más de 5.000 casos declarados al año en nuestro país y casi 100.000 en el conjunto de Europa.

Es habitual oír hablar de esta patología cada cierto tiempo, sobre todo cuando se produce una intoxicación masiva como la registrada hace un par de meses en el restaurante madrileño Casa Dani, que afectó a 157 personas y 16 tuvieron que ser hospitalizadas. Pero ¿qué sabemos de ella? ¿Es grave? ¿Tenemos que ir al médico? ¿Cómo se contrae?… «La salmonelosis es una enfermedad común que afecta al tubo digestivo y está causada por una familia de bacterias (salmonella).

Estos microbios invaden y dañan la mucosa intestinal y el organismo reacciona generalmente con una serie de síntomas comunes a otras patologías (diarrea, vómitos, cólicos abdominales, fiebre, malestar general…) pero que, en este caso, pueden llegar a causar una deshidratación grave e incluso poner en riesgo la vida del paciente si la infección se complica y se propaga fuera del intestino», resume la doctora Mar Sureda, miembro de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).

Peligro de deshidratación

La infección por salmonella, cuyos síntomas suelen presentarse entre las ocho horas y los tres días siguientes a la exposición, suele deberse a la ingesta de alimentos en mal estado, sobre todo huevos crudos o poco cocidos, carne (sobre todo aves), leche no pasteurizada o agua contaminada. De hecho, la bacteria que causa esta enfermedad vive en nuestro intestino y en el de los animales, muchas veces sin dar apenas síntomas, y se expulsa mediante las heces. «Por eso, la forma más frecuente de infección entre humanos es a través del agua o de alimentos contaminados», precisa la doctora Sureda.

Los síntomas de esta enfermedad gastrointestinal (diarrea, a veces con productos patológicos en heces como sangre o mocos, fiebre, náuseas, escalofríos, dolor de cabeza y abdominal…) suelen durar pocos días y la mayoría de los afectados se recuperan sin tener que recurrir a los antibióticos, que es el tratamiento habitual en este tipo de intoxicaciones.

«Si los síntomas son muy intensos o se prolongan se debe acudir al médico, especialmente si se trata de personas mayores, bebés, embarazadas o pacientes inmunodeprimidos, porque en estos casos el riesgo de deshidratación y de complicaciones se multiplica», alerta el doctor Fidel Fuentes, jefe de Urgencias del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ). En algunos casos, el intestino no se recupera del todo hasta pasados unos meses.

Huevos, agua, tablas de cortar… El origen de la enfermedad

Aunque es cierto que en algunos casos es prácticamente inevitable intoxicarte con esta bacteria (la mayoría de veces desconocemos cómo se manipulan y conservan los alimentos que tomamos fuera de casa, por ejemplo), podemos tomar una serie de medidas para reducir la posibilidad de contraer salmonelosis.

Lávate bien las manos para evitar la transferencia de la bacteria de la salmonella a la boca o a los alimentos. Es fundamental lavarse con agua y jabón duarante al menos 20 segundos después de ir al baño, cambiar un pañal, manipular carne cruda, limpiar excrementos de mascotas o tocar animales, especialmente reptiles y aves.

Separa los alimentos para evitar la contaminación cruzada: «Que no estén la carne o el pescado crudos al lado de productos que se consumen sin cocinar, como la lechuga o platos ya hechos que se van a recalentar antes de servir, como pueden ser unas albóndigas en salsa. Los microorganismos presentes en la materia prima cruda pueden contaminar el resto de los platos», alerta la farmacéutica Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria. Siempre que sea posible, usa dos tablas para cortar: una para la carne cruda y otra para las frutas y verduras. Tampoco se deben colocar alimentos cocidos en un plato sin lavar en el que antes había carne cruda.

El huevo es uno de los alimentos más susceptibles de ser contaminado por esta bacteria. Para evitar una intoxicación, cómpralos con la cáscara limpia e intacta. «Guárdalos en el frigorífico y no los laves antes de colocarlos en la nevera. Lo puedes hacer justo antes de consumirlos», explican en el Instituto del Huevo. Dos consejos más: no casques nunca los huevos en el borde del recipiente donde los vayas a batir ni separes las claras y las yemas con la propia cáscara. Los mariscos también pueden contener la bacteria si se obtienen de agua contaminada.

Mantén la temperatura adecuada durante el almacenamiento de los alimentos: si es caliente, por encima de los 65 grados; mientras que si el plato es frío se debe conservar por debajo de 8 grados si se va a consumir en menos de 24 horas o por debajo de 4 si se come al día siguiente.

Aunque es cierto que en algunos casos es prácticamente inevitable intoxicarte con esta bacteria (la mayoría de veces desconocemos cómo se manipulan y conservan los alimentos que tomamos fuera de casa, por ejemplo), podemos tomar una serie de medidas para reducir la posibilidad de contraer salmonelosis.

Lávate bien las manos para evitar la transferencia de la bacteria de la salmonella a la boca o a los alimentos. Es fundamental lavarse con agua y jabón duarante al menos 20 segundos después de ir al baño, cambiar un pañal, manipular carne cruda, limpiar excrementos de mascotas o tocar animales, especialmente reptiles y aves.

Separa los alimentos para evitar la contaminación cruzada: «Que no estén la carne o el pescado crudos al lado de productos que se consumen sin cocinar, como la lechuga o platos ya hechos que se van a recalentar antes de servir, como pueden ser unas albóndigas en salsa. Los microorganismos presentes en la materia prima cruda pueden contaminar el resto de los platos», alerta la farmacéutica Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria. Siempre que sea posible, usa dos tablas para cortar: una para la carne cruda y otra para las frutas y verduras. Tampoco se deben colocar alimentos cocidos en un plato sin lavar en el que antes había carne cruda.

El huevo es uno de los alimentos más susceptibles de ser contaminado por esta bacteria. Para evitar una intoxicación, cómpralos con la cáscara limpia e intacta. «Guárdalos en el frigorífico y no los laves antes de colocarlos en la nevera. Lo puedes hacer justo antes de consumirlos», explican en el Instituto del Huevo. Dos consejos más: no casques nunca los huevos en el borde del recipiente donde los vayas a batir ni separes las claras y las yemas con la propia cáscara. Los mariscos también pueden contener la bacteria si se obtienen de agua contaminada.

Carmen Barreiro

FOTO:  Felip Ariza
 

https://www.ideal.es/vivir/salud/salmonelosis-claves-intoxicacion-alimentaria-20230429001953-ntrc.html