«La feminización de la pobreza» por Juan de Dios Villanueva Roa

Las diferencias sociales están cada vez más latentes en estos barrios en los que nos movemos.

Siempre fueron, pero ahora existe una profunda sima que señala dos márgenes en los que habitan gentes de condiciones cada vez más alejadas. Parece que los móviles nos igualan, pero eso forma parte de una estrategia manipulativa general y aceptada.

En realidad, en esta sociedad hay costumbres muy marcadas y asentadas. La pobreza es una de ellas. Por poner un ejemplo, los trabajos peor pagados están siendo realizados por mujeres, principalmente, y en esos ámbitos generalmente quienes mandan son varones. Y no es que sean labores prescindibles y de ahí el escaso salario. Por ejemplo, la ayuda domiciliaria a personas mayores o discapacitadas, fundamental para el equilibrio social de las familias digamos de clase media, atendida fundamentalmente por mujeres, con salarios irrisorios. ¿Los puede hacer cualquiera? Más bien se precisan una serie de capacidades profesionales nada desdeñables, desde sanitarias, gastronómicas, fisioterapéuticas, domésticas, psicológicas, etc., y se pagan no mal, peor.

Pero en la estructura de estas empresas arriba aparecen los hombres otra vez. En el mundo de la limpieza ocurre igual, muy mal pagadas. Y es que la pobreza toma los colores femeninos y aparentemente a nadie importa. Otra cosa a restar es la dedicación de la mujer a responsabilidades que socialmente parecen exigir otros tiempos fuera del estrictamente laboral en espacios de tertulia y supuestamente de ocio, en los que acaba de repartirse el bacalao: ellas parecen tener asumidas y en sus manos están depositadas las obligaciones que nosotros nos sacudimos: las domésticas, todavía. No diga en mi casa no, ya no queda bien.

FOTO: https://www.cronicanorte.es/algete-adapta-la-ayuda-a-domicilio-de-las-personas-dependientes-con-un-servicio-mas-moderno/153458

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