María Oruña, escritora: “Hay que dar menos discursos y hacer más cosas”
Tras el éxito de su serie de libros de misterio ‘Puerto escondido’, la escritora gallega se estrena en la literatura infantil con ‘El tren fantasma’
Ese material quedó ‘olvidado’ en una carpeta del escritorio de su ordenador hasta que una conversación con amigos a dos de sus grandes compañeros de ese mundo, Ledicia Costas y el desaparecido Miguel López, más conocido en redes como El Hematocrítico. A partir de ahí, vino todo rodado. Miguel se lo pasó a Anaya y casi de inmediato la maquinaria editorial se puso en marcha. “El cuento iba ganando entidad y solidez según pasaban los días con la unión de mi texto y las imágenes de la ilustradora Ana Zurita”, relata la escritora.
María se enfrenta por primera vez al público más sincero y honesto que hay (los niños) y las dudas están ahí. La primera es si lo que le hizo gracia a su hijo divertirá también a una audiencia más genérica. Dirigida a niños entre 6 y 9 años, El tren fantasma es la historia de un niño al que no le gusta irse a la cama. Para ayudarle a conciliar el sueño, su padre tiene una idea genial: descubrirle las aventuras que suceden en ese libro y que Alan vive en primera persona cuando se queda dormido… “Aquí no haymoralina. Ahora muchos títulos son de bullying, versan sobre el racismo o hablan de orientación sexual. El tren fantasma no es nada de eso. Se trata de un relato para pasarlo bien y compartir un buen rato, sin mayores pretensiones. Yo quería transmitirles a los niños la idea de ‘y si fuera posible…’, aunque fuera en un sueño. Cerrar los ojos y encontrar un mundo de aventuras”.
Los padres que sean seguidores de la obra de esta escritora gallega podrán encontrar también su sello en esta entrega infantil, porque su objetivo cuando se pone a escribir, indica, es siempre el mismo: despertar la curiosidad de la persona que está al otro lado. “Y eso es muy difícil hoy en día, porque a un clic, tanto adultos como niños tienen entretenimiento asegurado sin necesidad de mover nada en la cabeza”.
Sus libros para adultos se han acabado convirtiendo en sagas, pero todavía es pronto para saber si con este pasará lo mismo. “Acaba de llegar a las librerías y aún tenemos que ver cómo es la reacción del público, así que por ahora no pienso en nada. Hay muchas historias por ahí, pero mi prioridad es la literatura adulta. Para dedicarte al mundo infantil tienes que prepararte de otra manera: el lenguaje que se usa, la ambientación, todo es distinto. No me veo siendo la próxima JK Rowling”.
De abogada a escritora de éxito
Oruña recaló en el mundo de la literatura por una concatenación de circunstancias. “Cuando estudié la carrera de Derecho pensé que iba a ser Perry Mason, que asistiría a los juicios, diría eso de ‘Protesto, señoría’ y pondría a todos los malos en el calabozo. Al final todo es mentira, porque tienes que pagar la hipoteca. Me tocó trabajar en bancos, derecho laboral, contratos civiles y mercantiles… ¡mucha burocracia!”, recuerda. Entonces, dejó el bufete en el que trabajaba, se centró en la crianza de su bebé y comenzó a montarse su propio despacho desde casa.
También empezó a escribir sin ningún tipo de expectativa. “Yo no conocía a nadie en el mundo literario, no sabía ni cómo contactar con una editorial, jamás había hecho un curso creativo literario”. En aquella época, reconoce, sintió el síndrome de la impostora. “No me atrevía a decir que era escritora porque… ¿qué pensarían los escritores de verdad?”. Tras el éxito de Puerto escondido ese sentimiento se desvaneció, pero todavía hoy, asegura, “sigue aprendiendo, mejorando y subiendo más escalones”.
“Aquí no haymoralina. Ahora muchos títulos son de bullying, versan sobre el racismo o hablan de orientación sexual. El tren fantasma no es nada de eso»
Escribir para María Oruña es como una catarsis. “Mi vida personal, como la de todo el mundo, tiene problemas y tiene sus lados oscuros. Cuando escribo genero un mundo en mi cabeza y parece que todo lo demás no existe Todos los problemas se diluyen, los dramas desaparecen y los conflictos familiares pasan a un segundo término”.
Rosa Montero, Dolores Redondo, Julia Navarro, Elvira Lindo, Sara Mesa, Eva García Sáenz de Urturi, María Dueñas… Aunque las escritoras cada vez más venden más, los estereotipos siguen muy presentes también en este ámbito. “Sigue habiendo ese poso de que los hombres hacen trabajos serios y cosas de empaque y las mujeres novelas de misterio, pero más domésticas o con recetas de cocina. Hay un poco todavía esa visión, pero al final no olvidemos que una de las escritoras más vendidas de la historia es Agatha Christie, una mujer. Yo no me detengo a pensar mucho en si hay alguien que me mira por encima del hombro. Lo que intento es hacer el mejor trabajo posible para que esa diferencia al final se disuelva y llegue un día en el que se diga ‘Caray, este libro es muy bueno’, independientemente de si lo firma una mujer o un hombre. Hay que dar menos discursos y hacer más cosas”.