«MANOLO, EL DEFENSOR DE GRANADA» por Remedios Sánchez
En el instante preciso en que todo parece claro es cuando se desata la tormenta. Avisó Benedetti de que cuando uno cree tener las respuestas, hay quien tiene la ocurrencia de cambiarte todas las preguntas; eso parece ser lo que sucede en la política nacional donde lo imprevisible ha acampado en la puerta de La Moncloa esperando la decisión de Pedro Sánchez.
Lo cual que, como no tenemos el don de la adivinación, vamos a quedarnos en la seguridad de lo comprensible, de la problemática de proximidad que es de la que se ocupa Manuel Martín, el Defensor del Ciudadano, que ha presentado su Informe anual esta semana.
Manolo, que es un Quijote moderno, valeroso y eficaz oriundo del valle de la alegría, de ese Lecrín mágico de azahar y frutales, reivindica la dignidad del ser humano evidenciando en su informe que, los servidores públicos que se comprometen para mejorar la vida de la sociedad civil como él, resultan imprescindibles para orientar a la clase política, tan perdida en su mismidad intrínseca.
Escucharlo es tomar conciencia de que los mandamases debieran aprender que es preciso llenar los discursos de contenido con las preocupaciones reales de la gente, entender que hay que empatizar con sus angustias, con sus dificultades cotidianas y darles solución. Manolo sabe mucho de eso porque antes de que Dios amanezca anda reunido de acá para allá, amparando a quienes buscan de la administración siquiera una palabra de aliento, una respuesta, discernir siquiera en qué ventanilla hay que tocar para dejar una solicitud. No se cansa mi amigo: a mayor agotamiento, mayor brillo en la mirada, las manos limpias siempre en movimiento, prestas al abrazo y a la solidaridad perpetua.
Por eso el informe es fiel reflejo de su actitud de protección de los débiles frente a las injusticias y, naturalmente, empieza por la situación de la zona Norte, ese barrio maltratado al que van todos los partidos en elecciones, pero del que casi todos se olvidan en cuanto se han contado los votos; han pasado más de quince años desde que empezaron los cortes de electricidad y nadie parece encontrar solución a que haya ancianos que no salgan a la calle por si luego hay un apagón y no funciona el ascensor; a que se eche a perder la comida guardada en neveras o congeladores; a que los niños no puedan hacer las tareas del colegio cuando anochece pronto. En un barrio de clase trabajadora (con sus garbanzos negros que hay que aislar, como en todas partes) no es aceptable que se ningunee de esta manera vergonzante a quienes pagan por una prestación básica. Y de los cortes de luz, pasa el análisis de Martín a la complejidad inaceptable de la administración electrónica para los mayores o a la situación de quienes no saben dónde acudir para recibir ayudas de subsistencia. La clave para solucionar algunos de estas gravísimas cuestiones la aporta Manolo cuando reivindica la imprescindible voluntad de entendimiento entre instituciones para transformar esta sociedad deshumanizada y hacerla más habitable.
En este compromiso humanista se refleja Manuel Martín, que representa el modelo de defensor que se necesita; uno que mire a los ojos al poder y que, sin miedo, le haga ver claramente que la primera obligación de quienes tienen un cargo público es resolver los problemas de los ciudadanos.
FOTO: https://granadasocial.org/noticias/presentacion-del-informe-anual-defensor-de-la-ciudadania-2021/