Otro incendio en Sierra Elvira incrementa su fragilidad.
La tarde del pasado 19 de julio, Sierra Elvira fue pasto de las llamas por enésima vez en estos años. Hasta el año 2002, no se tiene constancia de fuegos en esta sierra granadina. Sin embargo, desde entonces, ocho han sido los incendios, de los que se dispone información, que le han afectado; si hablamos de conatos, los números se multiplican.
Hay un hecho bastante preocupante y es que entre los dos últimos, el del 25 de julio de 2022 y el del 19 de julio de 2024, el fuego ha arrasado más de 500 hectáreas. Para una sierra de algo más de 1,8 km2 , el fuego ha afectado al 30% de su superficie. Esto son palabras mayores.
Administrativamente Sierra Elvira se extiende por los términos municipales de Albolote, Pinos Puente y Atarfe, siendo en este último el que le aporta mayor superficie. En ella hay tres montes públicos declarados de Utilidad Pública y una finca privada. Desde el punto de vista cinegético, en Sierra Elvira se asientan cuatro acotados. Una parte de Sierra Elvira está incluida en el perímetro del BIC Medina Elvira, según Decreto 514/2004, de 19 de octubre, por el que se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica, el yacimiento denominado Medina Elvira, en los términos municipales de Atarfe y Pinos Puente (Granada).
Está incluido en el ámbito del Plan Director de Mejora de Conectividad Ecológica en Andalucía, así como en Plan Especial de Protección del Medio Físico y Catálogo de Espacios y Bienes Protegidos de la provincia de Granada con la denominación “Sierra Elvira” FR3.
Tan solo el monte público GR-50013-AY, cuya titularidad recae en el ayuntamiento de Atarfe, cuenta con un plan técnico de ordenación aprobado en septiembre de 2021. El objetivo principal de esta ordenación es conservar o mejorar la capacidad del monte para prestar las funciones de protección física y biológica mediante la conservación de la vegetación en las mejores condiciones posibles. El examen de las documentación gráfica histórica disponible de este monte, evidencia un uso ganadero intenso durante un largo periodo de tiempo. Este uso intenso, junto a las propias limitaciones naturales, ha impedido el desarrollo de la vegetación y su evolución hacia tipos vegetales más complejos y diversos.
En las décadas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo se efectuaron en él las primeras repoblaciones forestales por parte de la administración en pequeñas superficies del monte. Se seleccionaron especies frugales, ya que debía prosperar sobre suelos someros con poca fertilidad, y pioneras para soportar la intensa insolación. El resultado de aquellas plantaciones son las pequeñas teselas de pinar de pino carrasco que hoy podemos encontrar.
Aproximadamente, tan solo un 30% de la superficie del monte es apta para el desarrollo de la vegetación. El 70% restante está formado por zonas en donde la roca es predominante, canteras y áreas urbanizadas. El matorral es el tipo de vegetación con mayor superficie en la zona, con un 25%, al que le sigue el pinar con un escaso 5%.
Respecto a las especies arbóreas predomina claramente el pino carrasco, procedente de repoblación y de regeneración natural.
La encina es muy escasa. El pino carrasco tiene una gran facilidad para colonizar rasos a partir de las semillas de árboles próximos ya que se trata de una especie con un gran poder colonizador debido a su frugalidad, a no ser especie vecera y a tener un piñón muy volador y de gran poder germinativo.
La encina, por el contrario, progresa a partir del rebrote y la llegada de bellotas, más pesadas, transportadas por la fauna. Además de por la propia naturaleza de la estación (especialmente suelo, precipitación e insolación), el desarrollo de la vegetación está condicionado por el aprovechamiento ganadero.
Actualmente la vegetación predominante en el monte está formada por pastizales y matorrales de diferentes especies que son la base para una interesante comunidad faunística de la que destacamos varias especies emblemáticas del espacio, el caracol, localmente conocido como la chapa (Iberus gualtieranus gualtieranus), la mariposa del espantalobos (Iolana iolas) y la mariposa Plebejus hespericus, conocida como la Niña del Astrágalo. Recientemente la cabra montés (Capra pyrenaica) ha colonizado la sierra, habiendo en la actualidad una población en crecimiento.
Son estas especies animales las que van a sufrir en mayor término las consecuencias de los sucesivos incendios.
El caracol Iberus gualterianus gualterianus, tiene en Sierra Elvira una de sus cuatro poblaciones conocidas. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera a esta especie como “Casi amenazada (NT) y está catalogada como “En peligro de Extinción” en el Libro Rojo de los Invertebrados de Andalucía (Arrebola & Ruiz-Ruiz, 2006). Las principales amenazas que ponen en peligro su conservación son: la destrucción de su hábitat, el calentamiento global y la acción directa del ser humano, mediante la recolección de ejemplares con fines gastronómicos fundamentalmente. Es el fuego uno de los elementos que contribuyen a la destrucción del hábitat que ocupa este gasterópodo en Sierra Elvira.
