Mujeres que hacen historia: Joaquina Eguaras y el Museo Arqueológico de Granada
La historia de una institución centenaria como es el Museo Arqueológico y Etnológico de Granada está repleta de anécdotas, personajes e incluso leyendas.
Podríamos llenar páginas sobre esta dilatada historia y sus personajes protagonistas, pero con esta noticia, nos gustaría recordar a alguien que en sus más de treinta años como directora del museo forma parte ineludible de este relato. Una mujer que modernizó el museo y que lo convirtió en una institución de primer orden, ampliando considerablemente su colección y destacando en áreas tan diversas como la catalogación y difusión de las colecciones y el impulso de excavaciones arqueológicas.
Se trata de Joaquina Eguaras Ibáñez. Nacida en Navarra en 1.897, llegó a Granada, la que sería su ciudad durante el resto de su vida, con tan sólo dos años de edad, y aquí desarrollaría su brillante carrera profesional. Joaquina, abrió un difícil camino para muchísimas mujeres que vendrían detrás de ella, y consiguió retos inimaginables para una mujer de la época: no únicamente estuvo entre las tres primeras mujeres en conseguir el acceso a la universidad, sino que tras licenciarse en Filosofía y Letras en 1.922, se convertiría en la primera mujer en desempeñar el cargo de profesora en la Universidad de Granada en 1.925 y sería la única hasta una década después.
En 1.930, ingresó por oposición en el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, incorporándose desde el inicio como directora del Museo Arqueológico de Granada, puesto que ejerció hasta su jubilación en 1.967. Desde este cargo impulsó nuevas investigaciones y excavaciones, así como la adquisición de nuevos fondos e importantes depósitos y donaciones como la de Manuel Gómez-Moreno Martínez. En sus casi 37 años de dirección los fondos del museo se incrementaron de 1.800 a 8.500 piezas registradas. Entre las piezas que engrosaron la colección bajo su dirección cabría destacar algunas obras singulares que forman hoy día parte de la exposición de los Tesoros del Museo Arqueológico como el Toro de Arjona, la Matrona de Almuñécar o la diadema de oro procedente de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol. Además, inició la sección de artes decorativas con la compra por parte del Estado de 260 piezas de vidrio de Castril.
Entre sus otras ocupaciones destacan las publicaciones de estudios semíticos y sus aportaciones a la Escuela de Estudios Árabes, con la que colaboró desde su surgimiento en 1.932 como docente especialista en árabe y hebreo y también en el pasado musulmán de Granada.
Tan importante fue su labor, tanto la académica como la desarrollada al frente del museo, que recibió numerosos reconocimientos y homenajes a su figura: al jubilarse en 1.967 fue nombrada por el Ministerio de Educación y Ciencia, directora honoraria del Museo Arqueológico de Granada, y profesora adjunta honoraria de la Facultad de Letras de la Universidad de Granada. También obtuvo la Orden de la Mehdawiya, la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y la Medalla de plata al Mérito en las Bellas Artes. Además, la ciudad de Granada quiso preservar para siempre su memoria otorgándole su nombre a una avenida y a un barrio.