Cómo deben dormir los bebés, qué hacer si sangran por la nariz y otros mitos de la salud infantil que conviene aclarar

La salud de los más pequeños está rodeada de creencias erróneas que muchas veces sabotean su crianza.

Cuantas veces hemos oído eso de ‘pues antes mojábamos el chupete en miel para calmar al bebé y ninguno se ha muerto’ o ‘ponle las zapatillas al niño que va a coger una pulmonía’. Sin olvidar los clásicos ‘no te bañes que acabas de comer y te va a dar un corte de digestión’, ‘no le pongo crema solar que está nublado’ o el famoso ‘no le pienso volver a vacunar de la gripe. Se la puse el año pasado y pilló la peor de su vida’… Todas estas afirmaciones, que muchas veces pasan de generación en generación sin ponerse en duda, no son más que algunos de los mitos que rodean y, en ocasiones, torpedean la crianza de los niños, una etapa ya de por sí complicada para los padres.

La doctora Lucía Galán, conocida en redes sociales como ‘Lucía, mi pediatra’, acabar de publicar un libro en el que desmonta todas estas falsas creencias sobre la salud física y mental de los más pequeños. «Eso de ‘pues de toda la vida se ha hecho así y nunca ha pasado nada’ es un argumento que no se sostiene. Sí ha pasado, claro que ha pasado. Lo que ocurre es que no te ha pasado a tí», aclara la especialista y autora de ‘Los virus no entran por los pies’ (Ed. Planeta) y pone un ejemplo en primera persona. «He viajado toda mi infancia y adolescencia en el asiento de atrás del coche con mi hermano y mis primos. Ninguno llevábamos cinturón de seguridad. Efectivamente, era lo que había y nunca nos pasó nada, pero eso no lo convierte en lo mejor. Desde que es obligatorio, el número de muertes de niños en accidentes de tráfico se ha reducido en un 90%». Estos son algunos de los mitos más extendidos.

Los dientes, el dolor y la fiebre

«Nunca nada tan pequeño ha generado tantos bulos. La erupción dental podría causar en el niño una irritabilidad leve, cierto babeo y una pequeña inflamación de las encías. Punto. La salida de los dientes no causa fiebre, ni diarrea, ni trastornos del sueño, ni pérdida de peso ni pone el culete rojo», insiste la pediatra. Tampoco sirve de nada frotar las encías del bebé con jarabe de paracetamol y mucho menos ponerle un collar de ámbar para mitigar el dolor. Esto último, además de ineficaz es muy peligroso.

Ramita de geranio para el estreñimiento

Que lo hicieran nuestras abuelas no lo convierte en verdad absoluta. Cuando un bebé está estreñido «no se estimula su culete con una ramita de geranio ni con ninguna otra cosa que no haya recomendado el pediatra», alerta la doctora Galán, que ha visto «de todo» en su consulta. Y los polvos de talco tampoco son lo mejor para el culete irritado. Secan la piel, pero también la puede infectar si se cuelan en una herida abierta.

Manzanilla para lavar los ojos

Tampoco. «Los ojos de los bebés y de los niños se limpian con agua y una gasita o con suero fisiológico. Nada más», añade.

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Mejor que duerma de lado, para que no se ahogue si vomita

Los bebés tienen que dormir siempre boca arriba. Ni de lado, ni boca abajo. ¿Y si vomita? «Pues si vomita o regurgita de forma espontánea, girará la cabecita a un lado y su vía aérea estará a salvo. Las recomendaciones oficiales son muy claras y contundentes: si ponemos de lado a nuestro bebé y tiene un vómito violento, puede darse la vuelta involuntariamente, poner su cara sobre el colchón y comprometer su respiración puesto que durante los primeros meses son incapaces de ponerse de nuevo boca arriba por ellos mismos», argumenta la especialista.

No lo cojas en brazos que se malacostumbra

‘Eres una blanda, lo estás malcriando, a estos niños les faltan límites, déjalo que no le va a pasar nada, si lo coges cada vez que está inquieto lo malacostumbras’. Este tipo de comentarios son muy habituales… y falsos. «Si el bebé llora hay que cogerlo, besarlo, calmarlo, achucharlo y ofrecerle un lugar tranquilo y seguro entre nuestros brazos. Y tampoco se le ensanchan los pulmones porque llore más», precisa Lucía Galán.

