«Medallas y salchichones» por Juan de Dios Villanueva Roa
Es cuestión de principios, aunque a veces solo son los finales de una historia, de una vida dedicada a tal o cual cosa, a una actividad en el mundo laboral, en el cultural, en el social… Actividades, dedicaciones altruistas, reconocimientos y orgullo por haber dado a los demás algo por lo que se sientan felices o aliviados; o sencillamente eso, orgullosos de compartir la tribu con esta o aquella persona o grupo.
Y entonces, el ente representativo, véase Diputación o Parlamento o Ayuntamiento, le da una medalla o le pone el nombre de una calle o de una plaza, placeta o plazoleta. Y eso es positivo, porque hace que la sociedad se reencuentre con ella misma y con quienes la han ponderado algo más de lo normal, de lo exigido y a cambio de nada.
Orgullo de ser de Granada o de Motril o de Castril de la Peña o de Cúllar o de Pérez o de cualquiera de los más de 160 municipios, o de esta provincia. Ahora bien, lo de Hijo Adoptivo al presidente del gobierno andaluz suena a peloteo rancio, innecesario e impertinente, a la medalla del salchichón. Porque, qué ha hecho de especial Juanma por esta provincia que no le entre en el sueldo, que nos haya ayudado de forma especial a salir de situaciones difíciles, dónde están esas actuaciones, esos apoyos. No lo entiendo, con la cantidad tan enorme de gentes de fuera que están aquí dándolo todo por nada, por ayudar a quienes aquí nacieron, y habría para hacer una lista que le diera la vuelta a la plaza Bibarrambla, al lado mismo de las carocas. En fin, menos mal que no lleva agradecimiento económico.