«GRANADA CAMINA» por Juan de Dios Villanueva Roa
Granada camina, con trenes parados, con vuelos en tierra, con calles abarrotadas.
Sí, las calles de la ciudad capital se llenan de gentes que acuden a pasearlas, a contemplar tesoros que se yerguen orgullosos a pesar de las realidades que se ocultan tras las paredes y que son vendidos desde Málaga. Granada, provincia enorme, plural, rica y generosa, donde debieron llegar caudales y estructuras, focos culturales y administrativos, redes que favoreciesen la venida de algo más que turistas, que son siempre bienvenidos, pero que no son suficiente.
Es fácil ver cómo se adelantaron otros, y eso no sería malo de no ser que se marcaran tantas distancias, tantas diferencias que a esta tierra se le esté quitando lo poco que tiene, con el cuento de la homogeneización. ¿Por qué no llega hasta aquí lo que tan férreamente se ha creado en otras partes?
No quiero participar en debates de agravios, porque nos hundimos en ellos. Y el tiempo pasa. Y las generaciones pasan. Y las fuerzas pasan. Y otros crecen también a nuestra costa. Y aquí, sumisos y llorosos, no nos atrevemos a levantar la voz para que no nos señalen, para que no nos quiten, para que los que de aquí viven, y muy bien, de esto, que son quienes debieran golpear las mesas con proyectos, con ideas, con ganas, no se vayan a fijar en nosotros y nos castiguen aún más. Cuánto habremos de perder todavía para darnos cuenta de que seguimos siendo las aguas de los ríos que llorando llegan a la mar. Dónde están esos que dicen. Dónde están quienes hacen. Cuándo usaremos el pañuelo para secar el sudor en lugar de limpiar las lágrimas
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