Se trata del estreno de “Yo Ciudad de Elvira” de Fuencisla Moreno, dirigida por Víctor M. Rivera.

Principalmente pretendemos que nuestras anécdotas sean históricas, no obstante, no dejaremos perder en el olvido los acontecimientos coetáneos que engrandezcan Atarfe y ayuden a comprender mejor nuestro pasado, por ello, en esta ocasión nos referimos a la representación teatral acontecida el día 16/01/2016 en el Centro Cultural Medina Elvira.

A las 19:45 horas del mencionado día, animosamente nos dirigimos al lugar de la representación. Los chiquillos, a través de los cristales de los ventanales de las calles Veleta y Sierra Nevada, colindantes con el Centro Cultural Medina Elvira, veían pasar numeroso público que, sufriendo el frío propio de la época invernal, acudían al estreno. Los infantes, amparados en el calor de su hogar, escuchaban como la brisa con su vibración hacía tamborilear los cristales y junto a sus risas y hablar infantil producían la mejor de las sinfonías que se pudiera componer con los más finos instrumentos de madera, metal y cuerda.

Se podía apreciar como Sierra Nevada estaba en silencio, Sierra Elvira callada y la vega que las une expectante ante un cielo vestido de oscuro limpio, con brillantes, de gran gala. La blanca nieve de la Sierra Granadina, oculta en el manto del anochecer, dejaba escapar destellos cual fieles reflejos luminosos de la grandeza del firmamento.

El gran tamaño de la entrada y las cristaleras del Centro Cultural, mostraban enorme cantidad de personas que se encontraban en el amplio salón de espera. Saludamos a numerosas atarfeñas y atarfeños que mostraban enorme interés con el acontecimiento.

Al entrar en el auditorio, de inmediato nuestros ojos recibieron varios regalos: la casi totalidad del auditorio ocupada, la pulcritud y belleza de sus espacios y las butacas de terciopelo rojo de una parte;  y el detalle en el montaje del escenario, que con la iluminación atenuada, mostraba a la derecha un abundante puesto de frutas y verduras frescas, a la izquierda un estante de platos y vasijas de barro y materiales representativos de la época. En el centro del escenario sorprendió ver unas escaleras y un pilar con dos caños y agua imitando la piedra de Sierra Elvira.

Mencionado lo anterior,  diremos  que la obra teatral “Yo Ciudad de Elvira”, es de primera fuerza, su autora muestra nuevamente su ingenio, se estructuró en un cuadro que nos llevó directamente al planteamiento básico de la obra, a la evolución de las particularidades del problema y solución en sí misma de la eventualidad.

La representación nos trasladó a la Medina Elvira de principios del siglo XI. Los vecinos de la ciudad ven alterada su vida cuando desde las escaleras que llevan a lo más alto del infinito, reciben la orden del ser inmaterial superior de Medina Elvira, que les ordena el abandono de la tierra donde habitan. La vecindad debe afrontar como principal problema  una nueva realidad en un lugar diferente “Garnata”; superar las dudas, miedos, ilusiones e incertidumbres; como dijo Platón en “La República”: “… los dioses pueden influir sobre nuestros sentidos y no pudiendo mudar de figura nos presentan un fantasma…que de hecho o de palabra trata de librarnos del peligro y la ignorancia”.

Los diálogos bien estructurados y de fácil compresión del drama realista vivido en “Ciudad Elvira”, nos detallan los buenos y malos recuerdos de las vivencias y enfrentamientos humanos diarios que existieron ayer y se dan hoy. Algunos ejemplos de la intensidad ejemplarizante de los diálogos serían: “Yo, seguiré perfeccionando mis campos como hizo mi padre, mi abuelo y toda mi familia”, “Permanece a mi lado hasta que los huesos no puedan soportar el peso de mi cuerpo”, “A veces es mejor no demostrar lo que uno sabe”, “Por qué hemos caído en la desidia y no reaccionamos”, “Qué hubiera sido de nosotros si las enseñanzas de los grandes maestros nunca nos hubieran abandonado”. Ya lo dijo Ortega y Gasset en “La Rebelión de las Masas”: “Todo auténtico decir no solo dice algo, sino que lo dice alguien a alguien los cuales no quedan indiferentes, siendo así el lenguaje un dialogo no ocasional.

Triste es tener que abandonar la tierra que nos vio nacer, que nos da casa, pan y trabajo. Dramático es tener que buscar otro lugar donde vivir el día a día. Don Quijote ya decía “Trabajosa vida es la que pasamos y vivimos”.

Los personajes demostraron no ser extravagantes ni caprichosos, están bien definidos por su autora, muestran ser perspicaces ante la eventualidad, son representados con maestría, generosidad, valor y bizarría.  Destacamos por méritos propios al:

Anciano: representado por Luis Javier Sánchez.
Omar: José Luis Otero.
Miriam y Ciudad Elvira: Fuencisla Sánchez.
Mendiga: Jennifer García.
Maestro: Paco Pozo.
Fátima: Marta Fernández.
Yusuf: Iván Lechuga.
Anciana: Jessica Sánchez
Abrahim: José Alberto Calvo.
Najib: José Aguilera.
Leyla: Gabriela Aliste.

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El vestuario al detalle y escogido cuidadosamente, era el utilizado por los lugareños.

La dirección, iluminación, sonido, escenografía, decoración y vestuario creemos han sido adecuados.

Los fuertes y prolongados aplausos fueron la firma de la mejor crítica que existe -el público-.

Felicitamos a la autora y la animamos a seguir creando literatura de calidad.

Y ya está.

Brilla con luz propia. Saludos

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