Alba Sánchez, biotecnóloga de 27 años, forma parte de la expedición internacional que pasará dos semanas confinada en una estación científica que simula las condiciones del planeta rojo, en el desierto de Utah

Alba clava las botas blancas en la tierra roja y otea el horizonte desde lo alto de la montaña, así, como cuando era niña y venía a jugar aquí con sus primos. «Parece el Monte Olimpo, ¿verdad?», bromea. Desde Sierra Elvira, un pequeño anejo de Atarfe, el cielo se ve tan limpio que casi se intuye el universo entero. «Esa es la casa de mis abuelos, donde me crie», señala orgullosa, justo antes de levantar la mirada y perderse un momento entre las nubes.

Hace tres meses, Alba se encontraba en el laboratorio del Instituto de Investigación Clínica y Experimental de Bruselas, donde está realizando su Doctorado en Ciencias Biomédicas y Farmacéuticas, en la Universidad de Lovaina. El email llegó sin avisar. Tras leerlo varias veces, loca de alegría, hizo una videollamada a su madre, Sandra, que estaba precisamente en la casa de los abuelos, en Sierra Elvira, comiendo con toda la familia. «¡Que me han cogido! ¡Que me voy a Marte!». Todos se pusieron muy contentos menos Gertrudis, la abuela, que, consciente de que su niña podía llegar donde le diera la gana, pensaba que eso de Marte era ir demasiado lejos. «No, abuela, tranquila –explicó Alba, emocionada–. Es una simulación de Marte aquí en la Tierra, en el desierto de Utah».

Alba, durante la entrevista en la casa de sus abuelos en Sierra Elvira.
Alba, durante la entrevista en la casa de sus abuelos en Sierra Elvira. PEPE MARÍN

Alba Sánchez Montalvo (Granada, 27 años) es la única española que participa en el Proyecto Mars UCLouvain, un programa que lleva a jóvenes y prometedores talentos de la ciencia hasta Marte. Bueno, hasta lo más parecido posible a Marte: la Estación Experimental del Desierto de Utah, un complejo con laboratorios, invernadero, observatorio y viviendas, que simula las condiciones de vida del planeta rojo. «Estaremos completamente aislados durante dos semanas en una experiencia muy realista: comida liofilizada, trajes espaciales para salir al exterior, comunicación por walkie talkies, zona de descompresión…».Alba respira hondo y disfruta del sol de Granada, donde pasa unos días antes de regresar a Bruselas. La misión a Marte será del 31 de marzo al 14 de abril, aunque los preparativos no paran. «El próximo mes de octubre, cuando hayamos vuelto de Marte –guiña–, el cometa Atlas atravesará nuestros cielos. Un cometa único que no volveremos a ver nunca más. Pensamos que sería un buen nombre para el equipo».

Atlas

El equipo Atlas está formado por ocho jóvenes científicos seleccionados de entre miles de candidatos. «La presentación oficial fue en octubre, en el Eurospace de Bélgica, un centro donde entrenan astronautas. Pasamos allí un fin de semana haciendo pruebas, como la típica máquina que te hace dar vueltas», ríe divertida.

La estación experimental de Utah y fotos del entrenamiento para la misión. R. I.

¿Y cómo se salta de Sierra Elvira a Marte? Este viaje, como todos los grandes viajes, empieza en casa. «Desde pequeña me obsesiona el espacio. Pero no era algo que me pareciera posible. Yo me visualizaba en un laboratorio y, bueno, supongo que hay muchas cosas que me han ido moldeando. Mi tía Ita, por ejemplo. Ita tuvo cáncer de mama durante mucho, mucho tiempo. Falleció hace cuatro años. También quería aportar mi granito de arena a mejorar la calidad de vida de la gente», resopla con los ojos vidriosos.

Alba pertenece a la primera promoción del Grado de Biotecnología de la Universidad de Granada e hizo, además, el Máster en Investigación en Inmunología. Antes de marcharse a Bruselas para realizar su doctorado, entró en el programa Talento Mujer de la Incubadora de Talento de la UGR. «Estuve trabajando en Alight Solutions y aprendí muchísimo de liderazgo, trabajo en equipo y otras competencias distintas a la ciencia. Aquello me cambió muy dentro». Lola Vidal, responsable de esta Cátedra de la UGR, asegura que su objetivo es «trabajar el liderazgo de servicio, liderar por inspiración». «Faltan mujeres en la ciencia y, en la mayoría de los casos, es por falta de referentes. Así que el caso de Alba seguro que ilumina a otras», dice Vidal.

