«Mi habitación son 4×2 metros sin ventanas. Estoy intentando ahorrar para irme a vivir sola»
‘Hora 25’ analiza la realidad de la emancipación en España. Aimar Bretos dirige una edición especial del programa desde el salón de unos chavales emancipados. Solo el 16,3% de los jóvenes españoles ha podido irse de casa de sus padres.
Mi habitación son 4×2 metros y no tiene ventanas. Pago unos 200 euros. No está pensado para que viva nadie, pero mi situación es temporal. Estoy aceptando esta situación para ahorrar y permitirme una entrada para una hipoteca». Esta es la realidad de miles de jóvenes en nuestro país. Ella es Carmen, una chica que vive en Madrid, y lleva 12 años compartiendo piso. Ella ha participado en la edición especial de ‘Hora 25’ desde el salón de unos chavales emancipados. Emancipación: una palabra que para mucha gente no es más que un animal mitológico.
Emanciparse en España es casi una misión imposible para los jóvenes. Solo el 16,3% de esta población, formada por más de siete millones de personas de entre 16 y 29 años, ha podido irse de casa de sus padres. Un porcentaje que está lejos de la media de la Unión Europea, situada en el 31,9%, tal y como recoge el último informe del Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud de España.
El estudio, publicado este martes, señala que el problema estructural de vivienda hace que nuestro país tenga una de las edades medias de emancipación más altas de Europa, a los 30,3 años. El precio de los alquileres, la forma más habitual de los jóvenes para emanciparse, se han disparado y están por encima de los salarios. Según este estudio, los precios están tan altos que si una persona joven quisiera vivir sola tendría que dedicar el 93% de su salario a los gastos de la vivienda. De hecho, en 7 comunidades autónomas (Andalucía, Cantabria, Euskadi, Cataluña, Canarias, Baleares y Madrid) habría que destinar el 100% del salario.
Aimar Bretos ha convocado a varios jóvenes en la casa de Elena. Son tres habitaciones, en el centro de Madrid, por unos 1.400 euros. Ella paga 630 euros por habitación, que comparte con su novio. Brais, por ejemplo, tiene 28 años y vive con dos compañeras de piso. «Ahora mismo irme a vivir solo es imposible. Pago unos 400 euros. Es un 38% de mi salario. Me independicé con 18 años. Irme a vivir solo es un sueño, pero no puedo», asegura.
Elena no se podría ir tampoco a vivir sola. «Con mi novio quizá sí, pero queremos guardar un poco. Él es francés y me llama mucho la atención cuando hablo con sus amigos que nos cuentan que estamos «perdiendo el dinero» con el alquiler. Conozco a cero personas que se planteen comprarse una vivienda ahora mismo», relata. Por su parte, Alejandro Ortega paga 410 euros de alquiler porque su habitación es la más pequeña de la casa. En muchos pisos los compañeros eligen la habitación en la que vivirán según su precio, mientras que en otros, como el de Brais, directamente se sortea.
«Me da un poco de vértigo pensar en cinco años vista. Espero no compartir piso», concuerdan los tres.
«El principal problema de los salarios hurta la capacidad de tener control de tu propio tiempo. Esto se asocia con la incapacidad para construir un proyecto vital», analiza Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III. «Si no puedes desarrollar ese proyecto vital, luego lloramos como sociedad. Decimos «es que la gente no tiene hijos». El país es menos productivo, uno no puede encontrar trabajo en cualquier sitio y tienes que incorporar el coste de la vivienda allá donde vas. No hay mayor riesgo que nos convirtamos en un país de rentistas: que nos hagamos con la propiedad de casas y las alquilemos para obtener beneficios», señala.
El problema de la emancipación no solo tiene que ver con los jóvenes. Va de muchas familias que soportan gastos importantes, en parte porque en el momento en el que se independizan sus hijos todavía tienen que sostenerlos económicamente o porque directamente los chavales no salen de la casa y se hunden. La hija de María tiene 25 años, es periodista y no puede plantearse irse de casa. Cobra 500 euros al mes. «No le daría ni para alquilar una habitación en un piso compartido», confiesa. «Con un contrato de dos meses no pueden plantearse un futuro. Nadie sabe qué pasará después», añade.
«Hay rasgos que son singulares de esta generación, aunque el problema de la emancipación no es nuevo. Quienes nacieron en 1992, cumplieron 16 años en 2008. Desde esa fecha hasta 2022 la renta per cápita, además de subir y bajar, la renta apenas ha subido un 2%. En esa etapa de la vida, resulta que la memoria que tienes es que si te comparas con la generación de tus padres, vivían mejor, se podían proyectar a futuro. Esta idea de no poder proyectarse es lo que es singular de esta generación», argumenta el doctor en Economía, Daniel Fuentes.
El economista lanza un mensaje optimista a los jóvenes: «Si vuestra generación hace de causa social la vivienda, el mercado laboral o el medio ambiente, no bajéis los brazos. Tenéis influencia en la materialización de la agenda política como han tenido todas las generaciones»
Por su parte, el columnista habitual de ‘Hora 25’, Joaquín Estefanía, también ha querido reflexionar sobre el asunto. «Conozco bien el problema. Tengo tres hijos, dos de ellos han compartido piso mientras estudiaban y uno aún no se ha podido emancipar. El problema está cuando juntas el precio con los salarios. Necesitamos un pacto intergeneracional urgente», sentencia.