21 noviembre 2024

Todo era válido con tal de echar a Pedro Sánchez y al PSOE de la Moncloa, incluso usar los recursos más indecentes, como la mención a Txapote.

O el sanchismo o España», ha sido una de las admoniciones que Núñez Feijóo ha esgrimido durante su acoso al Presidente Sánchez. Feijóo y sus adláteres (Cuca Gamarra, Elías Bendodo, Carlos Herrera…) han hecho, no una campaña electoral, sino una campaña de acoso y derribo que casi siempre ha sido marrullera y dañina, desde cuestionar la legitimidad de Sánchez hasta acusarlo de complicidad en el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Todo era válido con tal de echar a Pedro Sánchez y al PSOE de la Moncloa, incluso usar los recursos más indecentes, como la mención a Txapote.

Hemos asistido a una cadena de desvergüenzas, de indecencias, de pérdidas de la dignidad y muy pocas voces han desenmascarado la maniobra (entre estas, la de A. Muñoz Molina, en su columna La era de la vileza, del pasado día 15 en El País).

Imagen de Infonoticia

Tras la jornada electoral del 28 de mayo, en que e PSOE parecía haber tocado fondo, los populares pensaron que el poder omnímodo estaba de nevo en las manos de donde nunca debió salir: las suyas. Esta gente lleva inscrito a sangre y fuego que son los depositarios esenciales del poder y cuando manda la izquierda les parece un contradiós que hay que arreglar cuanto antes, de ahí la agresividad que son capaces de destilar, como un veneno social que siembra odios y los abona, si hace falta, con mentiras y bulos.

Se consideran tan legitimados para el poder que Feijóo, que no me parece a mí un superdotado, se inventó el mantra mencionado: «O el sanchismo o España», con el que miles de personas que simpatizamos con Sánchez y lo votamos quedábamos fuera de esa españolidad que no se quitan jamás de la boca.

Sánchez ha sido Perro Sánchez, lo iba a votar Txapote, era un traidor por haber pactado con Bildu y los separatistas, era filoetarra, su gobierno era comunista bolivariano (nunca he entendido exactamente el concepto, ni ellos tampoco, ya que es solo un insulto). Cualquier lindeza descalificatoria les resultaba válida con tal de echar a Sánchez y a sus socios de la Moncloa. Hemos tragado quina y casi dábamos la batalla por perdida, pero Sánchez, el supuesto presidente ilegítimo, el traidor, el ineficaz peor presidente de la Historia reciente, es decir, Pedro Sánchez les dio anoche un mal rato, otro más, a tanto cretino.

Cada vez que he usado las redes para hablar de los méritos (también de los deméritos) de Sánchez y su gobierno, me he llevado el rapapolvo de tres o cuatro paisanos. Ayer mismo, a las 20,00 h. recibí un puyazo sobre la credibilidad de Tezanos, al que, por cierto yo habría cesado hace tiempo. Pero el recuento electoral fue avanzando y aparecieron argumentos de mil colores, lo que no aparecía era la derrota absoluta, la trituración de Pedro Sánchez, el tiro de gracia al gobierno que ha bregado con pandemia, volcán, guerra de Ucrania, inflación, precios abusivos de las fuentes energéticas… y lo ha gestionado de la forma más digna posible, pese a la interesada propaganda negativa de esa desleal oposición que más que debate usa el denuesto tabernario, más que inteligencia política, usa el desahogo soez y más que diálogo el desplante chulesco.

Ya había demasiada perplejidad en los resultados del 28 de mayo. Ya había demasiado insulto, demasiado incumplimiento (las alianzas con VOX, después de descalificar a Sánchez), demasiada arrogancia. Porque la diferencia de votos no llega a 300.000 y, lo que les estará dando una muy mala noche es que ellos, los mandatarios naturales, los amos del cotarro, no están a tiro del poder ni aliándose con algo tan repugnante como el pensamiento cromañón de VOX.  

Feijóo hizo mal en no acudir al último debate. Iba tan subido que creyó no necesitarlo. Le temía a que su alianza con los neonazis le pasar factura, pero esta vez el electorado ha querido enmendar el desaguisado de mayo, la desafección de la izquierda y ha habido una verdadera movilización. Y los salvadores de la patria, los paladines del neoliberalismo, los amiguetes del sector financiero-empresarial, han obtenido una victoria pírrica por insuficiente. Yo, que pertenezco a la España sanchista, me alegro mucho. Y los que no se alegran se lo han buscado.

Alberto Granados

FOTO: La cara de Bendodo… (Imagen de Atlántico.net)