La mujer rural en España: brecha salarial, problemas y alegrías de la vida en el campo
Justo cuando se acaba de celebrar el Día de la Mujer Rural (15 de octubre) ponemos en primera línea el trabajo de las mujeres que cada día trabajan en el campo. Hablamos con la dueña de una explotación ganadera para que nos cuenten con qué problemas se enfrenta desde que decidió trabajar en el campo.
A finales de 2021 la Política Agraria Común (PAC) incluía por primera vez la perspectiva de género. En España, en 2020, había 261.634 mujeres al frente de explotaciones agrícolas, una cifra un 22 % superior que la registrada en 2009. Ellas suponen el 28,6 % del total, una cifra que refleja una evolución positiva en un sector históricamente masculinizado.
Mujeres infrarrepresentadas en el mundo rural
Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) han denunciado «ser ignoradas sistemáticamente, incluso los datos oficiales suelen omitir el sesgo de género y ámbito que para nosotras supone una doble discriminación: por ser mujer y por vivir en un pueblo».
Según FADEMUR, «las mujeres rurales están sobrerrepresentadas en los rangos salariales entre los 400 € y los 1.000 €, mientras que los hombres lo están entre los 1.001€ y los 1.400 €. Este factor, junto con la sobrecarga de cuidados que asumen, está detrás de la baja tasa de empleo entre las mujeres de los pueblos (el 49%). Esto se resumen en la brecha de cotización entre hombres y mujeres: frente a los 38 años de promedio que cotizan los hombres, las mujeres lo hacen apenas 20″.
Brecha de género en el medio rural
Un estudio, impulsado por CaixaBank, ha analizado esta brecha de género en el medio rural y ha puesto de manifiesto que se nota especialmente en tres dimensiones: el empleo, la toma de decisiones y la conciliación.
El estudio identifica como principales problemas para las mujeres rurales en el mercado de trabajo rural la temporalidad y la parcialidad. Además, el análisis demuestra que España ocupa las posiciones de cola en Europa en cuanto a inclusión del talento femenino en el mercado laboral rural.
Por cada mujer trabajando en explotaciones agrarias hay 1,9 hombres. Además, las mujeres están infrarrepresentadas en la propiedad de las explotaciones ya que por cada mujer titular de una explotación agraria hay 2,1 hombres; y por cada mujer jefa de explotación hay 3,2 hombres, según RECAN.
Hemos hablado con Pía Sanchez, dueña de una explotación ganadera en Calamonte (Extremadura) para conocer de primera mano la situación de la mujer en este sector.
Pía y la vuelta a los orígenes.
Su formación nada tiene que ver con su trabajo: «Estudié derecho en la Universidad de Salamanca. Cuando terminé me fui a Londres un año de ‘au pair’ y al volver aprobé unas oposiciones para trabajar en banca; decidí quedarme porque mi padre había muerto y mi madre estaba sola, la finca familiar estaba en manos de un arrendatario que la tenía totalmente esquilmada y decidí hacerme cargo de la misma dada la vinculación emocional que tenía con ella».
Su padre vivió en esta finca familiar más de 40 años y la llevaba personalmente. Ahora las cosas no son así, nos cuenta Pía: «Entonces las cosas eran muy diferentes porque en este tipo de fincas, las dehesas, vivían muchas familias. Ahora es completamente distinto, el campo se ha despoblado y la ganadería extensiva apenas da de comer a una familia«.
No todo el mundo entendió la decisión de Pía de cambiar un trabajo estable en el banco por una vida en el campo: «Cuando pedí la cuenta en el Banco en el que trabajaba como directora comercial de Extremadura, me tacharon de loca. Realmente cambié la seguridad económica por la libertad y por cumplir un sueño que me había perseguido toda la vida. Iba a cumplir 50 años y era el momento propicio. Con la indemnización que me dieron compré 340 ovejas y me puse a estudiar porque realmente no sabía nada de campo. Durante los cuatro primeros años me lo leí todo, hice todo tipo de cursos, asistí a talleres, jornadas, todo con un entusiasmo indescriptible. Me dí cuenta de que estaba en mi elemento, que por fin había encontrado la motivación en mi vida y que, aunque el dinero se iba como el agua entre los dedos, yo era completamente feliz con lo que estaba haciendo y aprendiendo».
«Con la indemnización que me dieron compré 340 ovejas y me puse a estudiar, porque realmente no sabía nada de campo».
Mujeres y campo
«Las mujeres nos hemos incorporado masivamente al mundo laboral en todos los sectores. Este, el primario, es uno a los que estamos haciéndolo más lentamente. Pero el trabajo del campo ha sido tradicionalmente femenino y no visible. Las mujeres han sido siempre las que han hecho posible la vida en el campo cuidando los animales, las huertas, la casa, la familia, trabajando fuera en los campos y dentro en las casas. Las mujeres del campo eran auténticas mulas de trabajo. Mi padre decía que trabajaban como diez hombres juntos. Ahora la mujer reclama su visibilidad, lo que sucede es que al campo ya vuelven muy pocos, hombres y mujeres, por eso todavía seguimos constituyendo una minoría».
