PERSONAJE DE ATARFE: Don Martín Vázquez de Arce: El Doncel de Sigüenza (4) por Juan Antonio Martínez Gómez-Gordo
Martín.
Tomadas Loja, Illora, Moclín y Montefrío, “por cercos en
- Padre e hijo se allaron”, que constituían todo el arco
defensivo de la Vega de Granada, se inició una nueva
“tala”, luchando con varios millares de moros a caballo
y diez mil a pie, salidos de la ciudad para impedir los
destrozos. Refiere el cronista Hernández del Pulgar y da
fe de ello el testimonio labrado en la lauda del sepulcro del
Doncel, como nos afirma Layna Serrano, que “el Duque
del Infantazgo con sus dos batallas (escuadrones) la una de
gente de armas e la otra de ginetes, quedo en la retaguarda
para facer rostro a los moro si moviesen alguna pelea”
Pasa después a escribir como se realizó una emboscada
a las gentes de Ubeda, Baeza y Jaén que iban rezagados
y se defendieron hasta derrotar a los agresores a quienes
persiguieron con algún desorden metiéndoles entre las
acequias de la Vega en la Huerta llamada del Rey; alzaron
entonces los granadinos las compuertas de las represas
e inundado el campo se dificultó los movimientos del
ejército victorioso al que atacaron de nuevo los granadinos
causándole muchas bajas. Nos relata el Pulgar que “el
Duque del Infantadgo como vio al Obispo e al Corregidor
(de Jaén) con sus gentes en aquel peligro, mandó volver
sus enseñas e a gran priesa pasó la batalla de sus ginetes el
acequia e socorrió a los de aquellas escuadras que estaban
peleando con los moros. Los moros que estaban firiendo
en los cristianos, quando vieron que las gentes del Duque
volvían a socorrer, tornaron a fuir e la gente del Duque
los siguió por el camino de Elvira hacia la ciudad de
Granada… e por pasar el acequia muchos perdieron sus
caballos e cayeron e fueron lisiados e desbaratados, e fuera
mucho más el daño, salvo por la batalla del Duque del
Infantadgo que los socorrió”. Según el Cronista Alonso
de Palencia, en su “Guerra de Granada” murieron unos
20 de las mesnadas del Duque, pero la matanza inferida
a los musulmanes en aquella angostura del Pinos Puente
fue enorme.
Don Martín Vázquez de Arce y don Juan de Bustamante,
caballero de Guadalajara, como nos señalan los cronistas
de la época, encontraron gloriosa muerte en la acequia
Gorda de la Vega de Granada.
Conforme nos señala Marañón en “Los tres Vélez”, el
espíritu de la época fue el típico producto humano de
la aurora fragante de España, fiel al sagrado deber de la
inquietud por su patria y por el mundo, preocupado por los
libros y por el pensamiento, bizarro sin espectacularidad,
“solo aquietado por la conciencia de la obra cumplida ante
la serena realidad de la muerte”. Valga esta descripción
marañoniana de la muerte del primer marqués de los
Vélez como epitafio para nuestro don Martín, que por los
siglos reposa en actitud aristocrática e intelectual.
En la Acequia Gorda, había muerto un joven
Comendador santiaguista; para el arte, la Literatura
y la Historia en aras de la leyenda, había nacido un
arquetipo: EL DONCEL DE SIGÜENZA. Un
caballero cristiano del recién Renacimiento español,
que espera la Resurrección de la carne en permanente
vigilia leyendo el libro por excelencia: La Biblia.