En la escuela infantil se inmunizan

Pues no, el hecho de que los niños estén expuesto a más virus y bacterias no los inmuniza ni los hace más fuertes. «Lamentándolo mucho, la mayor parte de las infecciones que contraen nuestros hijos en la escuela infantil no generan inmunidad permanente. La realidad es que los menores de tres años escolarizados enferman el triple de veces que los no escolarizados».

Va siempre descalzo, se va a resfriar

Y aquí está la madre de todos los mitos. Tan extendida está esta creencia que la pediatra Lucía Galán ha titulado así su nuevo libro. «Los virus no entran por los pies. ‘Ya, no entrarán por los pies, pero se enfrían y después se constipan’. «Que no, las infecciones respiratorias se contraen por el contacto directo boca a boca con una persona enferma no por contacto suelo-pie ni pie-pie. Andar descalzo no causa mocos, ni fiebre, ni dolor de garganta. Para evitar los contagios, lo más importantes es lavarse las manos frecuentemente. Tampoco van a coger una pulmonía por salir al patio sin chaqueta ni por acostarse con el pelo mojado. El frío por sí mismo no nos resfría. Lo que ocurre es que las bajas temperaturas producen ciertos cambios en nuestro organismo que facilitan que los virus y bacterias circulantes causen una enfermedad una vez dentro de nuestro cuerpo. Pero la causa no es el frío», aclara la pediatra.

Ni desayuno es la comida más importante ni su cerebro necesita azúcar

«El desayuno no es ni mejor, ni peor que otra comida», resume la doctora Galán. «Al final lo que cuenta es lo que comemos a lo largo de todo el día. Habrá niños que desayunen un vaso de leche sin más y luego se tomen su bocata y su fruta a media mañana (estupendo) y los habrá que coman todo eso en el desayuno, estupendo también». Y lo que necesita su cerebro no es azúcar, son hidratos de carbono, que los encontramos en frutas, cereales integrales… Los niños no necesitan tomar azúcares libres para ser más listos, ni para pensar mejor ni para que no tengan una hipoglucemia».

Un chorrito de vino al guiso, que el alcohol se evapora

Lucía Galán es tajante. «Primero, el alcohol no se evapora completamente y, segundo, sí que puede pasar algo. De hecho, pasa. No hay cantidad segura de alcohol en la infancia ni durante el embarazo.

Bebidas isotónicas y arroz blanco para las diarreas

«No, no y no». Los refrescos tipo Aquarius está absolutamente desaconsejados en procesos de diarrea aguda porque pueden empeorar los síntomas y aumentan el riesgo de deshidratación. Tampoco hace falta que coman solo arroz blanco. «Las recomendaciones sobre la gastroenteritis han cambiado mucho en los últimos años. Cuanto antes coman su dieta habitual antes se recuperarán su mucosa intestinal, evitanto, por supuesto, ultraprocesados y azúcares».

Tiene manchas en las uñas, le falta calcio

Lo que le pasa en las uñas es que se las ha golpeado, nada más. «La presencia de manchitas blancas (leuconiquia) no tiene nada que ver con los niveles de calcio en sangre ni con la mayor o menor cantidad de leche que toman los niños».

¡Uy, qué miedo las vacunas!

Lo que de verdad daría miedo es no tener acceso a ellas. «Además de salvar vidas, las vacunas son una magnífica herramienta para erradicar enfermedades. Y no, no causan autismo, ni les fríe el cerebro a los niños».

Le sangra la nariz ¡échale la cabeza hacia atrás!

Al contrario. Cuando sangra por la nariz debemos de colocar la cabeza ligeramente hacia delante y presionar con los dedos pulgar e índice a modo de pinza durante unos minutos.

Ansiedad, depresión… Los niños también tienen problemas de salud mental

Los problemas de salud mental también afectan a los menores. El trastorno de ansiedad, por ejemplo, afecta a entre un 10 y un 20% de niños y adolescentes y muchos de ellos terminan erróneamente en consultas de cardiología porque sus síntomas a menudo se confunden con los de otras patologías. «Sigue existiendo mucho silencio y estigma social con respecto a la salud mental y en estos casos se debe consultar consultar con un profesional especializado. Cuando un niño en etapa escolar tiene depresión, pueden aparecer dificultades de concentración, poco interés o está irascible, cuando antes esto no le ocurría. También son habituales dolores múltiples recurrentes (de cabeza, abdominales…) y esto hace que muchas veces los padres consulten al pediatra en lugar de pensar en un profesional de la salud mental», señala la doctora Galán.

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