Reproduzco el texto denominado “Calle Real” escrito en 2010:

<<Aunque mis derroteros profesionales apuntan a la biología y en el campo de la conservación de especies animales invierto gran parte del tiempo del día, siempre queda alguna hora de la semana que gastar en una de mis grandes pasiones, la historia de Atarfe. Como sabréis durante los últimos 25 años he dirigido la separata que con motivo de nuestras fiestas ha editado el diario IDEAL. Fruto de este trabajo, ha sido la publicación de la obra “Atarfe en el papel”, pero este esfuerzo sobre todo, me ha posibilitado tener una visión más o menos global de nuestras tradiciones, de nuestra costumbres, en definitiva del territorio en el que vivimos, las cuales voy mensualmente a plasmar en un artículo que quiero compartir con vosotros a través de esta nueva andadura editorial, que ahora ve la luz y a la que la junta directiva de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Atarfe me invita a que me sume; y con sumo agrado lo hago, en condición de asociado y de atarfeño.

Cuando comencé a escribir estas líneas, oía por la radio la noticia de la muerte de Saramago, el gran mago de la palabra. De entre sus frases, escogí un fragmento para encabezar el libro anteriormente referido. Guardo la respuesta que me dio cuando le invité a que lo prologara. Con su sencillez, declino la invitación por problemas de agenda, pero su simple respuesta fue un gran gesto de humildad y cercanía. Es por ello por lo que, desde esta tribuna, propongo a nuestro ayuntamiento, que una de nuestras plazas o calles, lleve el nombre de José Saramago, para que su nombre forme parte del acervo callejero de Atarfe.

Quiero que mi primera aportación sea acerca de la Calle Real, la artería principal de nuestro municipio. Llamada Avenida de Andalucía, Avenida del Generalísimo o Avenida de la República, en otros tiempos, para mí ha sido, es y será la calle Real. Al igual que el nombre, mucho ha cambiado su fisonomía en estos últimos años y en la actualidad poco queda de aquella calle que formaba parte de mi niñez. Casas emblemáticas con escaso valor artístico pero gran valor sentimental, han dejado paso a edificios zafios, resueltos del suelo al cielo en función del promotor o de la moda del momento.

Los inmuebles presentes en la calle Real de mi niñez, de entre los cuales quedan aún algunos, eran bastantes homogéneos, generalmente simétricos de fachada, vanos, de predominio vertical, recercados; rejerías muy elaboradas; cornisamientos potentes; y zócalos, jambas o cartelas, de piedra Sierra Elvira, como toque de presencia integradora y referencia local. Como decía el profesor Ortiz en uno de los artículos que recoge el libro “Atarfe en el papel”, eran edificios pertenecientes a la larga serie de “modelos” que circularon por España a principios del siglo pasado sobre los que albañiles y maestros de obra, levantaban ejemplares del “catálogo”, introduciendo variantes al repertorio de sus elementos “eclécticos” a demanda del cliente. Son imágenes que permanecen. En ese escenario no duermen: viven y despiertan los sueños.

Aunque se escuchan voces para que esta calle sea exclusivamente peatonal, y, de hecho, ahora sólo se puede circular en una única dirección, no hace mucho, la calle Real soportaba un continuo tránsito de vehículos de variado tonelaje, ya que cuando no estaba construida la Redonda ni la A-92, formaba parte de la carretera nacional que unía Madrid con Málaga y/o viceversa. Por ella, hasta 1973, también transitaba el tranvía. Cuenta la anécdota que, en unas fiestas de septiembre, para los que no lo sepan, Atarfe celebraba hasta la década de los 80, las fiestas de Santiago y Santa Ana en julio, y la feria de septiembre, un alcalde, Alfonso Bailón, le dijo a uno de sus serenos, apodado el Cherra, hoy que es la procesión de Santa Ana y no puede pasar ningún vehículo por la calle Real. El sereno, diligente y ávido de complacer las órdenes de su alcalde, amablemente le comunicó al tranviario que abandonara su trayecto por la calla Real y cogiera una alternativa ya que no podía circular por esa calle. No tuvo en cuenta que el añorado tranvía, circulaba por raíles.

A pesar de estos inconvenientes de tráfico rodado, nuestra calle era masivamente ocupada por peatones deseosos de pasear por su calle, de vivir cada uno de sus rincones, de sentarse en las múltiples terrazas que cada verano montaban los diferentes bares y tabernas que había. Calle viva, reflejo de una sociedad orgullosa de ser atarfeña. Calle jalonada por frondosos olmos, hoy desaparecidos y sustituidos por enormes jardineras, muy elegantes, pero faltas de fustes con hojas verdes que mitiguen los sofocantes rigores del verano. En estos días que aprieta el calor se echa de menos una sombra que acompañe al peatón que deambula por la calle.

Es posible que esta calle acabe siendo peatonal, y así lo deseo, pero antes de convertirla sería conveniente por un lado buscar una alternativa que, de respuesta de movilidad a los vecinos de esta calle y aledañas, sensibilizar a la población para que cada vez se utilice menos el vehículo privado en desplazamientos interurbanos y sobe todo articular políticas que hagan que la calle Real sea de nuevo una calle viva. Se me ocurren: medidas públicas para que se establezcan nuevos comercios, actividades lúdicas que inviten a los ciudadanos a vivir su calle y, sobre todo, renovación del mobiliario urbano con la plantación de árboles que en verano ofrezcan sombra. Propongo un debate ciudadano por nuestra calle.>>

Fantástica la fotografía que ilustra nuestra Gacetilla, de la casa de Ana María Zamora también conocida como casa de los Arcos. Un desproporcionado bloque de pisos ocupa ahora ese solar…

Gacetilla y curiosidades elvirenses

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