Ya hemos mediado mayo, este mes que comenzó con las calores de julio y ya va por las de abril.

Contradicción pura de la que podremos culpar a políticos locales por querer serlo, no porque sean más culpables que usted o yo. A diez días de votar a alcaldes de ciudades o pueblos, acabamos de votar para ocupar la incómoda silla del rectorado de la Universidad de Granada. Los resultados están ahí.

Ahora nos enfrascamos por la carrera de las sillas de las alcaldías, que tampoco son cómodas. Y uno, salvo mal pensados, que los hay, y muchos, aunque sea por experiencias propias, no cabe razonar sobre las ansias de poder, menos aún las impuestas desde las jefaturas sevillesas, porque a veces da qué pensar que quienes viven de la política lo mismo sirven para dirigir un tren de mercancías que dar de comer a un conejo, y los van cambiando de puesto como cambian los colores de un semáforo.

Aquí vemos sin asombro ya cómo desde el otro lado del universo territorial se decide quién debe ir y quién debe venir, y se obedece, oiga, que es de alucine. Porque en el fondo da igual, aparentemente, firmar un decreto de obras a quien le digan que un bando municipal. Total, a la gente parece darle igual, si lo mismo piensa que todos son iguales. Lo cierto es que son tan diferentes como el sol y la luna, lo que ocurre es que excusas las hay de todos los colores. Mayo tiene sus cruces, como junio sevillanas. Paso a paso, primero votemos, después ya bailaremos, o no.

FOTO : CADENA SER

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