10 diciembre 2024

Aunque la pregunta debería contestarse sola, ¿por qué seguimos navegando en la incertidumbre? ¿Cómo debemos manejar esa nueva inteligencia que hemos inventado, la artificial?

A priori esta pregunta se debería contestar por sí sola. Los humanos somos inteligentes. Sin embargo, si esta afirmación fuera correcta, tal como respondería cualquiera de nosotros, ¿por qué seguimos navegando en la incertidumbre y el caos? 

Antes de seguir con esta reflexión deberíamos ir al diccionario y buscar cómo hemos definido la inteligencia: la «capacidad de entender o comprender». Ciertamente, con esta enunciación podríamos seguir afirmando que somos inteligentes, entendemos y comprendemos la pobreza, las desigualdades, la devastación del planeta y otros tantos problemas que asolan el progreso justo. Sin embargo, algo falla cuando no somos capaces de tomar decisiones para atajar estos desafíos.

Vamos a continuar diccionario en mano para ver qué otros significados encontramos de la palabra inteligencia. Su quinta acepción dice que la inteligencia es también «habilidad, destreza y experiencia». Efectivamente podemos afirmar que sabemos lo que pasará si seguimos con el actual sistema global, gracias a que tenemos la experiencia, entendida como algo más que conocimiento acumulado, para saber que esto ya ha pasado en la historia y va camino a suceder de nuevo: el colapso y con ello la ruptura del contrato social. Entonces, ¿qué nos está fallando?

Es sorprendente cómo solemos ponerle adjetivos a las cosas esenciales de la vida para transformarlas en positivas, eso sí, tras haber pervertido su significado más profundo y radical. Así llamamos a la buena inteligencia humana, inteligencia emocional. Y a la economía que piensa en las personas, economía del bien común o economía social. O a las empresas que actúan de manera ética, empresas con propósito.

Frente al caos, los humanos hemos tendido a seguir hacia delante

Frente al caos, los humanos hemos tendido a seguir hacia delante. No pararnos a esperar ni perdemos tiempo en mirar atrás. Como nos ocurre con el scroll infinito, lo mejor está por venir. En momentos duros tiramos de ADN nómada y seguimos avanzando hasta la próxima estación, aunque vayamos en dirección contraria. No hay tiempo para pensar, estamos secuestrados por nuestra propia autoexplotación, compramos la siguiente receta estereotipada y nos lanzamos a por ella. El presente es un continuo que no deja espacio para la reflexión. La dicotomía ya no está entre el ser o tener, ahora se centra entre el ver y el hacer. 

Hemos inventado una nueva inteligencia, artificial, que está llamada a sustituir nuestra capacidad de decisión por un algoritmo

En el colmo de nuestra huida hacia delante hemos inventado una nueva inteligencia, artificial, que está llamada a sustituir nuestra capacidad de decisión por un algoritmo que cuenta con destreza, habilidad y conocimiento, eso sí, no cuenta con la experiencia que nosotros sí atesoramos y que hemos ido construyendo de manera colectiva, con sus cosas buenas y sus cosas malas, que también las ha habido.

Decía recientemente la directora de Meta en España que las tecnologías pasan por tres fases: excitación, miedo y adaptación. En el mismo artículo concluía que ahora estamos en la fase de miedo, pero que pronto llegará la fase de adaptación. Han leído bien: adaptación. ¿Cuándo hemos pasado de una tecnología al servicio de las personas a que las personas se tengan que adaptar a la tecnología?

Dice Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus que, a pesar de que nos encaminamos hacia una era de poshumanismo tecnológico, los humanos son irracionales y que ese factor no puede ser obviado. Puede ser que seamos irracionales, o que simplemente seamos humanos. 

Claro que somos inteligentes. Claro que tenemos la experiencia, la destreza, el conocimiento y la habilidad para afrontar los retos futuros y solventar los problemas del pasado. Sin embargo, seguimos sin entender que la inteligencia sin ética es una capacidad inutil, como lo será la inteligencia artificial sin inteligencia humana.

Federico Buyolo