Ahora que llueve olvidaremos que hasta ayer no había caído una sola gota en meses, que las fuentes estaban secas y los ríos tenían más charcas que caudales.

Ahora que ya llueve tal vez no tengamos en cuenta que los pantanos siguen casi vacíos, que la polución nos está matando y que el milagro de los grifos con agua ha estado a punto de acabar y no gracias a los santos por las calles.

Ahora que ya llueve debemos recordar que el verano ha durado ocho meses, y que aunque en estas tierras no suele haber primaveras ni otoños, sin embargo, estos extremos están fuera de toda lógica. Ahora que ya llueve, los precios de los productos básicos están por la nubes, como los sueldos de los que mandan en bancos, en petroleras, de quienes deciden sobre las vidas de los demás mientras que los salarios de los trabajadores siguen llegando a fin
de mes por los pelos aunque el personal decida echarse a las calles a tomar el fresco y las terrazas de los bares estén a reventar de personas que tal vez encuentren ahí el único alivio a sus vidas.

Ahora que ya llueve deberíamos ver que seguimos mirando mucho más las pantallas de los móviles que a los ojos de las personas, esas que también miran las pantallas de sus móviles para ver y saber si hay nubes en el cielo y si llueve, o aguardando a que alguna ‘influencer’ le diga lo que se tiene que poner mañana o el color de la palillería que ha de colgar en su pasillo. Y sin embargo, pronto volverá a no llover, que es también lo normal.

FOTO: IDEAL

 

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