24 noviembre 2024

Sentí vergüenza. No porque ellas y ellos estuviesen manifestándose en la puerta del ambulatorio, sanitarios que debieron salir con cartulinas y silbatos a llamar la atención de viandantes y vecinos porque están en pésimas condiciones laborales, no ellos personalmente, que igual también, sino su capacidad de atender a quienes los estaban mirando.

Entonces nadie se asomó a los balcones ni ventanas para aplaudirles. No. Sentí vergüenza porque pasábamos caminando, en coche, en bus como era mi caso (al que pude subir tras un largo rato de espera en la parada) sin unirnos a ellos, sin aplaudirlos. Acaso algún fotógrafo hizo alguna foto para ilustrar la información, informar del desafuero, denunciar la enorme vergüenza a una sociedad que se muestra ajena al desmantelamiento progresivo de la atención sanitaria en, dicen los números, beneficio de la sanidad privada. No he visto ni una sola manifestación de la privada en este sentido.

Entiendo que todos tenemos derecho a ser lo mejor atendidos que el sistema se pueda permitir. Lo que no tiene razón de ser es que los dirigentes de este sistema vehiculen los fondos públicos para que personas individuales, que es lo que hay tras la sanidad privada, se enriquezcan y encima lo muestren con sus apariencias externas de vida. Y todo a costa de una atención que ya es desatención primaria en Andalucía (DEPRIMAN).

No es la consejera del ramo la culpable, ella solo es manijera; es el sistema que la derecha gobernante está imponiendo ahora que puede. Ya sé que luce muy chulo eso de ir a una habitación privada y tal y tal (Gil), pero no puede ser que hasta los mismos sanitarios tengan que salir a la puerta a pedir los mínimos.

 

FOTO:Marcha a favor de la sanidad pública celebrada en Madrid la semana pasada.A. Pérez Meca