Artrosis, artritis, osteoporosis… Cuando ya no podemos soportar nuestros huesos
Los huesos y las articulaciones hacen sufrir a millones de españoles. Y no solamente a los ciudadanos de más edad. Te contamos todo para paliar los cuatro males óseos que más nos aquejan.
Nuestro esqueleto está compuesto por 206 huesos, y todos conversan con el resto de los tejidos de nuestro cuerpo. «Hoy sabemos que los huesos hacen más que sostenernos –explica Manuel Sosa Henríquez, catedrático de Medicina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y responsable de la unidad metabólica ósea del Hospital Universitario Insular–. No solo protegen nuestros órganos, anclan nuestros músculos, almacenan minerales o producen glóbulos rojos y blancos a partir de la médula ósea…
La conexión hueso-cerebro es un tema de investigación candente. Los científicos ya asocian la calidad de los huesos con el alzhéimer
Estudios han comprobado que son un auténtico órgano endocrino y que tienen voz decisoria en el metabolismo. Sabemos incluso que hueso y grasa corporal están siempre ‘hablando’ y que el hueso tiene un rol regulador en la sensibilidad a la insulina, un hallazgo que podría cambiar las ideas sobre la diabetes. Se ha visto, además, que una baja densidad ósea está relacionada con males neuropsiquiátricos, como el alzhéimer y la epilepsia. De hecho, la conexión hueso-cerebro es un tema candente de investigación. Cuidar de nuestros huesos es cuidar de todo el organismo».
¿Cómo hacerlo? Con hábitos de vida saludables. «Que nos movamos mucho o poco, que nos expongamos más o menos al sol, que sigamos o no una dieta equilibrada, que fumemos o no, que bebamos alcohol y cuánto, el estrés…–agrega Sosa Henríquez–. Todo provoca cambios en nuestros huesos».
Pero los huesos cuidan de sí mismos. Dos tipos de células óseas (osteoblastos y osteoclastos) fabrican continuamente hueso nuevo y destruyen hueso viejo, en un proceso conocido como ‘remodelación ósea’. La acción de ambas células está regulada por hormonas: parathormona, calcitonina, hormona tiroidea, estrógenos, testosterona y vitamina D. De ahí que cualquier alteración hormonal repercuta en ellos.
Una buena noticia: continuamente estamos fabricando hueso nuevo. Su densidad depende mucho de nuestros hábitos
Durante la infancia y la juventud, los osteoblastos fabrican hueso nuevo con mayor rapidez que los osteoclastos destruyen el viejo. A partir de cierta edad ocurre al revés. «El riesgo de osteoporosis depende de la cantidad de masa ósea que hayamos acumulado hasta los 30 años y de la rapidez con que perdamos hueso posteriormente, –explica María Jesús Gómez de Tejada Romero, investigadora en el campo del metabolismo mineral–.
Cuanto más masa ósea tengamos en nuestro ‘banco’ personal, menos riesgo de fracturas». Por eso son tan importantes el ejercicio, la vida al aire libre y una dieta rica en calcio en la infancia/adolescencia. «Convendría tenerlo en cuenta, porque más de 2 millones de personas padecen osteoporosis en España –el 75 por ciento de mujeres en edad posmenopáusica–, y se dan unas 25.000 fracturas osteoporóticas anuales», añade Esteban Jódar Gimeno, de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición–.
Si el coste de la enfermedad es alto (más de 126 millones de euros en costes directos y de 420 millones en costes indirectos), el sufrimiento que generan las fracturas es enorme. De las tres fracturas típicas de la osteoporosis –cadera, columna y muñeca–, la más grave es la de cadera. Se calcula que, en los próximos 10 años, la sufrirán más de 260.000 mujeres y más de 84.000 varones; la mitad, a partir de los 77 años. Las consecuencias son dramáticas: al cabo de un año habrán fallecido el 30 por ciento de quienes la sufran; a los dos años, el 40 por ciento.
Casi la tercera parte de los que sobreviven requieren ayuda domiciliaria y la mitad acaban en centros de crónicos. «Pero hay un mensaje positivo: la calidad y densidad del hueso no son permanentes. Siempre podemos mejorarlo», señala el especialista.
Enfermedades de los huesos
Artrosis: Cartílagos en retirada
¿Qué es? La degeneración y destrucción del cartílago articular entre dos huesos, a los que también llega a afectar.
¿Por qué ocurre? Los años pesan en el cartílago y en el colágeno de este material flexible y gomoso que actúa como amortiguador en las articulaciones. Si a los años les sumamos kilos, todo empeora.
¿Cómo sucede? Al destruirse ese amortiguador natural, los huesos chocan entre sí, causando dolor, rigidez y diversos grados de discapacidad y deformidad.
