24 noviembre 2024

La fiebre de las criptomonedas y el dinero fácil

Un fundador anónimo que se esconde tras un seudónimo y la proliferación de ‘criptosectas’ son la cara oscura de una nueva economía con mucho recorrido por delante.

Worldcoin, el polémico negocio que escaneaba y registraba datos biométricos del iris a cambio de unas criptomonedas, tuvo que ser intervenido por la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD). La transacción no podía ser más atractiva para un sector joven de población, pues el pago no se realizaba en euros, sino en criptomonedas. El WLD, el token que era moneda de cambio con el que se pagaba a quienes hacían cola a cambio de escanear su iris, ofrecía la promesa de beneficios flexibles –en algún caso se había especulado que algunas personas habían obtenido beneficios de hasta 2.000 euros– pero la realidad es que la prohibición de seguir comerciando con los iris, al menos en España, ha impactado en el valor de WLD, que ha sufrido una caída como cualquier otro valor en Bolsa. Sam Altman, el creador de ChatGPT, es uno de los cerebros creadores de Tools for Humanity Corporation –la matriz de Worldcoin– por tanto no se trata del negocio de un iluminado, sino de comerciar con datos sensibles que en muchos casos corresponden a menores de edad.

¿Es el pago en criptomonedas un reclamo extra para la compraventa de activos a los que es difícil poner precio? Esta noticia ha puesto una vez más en primera línea la extraña pareja entre negocios poco transparentes y criptomonedas. La irrupción de las criptomonedas va muy ligada a la de la tecnología blockchain, que permite la transacción descentralizada de bloques de información encriptada, transformando la manera de entender el dinero. En 2009 aparece la primera moneda digital descentralizada con el lanzamiento de Bitcoin por Satoshi Nakamoto, seudónimo utilizado por una o varias personas que crearon el protocolo y software de referencia. La identidad real de Nakamoto sigue siendo desconocida, así que la fundación de la primera criptomoneda ya arranca de un misterio de base que favorecerá esa aura mágica que va a ir envolviendo parte del gran negocio generado a su alrededor.

partir de los bitcoin, fueron surgiendo otras criptomonedas, como Ethereum en 2015 – en realidad una plataforma de código abierto cuyas monedas son ethers–, pero será en 2017 cuando estas criptomonedas alcanzan máximos históricos: un 1.382% para el Bitcoin, situándola en 3.000 USD, y un 3.000% para el ether, entre otras. Actualmente, el valor del Bitcoin supera los 61.500 euros según Bitnifex, lo que significa que entre los primeros inversores que desembolsaron unos pocos céntimos por cada acción, se encuentran un buen número de millonarios que se han hecho ricos invirtiendo unos pocos euros. A partir de ahí, se abre el melón de la especulación, la inversión y el auge del trading en criptomonedas, que aparecía en letras doradas como la promesa para hacerse rico en tiempo récord invirtiendo en ellas. Actualmente existen en el mercado alrededor de 10.000 criptomonedas distintas, cifra variable y en alza.

En 2009 aparece la primera moneda digital descentralizada con el lanzamiento de Bitcoin

La burbuja de los ‘traders’ y las criptosectas

El trading es al mercado de valores lo que la criptomoneda es al parque de acciones; no son nada nuevo que no existiera antes (agentes de bolsa y acciones), y debido a la volatilidad y al alto potencial de ganancias, es un producto de gran atractivo para los inversores, lo que ha favorecido la expansión de plataformas, servicios y formaciones específicos. Sin embargo, el trading de criptomonedas ha adquirido una mala reputación, ya que se trata de un activo que fomenta la especulación y la imprudencia, debido también a los mitos y la desinformación que rodea al mercado de las criptomonedas. Es un campo abonado para los vendehúmos –viejos conocidos en el entorno del marketing y negocios digitales– con el consiguiente riesgo de fraude y estafas. Debido a que en muchos países hay todavía una falta de regulación o supervisión, comparado con los mercados financieros tradicionales, es más difícil protegerse de engaños y estafas. La propia naturaleza de las criptomonedas, descentralizada y anónima, favorece la proliferación de otros delitos como el phishing, robo de fondos y hackeo de cuentas.

A esta combinación de factores y la falta de formación especializada –la tecnología blockchain apenas lleva 20 años en funcionamiento– se le une la especulación y el intrusismo. Las criptomonedas son golosas para charlatanes que sostienen y reproducen un negocio piramidal, como sucedió con Bitconnect o OneCoin, uno de los casos más conocidos de estafa con criptodivisa falsa. Fundada en 2014 por Ruja Ignatova y Karl Sebastian Greenwood, la falsa criptodivisa búlgara generó unas ganancias superiores a 4.000 millones de dólares en un año, a través de un esquema multinivel; sus fundadores han sido condenados por estafa y blanqueo de capitales.

En los países de habla hispana es donde se han dado más casos de lo que se conoce como criptosectas. Involucran de manera personal y emocional a sus afiliados, a los que suelen captar a través de charlas y formaciones sobre trading y criptomonedas de escasa calidad, que esconden un sistema piramidal. No suelen llevarlas a cabo traders profesionales, sino líderes carismáticos con una presencia significativa en el área de la economía digital a través de promociones, que captan a sus seguidores mediante cursos muy costosos que deben rentabilizar consiguiendo nuevos alumnos.

La propia naturaleza de las criptomonedas favorece la proliferación de delitos como el ‘phising’, robo de fondos y hackeo de cuentas

Por qué la tecnología blockchain y sus inversiones toman los mecanismos de manipulación de una secta para estafar y extorsionar a sus miembros es uno de los fenómenos más curiosos de esta nueva economía. La precariedad laboral y la elevada exigencia para acceder al mercado de trabajo son factores que han podido favorecer su propagación, sumado a una línea de creencias new age diseminadas por libros como El Secreto de Rhonda Byrne, que han tenido gran calado en campañas de marketing digital donde se mezclan casos reales de éxito con promesas engañosas. En el caso de las criptosectas, los seguidores quieren «despedir a su jefe» –el mantra del emprendimiento digital– y emular al «líder» de la secta llevando una vida de lujos como la que se muestra en la promoción de sus servicios para captar afiliados. La promesa de enriquecimiento sin trabajo es la nueva zanahoria, y produce predicadores digitales que sueltan sus sermones y homilías entre una corte de feligreses que desean un milagro que multiplique los panes y los peces. Para cuando se dan cuenta de que han sido engañados, se encuentran atrapados en una dinámica en la que para recuperar el gasto realizado deben conseguir nuevos afiliados, alimentando de este modo la estructura piramidal que caracteriza a este tipo de estafas tan antiguas como el timo de la estampita.

Las nuevas medidas de prevención y lucha contra el fraude fiscal respecto a las criptomonedas es posible que limiten las estafas que hasta ahora habían tenido barra libre debido al vacío legal que existía en este mercado. Desde 2024, en España es obligatorio declarar los beneficios en criptomonedas, según las modificaciones reglamentarias del Real Decreto 249/2023 a implementar en la Ley 11/2021, conocida como Ley Antifraude.

La clave para aventurarse en las finanzas digitales es informarse bien y buscar fuentes fiables. El libro El patrón Bitcoin (2022) de Saifedean Ammous, profesor de Economía y experto mundial en criptomonedas, ayuda a entender mejor los mecanismos de esta economía digital que será parte del futuro.

Laura Calonge   @Lauracalc

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