«Mi padre decía que una mujer trabajaba como diez hombres juntos».
Protagonistas sin quererlo
Hace un año la ganadería extensiva e intensiva fue motivo de un notable debate político y escenario de mítines y paseíllos: «Nosotros manejamos ganado en extensivo, en sistemas agrosilvopastoriles como la Dehesa donde los animales, en mi caso, viven en libertad los 365 días al año, comen del campo, la hierba y las bellotas, consumen matorral medicinal y forrajero, y hacen ejercicio. El producto por lógica no tiene nada que ver con lo que se produce de forma intensiva donde los animales solo comen pienso y viven recluidos en naves».
Nosotros defendemos lo nuestro que es lo que conocemos. Los que produzcan carne de forma industrial tendrán que defender lo suyo y convencer a los consumidores de lo que hacen. El problema es precisamente que los consumidores no saben cuál es cuál porque al mercado industrial no le interesa que se sepa ya que la confusión les favorece. Por eso nuestra batalla desde los colectivos de la ganadería extensiva y desde Fedehesa, organización que presido, es la de conseguir un sello diferenciador para la ganadería extensiva que permita al consumidor conocer la procedencia y las características de la carne que compra».
Sostenible por necesidad
En 2021 pasado Pía fue galardonada en los premios ‘Sostenibles por naturaleza’, pero su idea inicial no era la de crear una explotación sostenible, esto llegó por una cuestión puramente estratégica: «cuando me hice cargo de la explotación no sabía nada de nada. Comencé a gestionar la finca de forma convencional, gradeando los suelos, echando abonos químicos, tenía a las ovejas repartidas por toda la finca y cuando me quedaba sin comida tenía que comprar pienso y paja como hacía casi todo el mundo. Esta gestión me hacía perder mucho dinero y además estaba continuamente vacunando, desparasitando y gastando dinero en veterinarios. Aquello no funcionaba. A los cuatro años de comenzar, en vista del fracaso de mi gestión, empecé a estudiar a Savory y su manejo holístico, a Voisin y su pastoreo rotacional, y a tomar contacto con personas que ya estaban practicando la gestión regenerativa. Me convencí enseguida, algo me decía en mi interior que ellas tenían razón y en los siguientes años le di un vuelco a mi explotación».
Pía tiene la firme convicción de que ser sostenible no es una opción, es una obligación
«Creo que es lo que estamos obligados a hacer. Ser sostenible no debería ser una elección a estas alturas, sino un deber. El planeta, nuestros suelos, la salud humana… no se pueden permitir otra cosa. Nos estamos jugando demasiado, nuestra propia existencia, y la producción de alimentos sostenibles es la única vía que tenemos para revertir una situación de SOS planetario. El cambio climático no es ningún cuento, los que estamos todo el día en el campo sentimos que algo no funciona, que algo que no controlamos está matando nuestros suelos y tenemos que reaccionar».
Problemas por ser mujer
Le preguntamos si se ha encontrado con trabas o dificultades a la hora de realizar tu trabajo por ser mujer y no duda: «Me he encontrado con mentalidades masculinas que no considera que una mujer pueda ser tan buena o mejor hasta que no lo demuestra. Digamos que si eres un hombre, te dan un cheque en blanco o presuponen que sabes gestionar una ganadería. Si eres mujer te suelen tratar al principio como si fueses tonta hasta que les demuestras que no lo eres. Entonces, normalmente te respetan».
Pía es una mujer feliz y realizada: «La libertad y el contacto con la naturaleza me da felicidad, la luz, los olores, los sonidos del campo, poder sentir las diferentes estaciones, trabajar con animales, con árboles, con plantas, tocar la tierra, me llena de felicidad. Es un mundo de sensaciones y de emociones que no cambio por ningún otro».
Y le pedimos que les deje un mensaje, un legado en forma de consejo, basado en su experiencia, para esas niñas que quieren seguir su camino pero tienen miedo porque no es el ‘convencional’:
«La vida es muy corta, tenemos que ser felices el poquísimo tiempo que estamos aquí; no nos podemos permitir lo contrario. Podemos ser lo que queramos ser, las limitaciones están solo en nuestras mentes, aunque los obstáculos sean muchos y las dificultades también, la mayor felicidad que hay en la vida es tener sueños y luchar por cumplirlos. Para mí, la vida sin esto simplemente no tiene sentido».
20 MINUTOS MUJER.ES
FOTO: Foto: ONU Mujeres/Dzilam Méndez
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