«Faltan mujeres en la ciencia y, en la mayoría de los casos, es por falta de referentes. Así que el caso de Alba seguro que ilumina a otras»

Lola Vidal, Cátedra Talento Mujer UGR

Porque, efectivamente, esta es una historia de referentes. Alba solicitó plaza en el Proyecto Mars UCLouvain porque siempre le atrajo el espacio y la ciencia pero, también, porque tuvo en quien mirarse. «Hace un año nombraron a Sara García Alonso astronauta en reserva de la ESA. Y Sara es una investigadora como lo puedo ser yo. No sabía esa posibilidad. Desde entonces se convirtió en una obsesión y en mi cabeza no concebía otra opción que no me cogieran para ir a Marte».

Alba Sánchez, en Sierra Elvira.
Alba Sánchez, en Sierra Elvira. P. M.

Alba, decíamos, está realizando su Doctorado en Bruselas, con una tesis sobre el papel de una proteína concreta en la inflamación de las vías respiratorias superiores. En Marte, cada miembro del equipo desarrollará un experimento científico concreto. «Voy a estudiar la producción de anticuerpos y citoquinas, que son unas moléculas y proteínas del sistema inmunitario. Se ha visto que los astronautas reales tienen una respuesta inflamatoria cuando viajan al espacio. Vamos a ver si esas condiciones se pueden extrapolar a otros campos».

Por otro lado, a cada miembro de Atlas se le ha asignado una tarea extra en la misión. «Yo, como también soy divulgadora, me han asignado el rol de periodista. Así que me encargaré de dar visibilidad a todo lo que hagamos». ¿Quieren aprender algo de ciencia de una manera divertida? Busquen la cuenta ‘Inmunominuto’ en Tiktok (tiene cerca de 40.000 seguidores) y disfruten.

«Fui jugadora de voleibol y me llamaron para jugar en un equipo profesional, pero elegí la ciencia»

Para hacer más real aún el proyecto, Alba y el resto de integrantes de la misión se responsabilizan absolutamente de todo, incluida la financiación. «La misión cuesta 40.000 euros y, si me permiten, quiero hacer un llamamiento a todas las empresas que quieran ayudarnos (pueden contactar con ella en el correo asanchezmontalvo@marsuclouvain.be)». Alba, por cierto, tiene ya experiencia representando a España en lo más alto. «Fui jugadora de voleibol y he ganado unos cuantos títulos –decenas–. El Club Albolote es el club de mi vida. Me llamaron para jugar en un equipo profesional, pero elegí la ciencia».

Alba Sánchez, dispuesta a conquistar Marte.
Alba Sánchez, dispuesta a conquistar Marte. P. M.

Alba, con los pies sobre la misma tierra roja que pisaron sus abuelos, ese Monte Olimpo casi marciano donde ella creció, otea el horizonte y retoma su viaje. «En mi experiencia, España tiene la mejor educación científica de Europa. Por desgracia, nuestra ciencia no está tan apoyada como otros países y la pena es que nos tengamos que ir fuera después. Pero yo –golpea el pecho con la mano– necesito que España venga conmigo a Marte».

El biosensor que nació avalado por 40 Premios Nobel

Alba, en el laboratorio de Lovaina.
Alba, en el laboratorio de Lovaina. R. I.

Alba Sánchez Montalvo, biotecnóloga, es una de las investigadoras más brillantes de la Universidad de Lovaina, en Bruselas. Tanto es así que en 2023 fue nominada, por su perfil y por los méritos académicos, para ser una de las asistentes al Lindau Novel Laurate Meetings. ¿El qué? Uno de los congresos científicos más importantes del mundo. Una cita que reúne a cuarenta premios Nobel de distintos campos con jóvenes y prometedores científicos. Así que se pueden imaginar lo difícil que es que te nominen. «Presenté mi solicitud, claro. ¡Y me cogieron!», recuerda Sánchez. «Fue una semana compartiendo experiencias de tú a tú con personas brillantes. Me cambió la vida».

Este congreso, además, viene con un reto enorme: desarrollar una propuesta de investigación en 48 horas. «Fue muy estresante, pero muy, muy chulo. Nos juntamos diez personas de todo el mundo para intentar plantear una idea viable. Sin dormir, sin parar… Pero ahí me di cuenta de que yo valía. Siempre he tenido el síndrome del impostor y allí me fijé en que, en verdad, era buena en esto. Mis ideas fueron útiles y salió adelante. Fue muy, muy guay».

Alba, en la calle de sus abuelos, en Sierra Elvira.
Alba, en la calle de sus abuelos, en Sierra Elvira. PEPE MARÍN

De los 27 proyectos que llegaron al congreso, solo 5 pasaron a la fase final y 2 lograron el apoyo para convertirse en realidad. Uno de ellos, el del equipo de Alba. «Estamos desarrollando un biosensor para prevenir la sepsis, que es una condición que sucede cuando una infección bacteriana llega a la sangre y se hace sistémica». Alba Sánchez, todo un referente.

https://www.ideal.es/granada/granadina-marte-20240108234610-nt.html

FOTO: Alba Sánchez otea el horizonte en Sierra Elvira, anejo de Atarfe. PEPE MARÍN

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