Políticos pasados, futuro incierto
Del arcón de la historia regresan González y Guerra, los “guardianes de las esencias patrias”
Del arcón de la historia regresan Felipe González y Guerra, convertidos en los “guardianes de las esencias patrias”. Este dúo, por cierto, se llevaba fatal, ahora comparte merienda con Nicolás Redondo y Leguina, ya expulsados del partido que los creó. Aromas de antaño, de puros habanos y whisky rancio.
Vuelve Aznar, el actor del “trío de las Azores”. Regresó Tamanes, a quien tuvimos que soportar la “chapa” que nos dió en el Congreso de los Diputados, espectáculo patrocinado por Vox, la España “low cost” que sueña con la autocracia de los años 50.
“España se rompe” Pareciera que España hubiera abierto su propio “parque jurásico”. Todos proclaman que “España se rompe”, por enésima vez. Los cántaros cuanto más vacíos están más ruido hacen.
Y reaparece Rodríguez Zapatero, con energía para movilizar el voto más zurdo del PSOE.
Mientras tanto, un señor, autoproclamado presidente “in pectore”, nos ha hecho perder dos meses para venir a decir que no gobierna porque no quiere, haciendo una llamada vergonzosa al transfuguismo, en aras de una España monolítica y bien atada. Se autodenomina constitucionalista, pero lleva cinco años cagándose en la Constitución. (véase la falta de renovación del CGPJ)
Quizás para esa España, las cosas puedan solucionarse repintando de rojo y gualda los bancos de las plazas que se pintaron de arcoíris o realizando un referéndum sobre si la tortilla de patata es más ortodoxa con cebolla o sin ella.
Nos encontramos con una tremenda falta de profundidad y sustancia en el discurso político, con líderes más preocupados por “sus cosas” que por la racionalidad y la visión a largo plazo. Hay “muchas vísceras y poco cerebro”.
Futuro El futuro es un escenario incierto en el que se mezcla la nostalgia del pasado con la chulería y la lucha por mantener la relevancia política. Como dijo el viejo Nietzsche: “La vida es demasiado breve como para aburrirse con discursos vacíos”.
Mientras tanto, nos amenaza con urgencia la crisis climática, que nos abrasará a todos, y los menos afortunados dependen, maldita sea, de las políticas sociales para sobrevivir.