Polivalentín o el amor en tiempos del siglo XXI: «Es un sentimiento que se transforma»
San Valentín llega a Granada con un amplio abanico relacional que muestra la libertad y diversidad de las relaciones amorosas
Entre flores y bombones, San Valentín es celebrado -o criticado- por parejas cada vez más distintas y alejadas de la norma socialmente aceptada. Hay uniones que no se estancan en el modelo monógamo tradicional, sino que han adoptado otros estilos de vida como la poligamia y poliamor. Como el refrán afirma, compartir es querer. Ser polígamo consiste en tener la posibilidad de enamorarte de más de una persona a la vez y poder tener una relación que no se limite a la dualidad clásica. Ya lo decía Gabriel García Márquez: «Se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna».
Un término a menudo confundido con el poliamor es el de relación abierta. Sin embargo, no equivalen en significado. Una relación monógama o poliamorosa puede o no ser abierta. La apertura consiste en la libertad de los miembros que conforman el vínculo de mantener relaciones sexuales con personas ajenas al lazo emocional. Ni que decir tiene que todos estos vínculos están formados por las distintas sexualidades que conforman el género humano: heterosexualidad, bisexualidad, asexualidad u homosexualidad.
A menudo, San Valentín se asocia con el consumismo y el materialismo y se ve como una especie de imposición: «aunque ese día no tengas tiempo o no te apetezca, hay que celebrarlo y gastar dinero en ello», comenta un granadino. Con esta perspectiva concuerdan otras que defienden que «nada ni nadie tiene que imponernos un día en el que celebrar que estamos enamorados. Nosotros lo sabemos, lo expresamos de otras formas y no creemos importante un día para ello». Se prefieren los detalles sorpresa: «somos más de buscar días improvisados para la celebración, sin buscar motivo». Sin embargo, no se cae en la crítica radical: «es bonito que exista un día para celebrar el amor, aunque estaría bien hacerlo con una perspectiva crítica: ¿lo celebro porque me apetece o porque es lo que toca?». Otros afirman que «si de verdad estas enamorado lo demuestras con acciones y con hechos día a día«.
El amor, cuando lo escuchamos en boca de las personas cercanas, cobra un sentido mayor. «El amor es un sentimiento, una unión y un compromiso. Sobre todo, con el paso del tiempo, nos hemos dado cuenta de que es un sentimiento que se transforma, que pasa de lo químico a lo personal, es una libre elección día a día». Una afirmación con la que otra pareja concuerda, pues «es compartir, crecer con la otra persona, estar en lo bueno y en lo malo«.
El amor es, además, un lenguaje o, más bien, lenguajes. Según Gary Chapman, existen cinco dialectos para expresarlo: tiempo de calidad, palabras de afirmación, actos de servicio, regalos o contacto físico. Según el mundo creado entre dos personas y sus individualidades puestas en común, podrán predominar unos sobre otros. «El mejor lenguaje es el del silencio. El saber respetar el espacio de la otra persona, abrazar en silencio cuando algo no va bien, la sensación de tener a una persona que te espera en casa…», comparte una de las parejas. Y es que a veces, cuando los cuerpos hablan, sobran las palabras.
El tiempo de calidad es uno de los idiomas preferidos, pudiendo compartir «miradas» como menciona otra de las parejas, cuya relación es la mayor parte del tiempo a distancia, por lo que «cualquier momento que podamos aprovechar para vernos lo invertimos en nosotros». Es sabido que los ojos son el espejo del alma y cuando en el alma habita el ser amado, las orbes hablan por sí solas.
Sin embargo, las letras tampoco sobran y las palabras de afirmación son algo esencial en un vínculo: «Considero muy importante que mi pareja me aporte seguridad, certeza, estabilidad y tranquilidad en cuanto a nuestra relación, al mismo tiempo que yo puedo aportar todo eso. Las palabras de afirmación son un lenguaje del amor que también me aporta cierta calma«.
También destacan los regalos, aunque no en su vertiente más capitalista, sino en la detallista y de dedicación e interés en los gustos de la pareja, «todos los regalos tienen su parte bonita porque la otra persona ha dedicado un tiempo exclusivo para agradarnos», «le damos más importancia a detalles menos materiales, como una carta», «no fue en San Valentín, casualmente fue en febrero un día cualquiera, me regalo una experiencia en las montañas para empezar a subir vía ferrata. A partir de eso, nos hemos vuelto adictos a hacer actividades de montaña» confiesan los enamorados. Otra pareja señala la importancia del contacto físico «porque denota cercanía y confianza con respecto al cuerpo y la persona de mi pareja».
Aunque, como dice otra de las relaciones, «es importante que se experimenten todos los lenguajes del amor, en mayor o menor medida, de manera recíproca, siempre entiendo cómo ama cada uno y qué manera tiene de expresarlo».
Dentro de este día también tienen cabida los corazones rotos y el desamor. Es importante recordar que no existe un sólo tipo de amor, el romántico, sino que el día a día está lleno de este sentimiento: la familia, los amigos, los pequeños peludos que reparten cariño y compañía o tener tiempo para dedicarlo a los hobbies favoritos. Reivindicar el amor pasa por un cambio transversal, consiste en colocar en la misma balanza todos los tipos de afecto y darles el mismo peso, «para mis relaciones considero que tener un equilibrio es muy necesario».
Como habrá podido comprobar el lector, en ningún momento se mencionan nombres ni detalles sobre las personas implicadas. Entre estos testimonios encontramos personas homosexuales, bisexuales, heterosexuales, con una relación monógama, abierta o poliamorosa. ¿Podría distinguir qué testimonio pertenece a cada uno? Imposible, porque el amor es un lenguaje universal que se puede representar en lo local y en lo individual. Y es que, recordando la famosa cita de Cortázar en Rayuela, «como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio».