El crimen fue en Granada
Yo creo que acabaron con él por envidia, por no soportar su brillantez, su ingenio y su enorme lucidez
Ochenta y siete años se han cumplido desde aquella madrugada, o quizás fuera en la madrugada del día siguiente –ni eso sabemos con certeza–, del asesinato de uno de los mayores genios que ha dado esta ciudad y este país. 38 años tenía cuando las balas del odio, la envidia y la mediocridad segaron la vida de quien fuera capaz de deslumbrar a genios como Dalí, Buñuel, Manuel Ángeles Ortiz, Rafael Alberti, Manuel de Falla o Antonio Machado. Solo 38 años y ya había firmado obras capitales de las letras españolas, como Mariana Pineda, Yerma, Bodas de Sangre, La Casa de Bernarda Alba, Romancero Gitano, el Maleficio de la Mariposa o Poeta en Nueva York.
Pero Granada, “su” Granada, no le perdonó su brillantez y la mediocridad imperante en esta ciudad, junto a la envidia tan propia de esta tierra, prefirieron segar su vida a seguir “soportando” su éxito. Dicen que le mataron por rencillas familiares, por rojo, por masón y por maricón. Yo creo que acabaron con él por envidia, por no soportar su brillantez, su ingenio y su enorme lucidez.
87 años después de aquella fatídica noche, seguimos sin conocer el lugar donde los ojos de Federico se cerraron para siempre y sobre todo continuamos ignorando los porqués, los quiénes y los cómo, más allá de los centenares de teorías y decenas de bulos que circulan entorno a la madrugada más trágica de Granada… Y es que, mientras esas interrogantes no se cierren, tampoco lo harán las heridas abiertas en aquella negra madrugada que siguen supurando cada mes de agosto.
A pesar de que la “buena sociedad” de esta tierra no perdona salirse del rebaño, la herencia de Federico sigue recogiéndose en Granada en los poemas de Javier Egea y García Montero, las novelas de Muñoz Molina, las pinturas de Juan Vida y Jesús Conde, los cantes de Enrique Morente y Juan Pinilla, los bailes de Eva ‘Yerbabuena’ y Blanca Li, el rock de Miguel Ríos, las canciones de los 091, Lagartija Nick, Niños Mutantes, Lori Meyers o La Guardia, las viñetas de Paco Martín Morales, los reportajes periodísticos de Antonio Ramos. Talento, puro talento en un desierto de envidias y mediocridad. Así nos va.
¿Y saben ustedes lo peor? Pues que no tengo nada claro que en esta ciudad y en este país no haya quienes no dudarían en repetir aquella barbarie. Para empezar ya hay quienes matan a golpes a jóvenes por “maricones”. Lo mismo que a Federico, pero grabado y difundido por smartphone.