«Naranjas de la china» por Juan de Dios Villanueva Roa
Pudo ser falta de poda o exceso de riego, o sencillamente haber crecido uno más que otro tapando parte de la portada allí construida hace cuatrocientos años.
Tal vez suponía su presencia maniobrar al entrar y salir con pasos de Semana Santa. Quién sabe, hermano. En esta Granada de embrujo hay cosas encerradas en misterios pascuales. El caso es que alguien con poder ha ordenado que se quiten los naranjos de la discordia. Quedamos a la espera de saber si el resto de arbolado de esta gloriosa ciudad que tapa algo a la vista de alguien también será trasplantado, fuera de época, o sencillamente talado.
Ahora dicen que luce con esplendor, como antes, pero con menos vida. Y es que estas polémicas invaden a una ciudad que está petada de turistas que llegan aquí a pasar unas minivacaciones, porque da para eso.
No hay polémicas por la programación del centro Lorca (su falta más bien), o por la carencia de una limpieza adecuada en los barrios que no pisa el turismo, o por los viajes que damos hasta Málaga para que nos salga más barato viajar nosotros. Polémica para soterrar las vías del tren que no llega a Motril, con un pleno al mes y así, de camino, vamos haciendo oposición al gobierno.
El caso es que uno no acaba de ver la flor del azahar en esta ciudad, que sigue navegando con planes antiguos porque lo nuevo es arrancar naranjas por no ser de la china. Ahí está ya la comisión para los Goya del año próximo, otra de las metas alcanzadas por Paco y sobre la que Paqui va a brillar caminando por alfombras rojas o azules o moradas, cualquiera sabe.