25 noviembre 2024

Guía para entender cómo afronta el sexo la Generación Z

Desde el momento del ligue hasta la cama, nada es como antes (espóiler para padres y madres: os va a sorprender)

Hay un verso del periodista y poeta malagueño Manuel Alcántara que resulta estremecedor porque tiene mucho de sincero, pero también de doloroso: «Siempre tuve un pobre presupuesto para el amor…», se disculpa en uno de sus libros. Y, claro, no se refiere a no disponer de pasta para invitar a la pareja a cenar, sino al poco tiempo que a veces dedicamos a pensar en este sentimiento: teniendo en cuenta su fama de ser el motor que mueve el mundo, lo hemos dejado bastante desatendido.

Eso sí, llegan estos días previos a San Valentín y, aunque solo sea porque los escaparates se llenan de corazones, solemos reflexionar (brevemente) sobre el tema. Y es inevitable que nos preguntemos, en la era del Tinder y de las citas en cadena, hacia dónde caminan el amor y su amigo (¿inseparable?) el sexo. Porque, desde luego, ya no se liga como antes, ni en la cama nos comportamos como antes, ni el día después del intercambio carnal es como antes. ¿Cómo se viven ahora estos tres escenarios, especialmente entre los más jóvenes? Spóiler: padres y madres muy chapados a la antigua, a lo mejor os vais a sorprender…

70% proporción de personas que viven en pareja en España

Antes de entrar en harina, vamos a esbozar, con unos datos, el panorama en que se mueven sus relaciones: en España, la virginidad (y perdón por esta palabra que ya resulta casposilla) se pierde, como media, a los 18, dos años antes que a finales de los 90. Lo dice el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), aunque otros organismos ofrecen cifras quizá más realistas (15 años) y hasta alarmantes (13,8).interior tinder 

Casi el 40% lo hace con personas que no conoce bien. Y en esta enorme bolsa están esos primerizos cuyo trampolín a la primera experiencia sexual con penetración son las redes sociales o los portales de ligue.

Sexo o amor

Según datos del ‘Digital Market Outlook’ de Statista en España, un 13% de la población tiene cuenta en alguna de estas plataformas. Para la ‘generación Z’, nacida a finales de los 90 o principios de los 2000, lo de ligar en bares, verbenas o porque un amigo hace las presentaciones ya no es el método habitual. Lo de ir ‘a salto de mata’ o al ‘si surge’ también es de otra época. El cambio de paradigma en el acceso al sexo, sea a la primera experiencia o a las siguientes, «es brutal», sentencia Cecilia Bizzoto, socióloga y portavoz de JoyClub, una red social de ‘swingers’ (personas que practican intercambio de parejas).

«Una de las principales características de estos tiempos es que el binomio sexo-amor ya se separa sin dificultad. Ojo, esto no quiere decir que todo sea ya sexo sin amor y que el amor se haya acabado… Lo que pasa es que la gente, sobre todo las generaciones más jóvenes, entiende que son cosas que pueden ir juntas o no. Y no pasa nada. Tienes sexo y luego eliges si te vinculas o no».

‘Hardballing’

En realidad, esta claridad de ideas que en generaciones mayores brilla a veces por su ausencia (de los 45 para arriba somos muy ‘dramas’ con el cóctel sexo-amor) la llevan muy bien los ‘zetas’.

interior sexo

No quieren perder el tiempo… ni hacérselo perder a la otra persona. Y esto tiene (cómo no) un nombre: ‘hardballing’. La traducción sería algo así como «salir con intención», es decir, ser honesto con la otra parte desde el primer momento, en muchos casos incluso antes de tener la primera cita cara a cara, y expresar tus intenciones.

Si quieres algo serio, una historia de amor muy muy grande, un maratón de sexo o un simple restregón. Esto, claro, evita problemas, pero también ‘mata’ esa parte imprevisible y deliciosa de las relaciones, donde todo puede pasar… ¿no?

Racionales sin condón

Así, según Bizzoto, el sexo se ha ‘hiperracionalizado’ gracias a las nuevas tecnologías. Ahora la gente ya ‘apunta’ muy fino. «Hay hasta apps para ligar con ciclistas, con veganos, con gente que tenga perro, y luego existen los filtros de las apps de ligue (personas rubias, con ojos azules…)», repasa la socióloga.

30 Parejas sexuales

es el promedio que un hombre tendrá en su vida, según la Sociedad Ginecológica Europea. Las mujeres, 10. Pero, ojo, ellos exageran y ellas minimizan. Estas cifras solo contabilizan experiencias hasta los 45 años, así que se pueden incrementar.

Una vez ‘elegida’ la pareja y aclarado lo que se espera de ella…, llega la hora de negociar (también) qué se hace en el terreno íntimo. También puede sonar frío, pero no es de extrañar que se ‘pacten’ de antemano -no sobre la marcha- ciertas cosas (sexo oral, anal, intensidad, alguna peculiaridad que se escape de ‘lo normal’…).

Porque, aunque tendemos a pensar que los más jóvenes están muy marcados por la pornografía y luego llevan a cabo todo lo que han visto, lo cierto es que a muchos les repelen (sí, repele) el sudor, la desnudez, la penetración y todo lo que no sea más o menos ‘aséptico’… Eso sí, para ser tan ‘higiénicos’, son poco amigos de los preservativos: el 40% no usa nunca o casi nunca condón (de ahí el aumento de las enfermedades de transmisión sexual). ¿Y si, después de tanto filtro y tanto elegir y tanto pactar, las cosas no han ido bien en el sexo? «Tenemos a nuestra disposición mucho mercado, por eso la gente es más selectiva. A seguir buscando… Tenemos la balanza siempre lista para ver si lo que nos dan nos compensa o no», apunta Bizzoto.Si las cosas no funcionan, no pasa nada. Sencillamente seguimos con nuestra vida y buscamos nuestra siguiente pareja. Sin dramas.

