«POR ODIO» por Juan de Dios Villanueva Roa

Si es que es lo que hay, mucho odio, mucho rencor, mucha inquina, mucha malafollá.

En las cosas de la política municipal se destapan a veces las peores pasiones humanas. Es como si fuésemos a seguir ahí todas las vidas, como si dentro de quinientos años nuestros pensamientos, ideología, ideas debieran seguir manteniéndose inhiestas como quisiéramos que inhiestas se mantuvieran otras cosas.

Lo de la política municipal es de estudio. Y tiene su explicación, afecta a la basura que sale de nuestras casas, al aire que entra por las ventanas, a los impuestos que pagamos. Afecta a los semáforos que nos paran al cruzar y a la limpieza de las escuelas y aceras y a quienes gestionan todo aquello que nos toca de forma directa. Por eso, grabar a quien decide, a quien pone su firma en los papeles, a quien ha ganado unas elecciones es una tentación digna de las peores mentes, de las más perturbadas. Pero si llegan unas grabaciones al poder de la oposición, que no digo yo que haya sido quien las ha realizado, líbrennos los sacros imperios persas de tales ideas, lo raro es que no se vaya al juez con ellas. Y esto porque si esas grabaciones recogen actos impuros, ilegales, perjudiciales para el municipio, lo normal es que un juez decida lo que hacer frente a las palabras o ruidos que en ellas están grabadas con o sin manipulaciones. Lo que no parece muy normal es que se lancen por guasap como si fuera un muñeco del presidente Pedro Sánchez, al todo el que se acerca lo apalee sin que suponga un delito.

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