EL MEJOR DE LOS TIEMPOS: «LOS 70» por José Miguel Díaz

ARTICULO PUBLICADO EN LA REVISTA MÚSICA EN BLANCO Y NEGRO Nº2 DE 19 DE JUNIO de  1992 POR EL ATARFEÑO JOSÉ MIGUEL DIAZ

No resulta fácil hablar de una década tan movida y conflictiva como la de los 70, sobretodo,  cuando ya ha caido tanta agua sobre los recuerdos que casi parece un sueño o también un mal sueño, para los que en esta época vivimos nuestros mejore o peores años. Lo de mejores o peores años lo digo porque como todas las décadas o etapas de la vida a unos nos llenan de nostalgia ( no sé si por nuestra juventud de entonces o si, por el contrario , porque de verdad vivimos como se puede decir «a nuestro aire) o en otros casos la nostalgia se vuelve pesadilla.

Yo particularmente me incluyo en el primer grupo, no porque todo fuera de color de rosa, pero creo que en el concepto global intenté sobrevivir. La decada no pudo empezar peor para los amantes del rock. Fue todo un palo las muertes de Janis Joplin y Jimmy Hendrix en 1970. Más tarde se uniría a ellos Jim Morrison en 1971. Estos inicios de la década era la época del hippismo retardado, porque en España todo llegaba con varios años de retraso y, por supuesto, el movimiento hippy no sólo llegó tarde sino que también llego mal. Y llegó mal porque casi no llegó.

Los que en aquella época llevábamos el pelo largo y la vestimenta un poco salida de lo normal, eramos mirados con recelo, sobretodo por la gente más conservadora de la tradición; esa tradición que decía que el pelo largo era una cosa exclusiva de la mujer. En esta época todo estaba prohibido y por supuesto, las huelgas y manifestaciones aún más.Los más inquietos no nos perdíamos una. Aún recuerdo  la famosa huelga de la construcción que acabó con la cifra de tres obreros muertos aquí en Granada.

Siempre queda tiempo para reunirnos unos cuantos amigos y escuchar las pocas novedades musicales que llegaban a nuestro país. Como el presupuesto estaba muy bajo, sobretodo para la gente que estudiaba, porque los que currabamos siempre teníamos un poco más alta la economía, para escuchar estos discos no quedaba otra alternativa que estas reuniones y cada uno llevaba su última adquisición que podía ser el último de Pink Floid o Led Zeppelin o bien el primer disco de un nuevo grupo que se llamaba Génesis y que lideraba un hombre con una magnifica voz y que además tocaba la flauta  y que se llamaba Peter Gabriel.

En esta primera mitad de los 70 tanto la música como las costumbres sufrieron un cambio radical.

En música, después de la separación de los Beatles y superado el pop de la década de lso 60, llegarían grupos y músicos de gran calidad como Yes, Emerson, Lake&Palmer o Elton John o David Bowie. Estos últimos junto a grupos como T.Rex, Slade o Sweet, serían los artífices de un movimiento musical que fuera de  España se llamó «Glam Rook», y dentro , para dar la nota como siempre , lo llamaron «Gay Power». Se trataba de un movimiento que, al margen de la calidad de su música (hubo de todo como en cualquier movimiento), era llamativo  y lleno de colorido: vestimentas femeninas, ojos y labios pintados, libertad de la homosexualidad, la bisexualidad y el sexo liso y llano, dentro de la estructura social de este tiempo, con las música , como siempre y una vez más, al frente de la manifestación mostrando todo su poder y su fuerza.

De este movimiento quedaron aquello horribles zapatos de plataforma y aquellos pantalones superestrechos por arriba y superanchos por abajo. esta creo que ha sido la moda más hortera de  todos los tiempos pero que sin explicación , todos nos la pusimos. Esta fue también la época de los cines de arte y ensayo y las salas especiales donde se podían ver  películas en versión original y, por supuesto, sin que la tijera de la censura metiera la mano. El régimen de aquella época , por otra parte, discriminaba de una manera flagrante al español de pueblo, porque para poder abrir una sala especial, era necesario que la población tuviera más de cien mil habitantes. Los pueblerinos al parecer, no estábamos maduros para ver » El sirviente» «Jules et jim» o » la Naranja mecánica».

El país,  vetado en muchas posibilidades expresivas y asociativas, tendió a la creación de mitos populares como el forzudo boxeador Urtain, cuyas peleas televisadas vaciaban las calles o como el Cordobés del que el 1 de Mayo televisaban las corridas para que la gente no acudiera a las manifestaciones no autorizadas.

Pasada ya la fiebre del zapato tanque y del pantalón de campana, llegaría el pantalón de pana, símbolo de los que se llamaban «progres». Los «progres» estaban a medio camino de la filosofía de Marx y de la de Marcuse, desconfiaban de la capacidad  revolucionaria del nuevo proletariado y le daban a los jóvenes, a los negros, a las mujeres y alos marginados un nuevo papel en la siempre aplazada revolución. Los «progres» se consideraban vencedores morales de la guerra de Vietnam y celebraron la caída de Nixon con el mismo entusiasmo que festejaban la muerte de Franco y del franquismo.

Los primeros porros fueron para los «progres»  un ritmo de hermanda clandestina que les unía frente a los representantes de la izquierda  clásica que rechazaba los » paraisos artificiales». Su corazón estaba dividido entre Pink Floyd y Paco Ibáñez, a ellos les hubiera gustado  ser hippies pero se quedaron en el asfalto y a lo más que llegaron  fue a comprar una parcela urbanizada o un chalet adosado en las afueras de la ciudad. Quisieron revolucionar la vida cotidiana y transformar los viejos usos del sexo, predicaron la comuna pero lo más que consiguieron fue el divorcio.  Unos se hicieron ecologistas, otros toxicomanos y la mayoria ingresaron en las filas del Psoe y se hicieron socialdemócratas

 

 

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