Porque hay algo que ahora ya no discute casi nadie (salvo un puñadito de románticos) y que, para ella, resume el espíritu de estos tiempos: «El amor no es para toda la vida». Y el sexo…. menos, claro.

Lo de nuestros padres y abuelos

Es inevitable que, cuando hablamos de Tinder, poliamor o parejas abiertas y están delante nuestros mayores (si es que vencemos el pudor y nos atrevemos a tocar esos temas en su presencia), ellos se echen las manos a la cabeza, no entiendan nada y digan eso de ‘cómo ha cambiado el cuento’.

Hasta la mitad del siglo XX, «el deseo estaba ahí, claro, pero el contexto para interactuar lo tenían muy limitado. Se echaban el ojo en verbenas, en bodas… y, si había interés (por parte del hombre), el ‘protocolo’ era empezar a verse para pasear… ¡Pero con una carabina!», indica Lurdes Lavado, sexóloga del centro Alborabide. La buena reputación de los dos miembros de la pareja (sobre todo, de ella) dependía de ello. Así que de intimidad antes del matrimonio, cero. A no ser que la carabina fuese un poco despistada o los amantes muy amantes del riesgo o que fuesen homosexuales y quedasen con ‘amigos’ o ‘amigas’.

Conocerse en las verbenas o a través de amistades en común, salir con 'carabina' y casarse antes de tener sexo (a veces a oscuras y medio vestidos) caracterizó aquellos años
Conocerse en las verbenas o a través de amistades en común, salir con ‘carabina’ y casarse antes de tener sexo (a veces a oscuras y medio vestidos) caracterizó aquellos años

«El caso es que el 95% se casaba virgen», apunta la sexóloga. En especial, las mujeres, salvo esas pocas que ‘se dejaban’ antes del matrimonio y que, si se quedaban embarazadas, sufrían el estigma social toda la vida. «Con los hombres todo era mucho más permisivo: era frecuente que el padre, en cuanto se hacían mayorcitos, los llevase donde una prostituta para que les ‘enseñase’», cuenta Lavado. Y era en los prostíbulos (o con las criadas si el hombre era de buena familia) donde se llevaban a cabo las prácticas que no se atrevían a proponer a la esposa.

13% Es el porcentaje de los que se casan hoy en día con su primer amor

Porque, en aquellos años, el sexo en el matrimonio tenía una función meramente reproductiva. De ahí que muchas señoras mayores admitan ahora que ellas ni siquiera saben lo que es un orgasmo. «Claro, tenían relaciones tapadas con la sábana y con camisón», resume Lavado. Cierto es que, en círculos muy progresistas, ya había de todo, pero esto no llegó al común de los mortales hasta mucho más tarde.

Lo de los 80

Desde finales de los sesenta las cosas cambiaron: no es que España fuese una bacanal, pero las parejas ya se conocían en discotecas y bares (anteriormente no se veían chicas solas en un bar, salvo las de ‘mala vida’) y «la incorporación de la mujer al trabajo también amplió los posibles escenarios donde se conocían las parejas, que ya podían enamorarse de alguien que no fuese de su entorno más inmediato», apunta Laura Morán, psicóloga y terapeuta de pareja.

A partir de los 70, las discotecas, el cine y los asientos traseros del coche eran los lugares típicos para 'relacionarse'. Eso sí, el temor a embarazos no deseados o a las ETS provocaban situaciones dramáticas entre las parejas.
A partir de los 70, las discotecas, el cine y los asientos traseros del coche eran los lugares típicos para ‘relacionarse’. Eso sí, el temor a embarazos no deseados o a las ETS provocaban situaciones dramáticas entre las parejas.

La experta aclara que en esta época también cambia el nivel de intimidad permitido: «Se avanza en eso y en la nocturnidad, el toque de queda en las familias ya no es tan estricto. Hombres y mujeres se vuelven más atrevidos». Lo que pasa es que la idea del amor romántico y de la decencia está aún muy presente (por mucho mayo del 68 que hubiese habido, eso en España tuvo un eco limitado a círculos pequeños). Así que los encuentros sexuales todavía precisaban de ciertos ‘preparativos’, como un ambiente romántico. Es decir, una ‘excusa’ para allanar el camino hacia la cama (o el lugar elegido).

La consigna de esta época es la de «si hay fuego, que no se vea el humo», resume la sexóloga Lurdes Lavado. Es decir, la gente se iniciaba en el sexo con una pareja habitual (no con gente que apenas conocía), pero ya no tenía tabúes una vez en harina. Eso sí, de solteros, se hacía el amor solo con el novio o la novia. Eso siempre. Y con la intención de continuar con la relación. Es decir, el sexo quizá no requería matrimonio, pero sí cierto compromiso. Y mucho secretismo.

«No como ahora, que tus hijas te dicen ‘corre, llévame en coche a tal sitio que me voy a enrollar con uno’. Así que San Valentín… será San Follarín», bromea la sexóloga. Ay, si los antepasados levantasen la cabeza…

Solange Vázquez

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