21 noviembre 2024

«Atarfe según el Catastro de la Ensenada» por Encarnación Fuentes Tello

La importancia del Catrasto de Ensenada como fuente histórica resulta indiscutible y aunque algunos historiadores se muestran cautelosos a la hora de manejar sus datos por tratarse de una información con fines fiscales, en general es considerado como una de las fuentes más importantes para el estudio de la segunda mitad del siglo XVIII español y de las medidas reformistas llevadas a cabo por los Borbones dentro de la mentalidad propia del Absolutismo Ilustrado.

El Catastro surgió con la intención de implantar una contribución única en sustitución de las rentas provinciales que constituían, dentro de la fiscalidad,  el grupo de mayor complejidad, pues dentro de ellas estaban: la alcabala, los cientos y los millones, además de las siete rentillas y el llamado servicio ordinario y extraordinario.

Con su implantación se trataba también de resolver la situación social límite a la que había llevado un sistema fiscal complejo, atomizado e ineficaz. El antecedente más inmediato era el catastro catalán puesto en práctica a partir de 1715 por Felipe V dentro de la Nueva Planta para el Principado tras la Guerra de Sucesión. Sin embargo no existía ninguna experiencia similar en la corona de Castilla. El encargado de llevarla a cabo fue D. Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada y ministro de Hacienda del rey Fernando VI, y estuvo dirigido a las veintidós provincias que  componían la Corona de Castilla.

En el Catastro aparecen reflejados todos y cada unos de los aspectos en lo que a familia, oficios, utilidades, patrimonio, cargos, calidades de las tierras, etc, de las ciudades y pueblos desde los más
grandes hasta los más pequeños. La tarea resultaba bastante complicada en principio sobre todo si tenemos en cuenta los medios con que contaban entonces, por ello y para evitar posibles errores
se va a planificar minuciosamente: en primer lugar se encarga a una Junta Consultiva, a la Junta de Intendentes y Regente el Proyecto de Única Contribución que tiene como resultado la elaboración de un documento que constaba de tres partes: Decreto, Instrucción y Anexos.

El 10 de octubre de 1749 el rey firma el Decreto por el cual se va a proceder a catastrar la Corona de Castilla, aprobando así mismo el resto del documento. La Instrucción regulaba las normas que habían de aplicarse en la averiguación. Así por ejemplo, temiendo la ocultación de datos, dice que una vez hecha debía reunirse a todo el pueblo en lugar público con el objeto de que se  enunciasen las posibles ocultaciones o se expusieran los agravios. Las averiguaciones se hicieron a nivel local y a nivel provincial.

Las que más nos interesan para nuestro estudio son las realizadas a nivel local, su estructuraes la siguiente:
. Vecinos cabezas de casa: Todos los vecinos redactan sus Memoriales o declaraciones juradas de susbienes, familia, oficio, etc.
. Forasteros con bienes o utilidades en el término
. Concejo de la villa: El Concejo debía responder a un Interrogatorio de cuarenta preguntas dando lugar a las Respuestas Generales aparte de redactar dos Memoriales y elaborar un certificado sobre ingresos gastos, censos etc.
. Eclesiásticos: La Iglesia no quedaba exenta de las averiguaciones catastrales y los eclesiásticos debían confeccionar Memoriales a título individual (patrimoniales) y a título institucional (beneficiales).

También existían otros documentos a nivel local como Libros de lo real, Libro de lo personal, Relación de lo enajenado a la Real Corona, Nota del valor de las clases de tierra, etc.

Tenemos pues, como hemos podido observar datos suficientes para realizar un estudio de Atarfe en éste período, cómo eran, de qué vivían y a qué se dedicaban sus gentes, basándonos  fundamentalmente en el Catastro.

Según los datos que poseemos, las averiguaciones catastrales, referidas a esta localidad comenzaron a realizarse el día nueve de junio de 1752, dirigidas por el Intendente designado al efecto para toda la provincia de Granada, marqués de Campoverde. Son nombrados dos peritos, y ante la presencia de regidores así como del presbítero cura de la Iglesia parroquial se procede al Interrogatorio que como ya hemos mencionado consta de cuarenta preguntas y de cuya respuesta podemos deducir lo siguiente:

El territorio del pueblo ocupaba de Levante a Poniente cinco cuartos de legua, y de Norte a Sur media legua poco más o menos y de circunferencia tenía aproximadamentetres leguas. En el término de este lugar había tierra de regadío y secano, y no tenía tierras de pastos ni montes, y las tierras de regadío producían una sola cosecha cada dos años, por necesitar un año de descanso, mientras
que las de secano producían una cosecha cada tres años por necesitar dos años de descanso.

Esto nos da idea de lo difícil que tenía que ser la vida en el pueblo desde el punto de vista de la subsistencia. Fundamentalmente se plantaba trigo, cebada, habas y pasto para el ganado, olivos había muy pocos y no estaban plantados por hileras, sino de forma desordenada. También había viñedos; en cuanto al lino encontramos que aparece registrado su cultivo, y siendo esta una planta de uso industrial no deja de tener su importancia. Los arboles frutales eran muy pocos y solo se utilizaban para el consumo doméstico.

Había un molino harinero propiedad del convento de las Carmelitas Descalzas de la ciudad de Granada y que estaba arrendado a un atarfeño, Joseph López. Así mismo los Padres de S. Felipe Neri poseían un molino de aceite. También había hasta veinticuatro colmenas, además de caballos, mulos, vacas y cerdos y una yeguada compuesta por treinta cabezas más o menos.

