22 noviembre 2024

«Agrediendo impunemente» por Juan de Dios Villanueva Roa

Según la ley, en ese día y en ese momento debía ser considerada como autoridad pública

Ella, llamémosla Loli, se dirigía por la calle a su colegio electoral, en el que como siempre ejercía de interventora. Ella, próxima a los ochenta años, caminaba con dificultad, apoyándose en una muleta. Y su acreditación de interventora del PSOE colgando del cuello.

Según la ley, en ese día y en ese momento debía ser considerada como autoridad pública. Velaba para que todo transcurriera bien, con corrección, para resolver dudas entre los miembros de la mesa electoral, quienes por lo general era la primera vez que se encontraban en esa situación.

Ella no cobraba ni un céntimo, al contrario que el resto de miembros de esa mesa, quienes percibían una cantidad económica para resarcir sus gastos. Si acaso un bocadillo, un refresco y una botella de agua como elementos de sustento.

Ella fue abordada por detrás por dos jóvenes que se creyeron con derecho a tirarle de la cinta de la acreditación para arrancársela, con derecho a decirle ‘quítate esto, so hija de puta’, y a reírse mientras lo hacían. Y actuaron así siguiendo los parámetros de falta de respeto de líderes, de mayores, de representantes, de quienes ellos ven que comen y viven de la política y que están saltándose todos los límites haciendo y diciendo lo que quieren desde hace meses, apaleo de muñecos incluido. Y no pasa nada. Son los brotes de la siembra que se viene haciendo en este país, con motosierra y alaridos contra un sistema que siempre debe proteger el bien particular, el común, el respeto y el progreso. Gobierne quien gobierne. Ella llegó asustada a su colegio electoral, pálida, llorando.

No recordaba el rostro de sus agresores. No pasó nada. Nada.  

FOTO: BigStock