Tras varias jornadas de quinielas, de baile de nombres y de incertidumbre, Pilar Alegría ha sido reelegida como ministra de Educación en el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Una apuesta por la continuidad.

La dirigente socialista se incorporó al Ejecutivo en 2021 para continuar la reforma educativa iniciada por su predecesora, Celaá, y pacificar el mundo de la enseñanza, y en el último año ha sido, además, una de las referentes del PSOE

La zaragozana de 46 años repite en una cartera donde también se incluirán las competencias de Deporte y ha sido nombrada portavoz del Gobierno, un cargo de notable relevancia que corrobora su ascenso en el partido. En 2021, Sánchez le encargó dirigir el Ministerio de Educación para pacificar el conflicto con la escuela concertada y privada tras la aprobación de la LOMLOE, que generó una fuerte movilización de la derecha, y para culminar la aplicación de la ley, que se ha instaurado progresivamente por cursos. En 2022, satisfecho con su perfil dialogante, el presidente del Gobierno la eligió para encargarse de la portavocía del PSOE. Veamos a qué retos se enfrenta Alegría en esta nueva legislatura. 

El primero de ellos es la reforma del profesorado. Esta modificación, que lleva atascada desde hace más de una década, pretende incidir tanto en la formación inicial del cuerpo de docentes como en el modo de incorporarse al trabajo y en la carrera profesional. En la propuesta presentada por Educación a principios de 2022, cuando Alegría ya ocupaba la dirección de la cartera, se barajó la posibilidad de introducir exámenes para entrar en las carreras de Magisterio (educación infantil y primaria), así como nuevos requisitos para acceder al máster de profesorado de secundaria (habilitante para poder impartir clases). Además, se abrió la puerta a cambiar el modelo de oposición para actualizar el temario y a realizar una evaluación de la labor de los docentes, cuya superación supondría mejoras salariales. La propuesta no fue recibida con gran entusiasmo por parte del profesorado y fue calificada de “insuficiente y difusa” por los sindicatos.

El segundo desafío consiste en aplicar el nuevo examen de selectivo diseñado en la LOMLOE, tras varias intentonas que no terminan de concretarse. En la última, la de 2023, el adelanto electoral al mes de julio frenó la aprobación de la nueva Selectividad, ya que los servicios jurídicos del Gobierno concluyeron que, estando en funciones, el Ejecutivo no podía aprobar decretos. La nueva prueba busca que los estudiantes tengan que razonar más y repetir menos contenidos memorizados, con el objetivo de que el sistema educativo se dirija hacia una enseñanza más competencial. En principio, este nuevo modelo se legislará ahora para que empiece a funcionar en el verano de 2025. 

Un tercer objetivo será la aprobación definitiva de la Ley de Enseñanzas Artísticas, también paralizada por las elecciones generales, que conllevará la creación de un cuerpo de profesores de Enseñanzas Artísticas Superiores y de un cuerpo de catedráticos de esta misma rama. Así, se fomentarán las labores de investigación del profesorado y le permitirá compaginar sus funciones con su respectiva disciplina artística. Además, abre las puertas a una mayor flexibilidad para que el alumnado pueda compaginar los estudios con su práctica artística. 

Por último, Alegría y su equipo deberán gestionar la integración de la inteligencia artificial generativa en el mundo educativo. La irrupción abrupta de Chat GPT hace un año en la vida pública hace necesaria la adaptación a esta nueva tecnología para que, tanto profesores como alumnos, aprendan a hacer un uso razonable de ella. Porque la inteligencia artificial generativa va a ser transversal en todas las asignaturas. En un artículo publicado esta semana, el periódico se preguntaba si era una aliada o una adversaria en el aprendizaje de idiomas. 

Reseña del PAIS

Ignacio Zafra

FOTO: Pilar Alegría, en el Ministerio de Educación, en agosto del año pasado.Luis Sevillano
 
 
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