23 noviembre 2024

Aunque los orígenes de Medina Elvira son poco claros y, a veces, incluso parecen contradictorios, debemos suponer que la ciudad fue fundada por Abderramán I fundador a su vez del emirato omeya independiente, poco después de su llegada a la Península Ibérica.

Para enmarcar el periodo podemos fijar una serie de hitos cronológicos que nos ayudarán a entender la presencia musulmana en la península, al menos en el periodo que transcurre entre su llegada y el año 1013, fecha en la que Medina Elvira fue abandonada por sus habitantes trasladándose la “corte” a la vecina Granada.
 
Entre los años 711 y 755 se estableció un emirato dependiente de Damasco gobernado por un emir de la familia Omeya. Sin embargo, en el año 750 se produjo un cambio dinástico y los Omeyas son sustituidos por los Abasíes, aunque la península seguirá estando gobernada por los Omeyas que se independizan del poder. A la península huyendo de la “quema” llegó en el 756, Abderramán I, se proclamó emir y reorganizó Al-Ándalus como emirato independiente del nuevo califa de Bagdad, creando un ejército y una administración centralizada en Córdoba.
 
Las diferencias entre los estamentos sociales, las clases dirigentes eran nobles árabes y sirios, mientras que el ejército y clases bajas eran bereberes norteafricanos provocó una fuerte inestabilidad política interna con enfrentamientos constantes entre estas etnias. Entre el 912 y el 1031, la dominación musulmana alcanzó con el Califato su etapa más brillante.
 
Abderramán III acabó con las luchas internas y dirigió expediciones victoriosas contra los reinos cristianos del norte. Organizó el estado con una fuerte centralización y dio nuevos impulsos a la economía y a la cultura. En el año 929 se autoproclama califa rompiendo la última relación que unía Al-Ándalus con Bagdad.
 
Durante el resto del siglo X, Al-Ándalus se convirtió en un poderoso estado. La sociedad era compleja – árabes, musulmanes no árabes, judíos, cristianos y conversos- y siempre enfrentada por motivos religiosos y políticos. Incluso la propia sociedad musulmana se enfrentaba entre sí. Abderramán logró la unidad por medio de una política de terror y fuerza.
 
El esplendor del Califato llegó hasta el último gran jefe militar, Almanzor visir del califa Hixam II, que acumuló todo el poder político en sus manos. Dirigió numerosas expediciones militares, contra los impotentes reinos cristianos del norte. Después de él comenzó la crisis política del reino. Dejó al estado arruinado por su política guerrera y el aumento de los gastos para pagar al ejército (mercenarios), la presión fiscal, los disturbios sociales y la indisciplina del ejército ocasionaron el fin del califato en apenas treinta años.
 
Los enfrentamientos en la corte cordobesa fueron aprovechados por los nobles musulmanes de las provincias para convertirlas en reinos independientes, en pequeños reinos, los llamados reinos de taifas.
 
En la fotografía, muralla de Medina Elvira tras la excavación efectuada en 2004 en el marco del proyecto titulado “Prospección arqueológica en el conjunto de Madinat Ilbira (Atarfe, provincia de Granada)” dirigida por el profesor Malpica.
 
Gacetilla y curiosidades elvirenses.