¿Hay nuevas terapias? Las opciones terapéuticas disponibles hoy en día son el ácido hialurónico (que al introducirlo en la articulación consigue un efecto lubricante y reduce el dolor) y el plasma rico en plaquetas (que consiste en un extracto de la propia sangre para obtener las moléculas de crecimiento y reparación que contienen las plaquetas). En cuanto a los ensayos clínicos, los tratamientos en los que la comunidad médica tiene mayor expectativa son las terapias biológicas, fármacos de alto diseño que funcionan como vacunas y que están encaminados a frenar los procesos de destrucción del cartílago articular.
Osteoporosis: la porosidad más peligrosa
¿Qué es? La disminución de minerales en los huesos y la reducción de la zona cortical por un defecto en la absorción del calcio, que los vuelve quebradizos y susceptibles de fracturas y microfracturas.
¿Por qué ocurre? Todo depende de la cantidad de masa ósea acumulada hasta los 30 años, edad del pico de masa ósea, y de la rapidez con que perdamos hueso después de esa edad. Cuanto más masa ósea tengamos en nuestro ‘banco’ personal, menos riesgo de fracturas tendremos.
¿Qué hacer entonces? Al margen de los años que uno tenga, es clave hacer ejercicio y vida al aire libre para estar al menos 20 minutos al día expuesto al sol y a su inigualable vitamina D y llevar una dieta rica en calcio, sobre todo, desde luego, en la infancia y la adolescencia. La calidad y la densidad ósea siempre pueden ser mejoradas. A cualquier edad.
Artritis reumatoide: nosotros contra nosotros
¿Qué es? Una inflamación crónica de la membrana sinovial de las articulaciones. Es de origen autoinmune.
¿Por qué sucede? Aún se ignora. Nuestras propias defensas atacan por error tejidos sanos.
¿Cómo ocurre? Gradualmente deteriora la capacidad física y la calidad de vida y reduce la supervivencia. Es incurable, inflamatoria y afecta a todo el cuerpo.
¿Hay nuevas terapias? Entre los medicamentos antirreumáticos modificadores de la enfermedad habituales se incluyen el metotrexato o la leflunomida. La novedad la encontramos en un estudio dirigido por la MedUni de Viena (Austria) donde se evidencia cómo una combinación de ciertos fármacos puede ser la solución. La clave es la introducción del olokizumab, un anticuerpo monoclonal humanizado que actúa directamente sobre la citoquina interleucina 6, la molécula mensajera que activa la función inflamatoria del organismo.
Cáncer de huesos: más síntoma que causa
¿Qué es? La tumoración de este órgano es infrecuente: 1 de cada 500 cánceres son óseos. Así y todo, es habitual como síntoma de la metástasis de otros cánceres, sobre todo del mieloma múltiple y del de próstata, mama y pulmón.
¿Cómo ocurre? Las metástasis óseas reproducen el llamado ‘remodelado óseo’, pero de modo pernicioso, no creando hueso, como en ese ciclo, sino destruyéndolo. Suele tener mal pronóstico. En cambio, el tumor de hueso primario (iniciado en el propio hueso, no por metástasis de otro tumor) suele tener buen pronóstico si no ha metastatizado.
¿Hay nuevas terapias? El tratamiento de las metástasis óseas forma parte del específico de cada cáncer, aunque ya hay fármacos específicos, como los bifosfonatos, utilizados conjuntamente con otros para tratar la hipercalcemia tumoral.
Amigos y enemigos de los huesos
Solemos creer que, una vez que hemos crecido, nuestro esqueleto ya está ahí para soportarnos, aguantando lo que le echemos encima… Y no es así. Cada vez es más clara la relación de estos órganos vivos en constante cambio con lo que hacemos y consumimos.
Ejercicio diario: Insustituible. Caminar, correr, bailar, subir escaleras, practicar montañismo, deportes de raqueta… estimulan la producción de hueso y reducen la pérdida de masa ósea.
Calcio y lácteos: Bajo la lupa. Así está el rol de los lácteos en la prevención de la osteoporosis. Los expertos ‘antilácteos’ dan dos datos: los países que más los consumen son los que mayores tasas de osteoporosis tienen en el mundo. El hombre, además –dicen–, es el único mamífero que toma leche tras el destete. Los ‘prolácteos’ insisten en que la leche es el alimento que más calcio proporciona y señalan otros culpables: sedentarismo, baja exposición al sol y dieta procesada, pobre en nutrientes.
Vitamina D: El milagro del sol. El gran problema es el déficit generalizado de esta vitamina. En adultos llega al 70 por ciento; en los jóvenes, al 30 por ciento, y al 87 por ciento en los ancianos. En invierno, en sitios con poco sol, los suplementos son una opción. Otras fuentes de esta vitamina: pescados azules, yemas, hígados…
Vitamina K: Fija, da esplendor… y ayuda a que el calcio se deposite en huesos y no entre las articulaciones y en las arterias. La K está en hojas verdes, aguacate, yemas, leche entera, aceite de oliva…