7 diciembre 2024

Los bajos salarios distorsionan la relación entre oferta educativa y sistema productivo.

Uno de los principales retos del sistema universitario es adecuar la oferta educativa a las necesidades del sistema productivo. De esa adecuación depende no solo el buen funcionamiento de la economía sino la satisfacción de las expectativas de los estudiantes. Lo ideal es armonizar vocación y empleabilidad, pero no es fácil. En primer lugar, porque no siempre el sistema educativo tiene agilidad para hacer frente a las profesiones emergentes. En segundo, porque en la elección de una carrera no solo cuentan las salidas profesionales y la vocación de los alumnos, sino también el atractivo de los estudios. De esa triangulación surgen la mayoría de los desajustes.

Hay titulaciones en las que se produce un gran desequilibrio entre la oferta de empleo y la demanda de estudios pese a tratarse de carreras con una alta empleabilidad. En esa situación se encuentran las ingenierías industrial y electrónica, la medioambiental, la aeronáutica o la relacionada con la energía. En los últimos años ha descendido el número de estudiantes pese a que todos sus titulados tienen prácticamente asegurado un empleo. Entre los elementos disuasorios figuran la alta nota de acceso, la gran dificultad de los estudios y la devaluación que han sufrido los salarios en relación con el esfuerzo que exige culminarlos.

En el otro extremo se encuentran titulaciones en las que aumenta el número de estudiantes pese a que presentan una muy baja empleabilidad y sus titulados figuran entre los que menos cobran. Entre 2015 y 2022 aumentaron los alumnos de audiovisuales y medios de comunicación (+14%), Psicología (+14%), Bellas Artes (+7,8%) o Veterinaria (+2,3), con una remuneración de aproximadamente 22.000 euros anuales, según un reciente análisis de la Fundación Conocimiento y Desarrollo. En estos casos es evidente que la vocación o el atractivo de los estudios es más determinante que las expectativas laborales. No obstante, hay anomalías que convendría corregir más allá de que el número de matrículas suba o baje. La pobre remuneración resulta paradójica en el caso de Psicología, dada la falta de profesionales de este campo en el sistema público de salud. También en los estudios de Turismo y Hostelería, uno de los motores de la economía española.

Diferentes encuestas indican que la facilidad de los estudios o la empleabilidad de la carrera elegida son los factores que más cuentan a la hora de elegir entre los estudiantes de renta baja. Mientras, en las clases acomodadas, en las que el esfuerzo familiar no es un obstáculo, hay más estudiantes que eligen por vocación (29%) que entre las clases menos favorecidas (18%). Lo ideal sería que ninguna vocación se quedara por el camino habiendo necesidad de titulados porque el sistema educativo y el productivo no han sido capaces de conciliar oferta, demanda y salario

EL PAIS

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