El pueblo contaba además con doscientas cincuenta casas, tres tabernas, una de ellas en el recinto urbano, otra fuera (no señala dónde) y la tercera en el termino que llaman la Viñuela. Así mismo existía un mesón que estaba arrendado a Pedro de la Rosa el cual tenía también a su cargo la tienda pública de abasto. Por otra parte y en una época en la que el pan era el alimento básico no nos tiene que extrañar que existieran cinco panaderías.

Los impuestos como comentábamos al principio eran múltiples y el pueblo de Atarfe tenía que pagar entre otros, los siguientes: a la Real Hacienda por el censo de población, por la quema de aguardiente, alcabalas anualmente a la marquesa del Infantado, por la estafeta del correo, por los gastos de Justicia, el diezmo a la Iglesia.

En cuanto a los oficios que existían predominaban los agrícolas, hecho muy común en la España de aquella época. Según los datos del Catastro, Atarfe tenía en total treinta y cinco labradores y ciento ochenta y nueve jornaleros. Hablando en términos generales para toda Andalucía, los labradores eran en muchas ocasiones pequeños propietarios lo que les proporcionaba una cierta ventaja. Pero en cambio la vida de los jornaleros era especialmente dura, con un trabajo irregular, sujeto muchas veces a los cambios climáticos, subsistiendo gracias al trabajo de mujeres y niños y teniendo que recurrir en ocasiones a la limosna. Atarfe en esto no era diferente al resto de Andalucía, porque según se señala los días que trabajaban el jornal que se les pagaba podía salir a dos reales y medio cada día.

Algunos campesinos, más afortunados, tenían en régimen de arrendamiento las tierras propiedad de la Iglesia que eran en la mayoría de los casos de buena calidad lo que les producía beneficios. Así nos encontramos con que diferentes entidades e instituciones eclesiásticas con sede en Granada arrendaron sus tierras ubicadas en el término de Atarfe a vecinos de la localidad y de los pueblos próximos de Maracena y Albolote, sirva de ejemplo el Monasterio de S. Jerónimo; el Cabildo del Sacromonte.

Por otra parte, el hecho de que existieran otros oficios más especializados algunos de tipo artesanal y preindustrial nos revela que Atarfe poseía cierta importancia. Así nos encontramos: dos barberos, uno de los cuales ejercía también de cirujano, además de un boticario, un escribano, un herrero, dos maestros carreteros, tres tejedores de lienzo, un oficial de cordonero, un mayordomo del Pósito (almacén de grano), un maestro de primeras letras, un estanquero, dos torneros, (uno de ellos de origen francés, Antonio Lisorge), un cortador de carnes (carnicero), un zapatero, doce soldados milicianos que en ocasiones eran jornaleros, un párroco y dos sacristanes. La pequeña nobleza estaba representada por cinco hijosdalgos.

La actividad económica no paraba aquí porque el Catastro también nos da noticias de la existencia de tres canteras, una de las cuales era propiedad real.

En lo que se refiere a la cuantía de la población hemos de acudir para informarnos a los Memoriales redactados por los Cabeza de Casa donde están recogidos datos relativos a la familia, la edad de sus miembros, su oficio, y por supuesto sus nombres y apellidos. Aparecen registrados trescientos treinta y uno, lo que da un total de mil ciento ochenta habitantes, aproximadamente. El primero es Joseph Gonzalez de oficio jornalero y el último es Juan Jerónimo Jiménez también jornalero, apellidos tan frecuentes en Atarfe en la actualidad como Prados, Poyatos, Jiménez, Cervantes, que aparecen ya reseñados en esta época.

Otro aspecto a destacar de cara a realizar un estudio socio económico de la población es el hecho de que determinados vecinos se declaren pobres de solemnidad, lo cual les pone en un nivel por debajo de la subsistencia básica. Son siete, cinco hombres y dos mujeres a ellos hay que añadir la existencia de diecinueve viudas, prácticamente todas, que se declaran pobres, lo que nos
proporciona una idea de la triste situación de las mujeres en esta época.A pesar de ello el tanto por ciento es pequeño si lo comparamos con el resto de la población lo que quizás pueda indicar que Atarfe gozaba de cierta prosperidad.

En conclusión, el estudio del Catastro del Marqués de la Ensenada puede resultar muy interesante cuando queremos estudiar la historia de este período Sin embargo, y por desgracia, hemos de señalar que al igual que otras medidas reformistas propugnadas en el siglo XVIII, como por ejemplo la necesidad de realizar una reforma agraria planteada por ilustrados como Jovellanos, Olavide, Floridablanca ,en el posterior gobierno de Carlos III, no llegó a tener efecto, dando lugar de esta forma a una peculiar configuración de España, diferente en muchos aspectos a la del resto de Europa, de la que tardaríamos tiempo en recuperarnos y que sería fuente de conflictos a lo largo del siglo XIX y primera mitad del XX.

Artículo editado por Corporación de Medios de Andalucía y el Ayuntamiento de Atarfe, coordinado por José Enrique Granados y tiene por nombre «Atarfe en el papel»

FOTO:https://fondodocumentalsocu.blogspot.com/2019/01/catastro-del-marques-de-la-ensenada.html