Cúrcuma y pimienta negra, tan eficaces como el omeprazol

Esta combinación de especias es un buen protector del estomágo

A la cúrcuma se le atribuyen propiedades beneficiosas para la salud, pero esos ‘súper poderes’ no contaban con aval científico… hasta ahora. Un estudio revela por primera vez que ayuda a tratar algunos problemas de estómago. Este efecto se debería a un compuesto, la curcumina, que logra reducir el exceso de ácido estomacal con tanta eficacia como el omeprazol, el fármaco más popular para combatir esta frecuente dolencia.

Los investigadores estudiaron a 206 pacientes de entre 18 y 70 años que sufrían molestias estomacales como gastroenteritis o reflujo. «Los dividieron en tres grupos. Uno tomó cúrcuma; otro, omeprazol (una cápsula de 20 mg al día); y un tercero, cúrcuma más omeprazol», detalla Vicente Clemente, profesor de Nutrición de la Universidad Europea. Tras 28 días de tratamiento, evaluaron el estado de los pacientes que al inicio del estudio tenían molestias estomacales parecidas y comprobaron que los tres grupos habían mejorado de forma similar.

Los resultados del ensayo, que han sido publicados en la revista ‘British Journal of Medicine’, desvelaron también que la curcumina tomada por vía oral era segura y que los pacientes la toleraban bien. El trabajo «abre la puerta a desarrollar alternativas al omeprazol con menos efectos secundarios».

Este fármaco es uno de los más empleados en España contra la acidez de estómago, el reflujo gástrico y para proteger el estómago cuando se toman medicamentos que pueden dañar el tubo digestivo como, por ejemplo, algunos antiinflamatorios. Sin embargo, el uso prolongado de este fármaco «puede causar problemas de salud», precisa el docente de la Universidad Europea. De hecho, muchos estudios relacionan su consumo habitual con un mayor riesgo de fracturas porque dificulta la absorción del calcio, con más predisposición a contraer infecciones y con la aparición de problemas de riñón.

El efecto que provoca la curcumina en nuestro organismo es que «acelera la segregación de los jugos gástricos que permiten llevar a cabo la digestión», destaca el docente de la Universidad Europea. Gracias a ese ‘poder’, «el alimento está menos tiempo en el estómago y es más rápida la digestión», señala el nutricionista. «Si se utilizan pastillas, como se ha hecho en el estudio, se logra tomar más cantidad de curcumina y controlar su ingesta, con lo que los beneficios son mayores», apunta el experto.

Pero, en todo caso, agregar cúrcuma a los alimentos va a «favorecer la digestión». La forma adecuada es añadirla a los platos junto con pimienta negra, ya que «potencia» sus efectos protectores del estómago. La cúrcuma pura en polvo tiene la mayor concentración de curcumina, alrededor del 3,14% de su peso. En la fresca, unos 150 miligramos por cada 100 gramos –una cucharadita de cúrcuma fresca rallada o picada son unos cinco gramos–.

La cúrcuma es una planta cuyas raíces son rizomas –tallo subterráneo o subacuático con varias yemas que crece de forma horizontal emitiendo raíces y brotes de sus nudos– y se parecen mucho al jengibre. El color de los rizomas es anaranjado. «Aunque es nativa del suroeste de India, se cultiva en un montón de sitios, siempre con climas más bien cálidos y húmedos. En España también se cultiva. De hecho, en Castellón hay cooperativas agrícolas que tienen plantada cúrcuma y crece muy bien en esa zona», describe el nutricionista Aitor Sánchez, autor de ‘Mi dieta cojea’.

Apunta que en la actualidad hay investigaciones en marcha para comprobar el potencial «antioxidante» de la curcumina y que, «por ahora, los pocos estudios que hay apuntan a que puede ser que sí». A esta especia de un sabor muy peculiar, que no es del gusto de todo el mundo, le atribuyen también propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas.

Aunque para muchos consumidores esta especia es una auténtica desconocida, la cúrcuma está muy presente en la industria alimentaria actual. Es un colorante natural de origen vegetal y se utiliza en la elaboración de productos con queso, mantequillas y mostazas, aunque siempre en pequeñas proporciones, por lo que casi ni se distingue su sabor –tiene un toque amargo al paladar–. Es el ingrediente señalado como ‘E100’ en las etiquetas nutricionales.

Marta Fdez. Vallejo