Retomamos la vida ordinaria, aunque la ordinariez sea algo diferente, instalada en calles, teléfonos y comunicaciones más diversas. Ordinaria porque, salvo aquellos que escogen o les dan septiembre como vacacional, es el despegue de todo, o casi.

En ocasiones es el final, pero eso a pocos importa. El personal con hijos en edad escolar vuelve a quejarse de los gastos en sus púberes, en sus niños y en sus libros. Pero todos están felices con sus nuevos móviles en las manos para iniciar el curso. La universidad comienza las clases cada vez antes y de seguir así llegará el momento en el que por Santiago estemos de nuevo en las aulas. Los banqueros y bancarios deben explicar a sus víctimas, también conocidos como clientes, que los tipos, los de interés, han crecido en agosto, como la gasolina, solo que aquí no se puede conducir en modo económico.

Hay lo que hay y eso es lo que hay. La cesta de la compra se revaloriza. Lo malo es que hay que pasar por caja. Y los salarios, esos siguen igual, es decir, cada vez valiendo menos. La guinda la pone Feijóo con su empeño de no llegar a ninguna parte, pero le da igual a todos, porque todos cobran en estas vacaciones impuestas como si estuvieran trabajando en pro de esa España tan señalada en lugar de ir de un sitio para otro como pollos descabezados. Que sí, que ya estamos todos, aunque más lejos algunos, y otros que se alejarán aún más, sobre todo esos jóvenes nuestros que tienen que marcharse fuera para poder demostrar lo que han aprendido dentro. Califique usted mismo.

foto: https://terapiayemociones.com/2015/09/07/septiembre-cambios-vida/

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