Iberus gualterianus gualterianus, la chapa de Sierra Elvira. Fotografía: José Manuel Peula
Aunque son muchas las especies de lepidópteros que vuelan en esta sierra, hay dos especies que hacen a Sierra Elvira un “punto caliente” en la conservación de la biodiversidad. La primera de ellas responde al nombre científico de Plebejus hespericus. El insecto en cuestión es una pequeña mariposa que no llega al centímetro y medio de envergadura, de color azul celeste si es macho, y color castaño uniforme, la hembra. Es fácil en primavera ver a estas mariposas revoloteando alrededor de los astrágalos (Astragalus alopecurioides), leguminosas de bonitas flores amarillas que crecen en los claros y las zonas alteradas del encinar, sobre las cuales las hembras depositan sus huevos de donde eclosionan pequeñas orugas que se alimentan de sus hojas hasta que éstas empiezan a agostarse a principios de julio, lo que obliga a las orugas a entrar en un período de inactividad de ocho meses que comprende una estivación seguida de hibernación.
Plebejus hespericus, la niña del astrágalo. Fotografía: José Miguel Barea
También en primavera, pero más tardía, vuela otra escasa y localizada mariposa llamada Iolana iolas. Se trata de un lepidóptero de color azul con una envergadura cercana a los dos centímetros, que la coloca entre las mayores de su familia a nivel europeo. Incluso los ejemplares de Sierra Elvira suelen ser de un tamaño ligeramente mayor que el resto de sus congéneres, lo que ha valido para que el granadino Fidel Fernández-Rubio describiera una nueva subespecie que nombró como saritae en 1973. Esta codiciada mariposa vuela alrededor de los espantalobos (Colutea atlantica), arbusto con característicos frutos en forma de vaina que encierra las nutritivas semillas que sirven de alimento a sus orugas, las cuales prefieren pasar los rigores invernales en forma de crisálida para emerger como mariposas en la primavera siguiente.
El porqué de la vulnerabilidad de estas mariposas hay que buscarlo en el hecho de ser especies monófagas, es decir, que sus orugas se alimentan de forma exclusiva de un solo tipo de planta y por tanto su supervivencia está estrechamente ligada al futuro de dicha planta. De ahí, la sensibilidad de estas especies a la alteración de su hábitat y en consecuencia la importancia de proteger Sierra Elvira.
El águila perdicera (Aquila fasciata) está dentro de la categoría Vulnerable en el Catálogo Andaluz de Especie Amenazadas por lo que se deberán tomar medidas para facilitar su conservación y dispersión. Entra las más recomendables están evitar realizar actuaciones cerca de las zonas de nidificación durante los meses de enero a junio y mantener árboles viejos o muertos que puedan ser usados como posaderos.
Según la cartografía oficial dos son los Hábitats de Interés Comunitario (HIC) presentes en el monte: matorrales de sustitución termófilos, con endemismos y pastizales vivaces neutro basófilos mediterráneos. Los primeros son comunidades de matorral con un marcado carácter termófilo, caracterizados por un alto grado de endemicidad, tanto de las especies que las componen como de la propia formación en sí. Entre ellas encontramos formaciones exclusivas de serpentinas y peridotitas, de dolomías o de calizas. Las comunidades que componen este HIC se caracterizan por constituir una etapa de sustitución dentro de formaciones seriales. Los segundos son pastizales de gramíneas vivaces duras y amacolladas, xerófilos, termófilos, generalmente basófilos o neutros, de talla generalmente elevada, profundamente enraizados, entre los que se incluyen espartales, albardinales, lastonares y cerrillares.
Se desarrollan en suelos medianamente profundos, a menudo pedregosos superficialmente, ricos en bases, calcáreos, yesíferos, dolomíticos, o ultramáficos, que no están sometidos a procesos de salinización ni hidromorfía temporal. Estas formaciones tienen un papel fundamental en la fijación del suelo y la lucha contra la erosión, constituyendo en muchos casos, etapas primocolonizadoras dentro de las series de bosque o matorral alto. Entre las especies características que los componen están Stipa tenacissima, Festuca scariosa, Brachypodium retusum, Hyparrhenia hirta, etc.
Los montes que se encuentran en Sierra Elvira generan una serie de usos que incluyen el forestal protector del suelo y la biodiversidad, regulador del ciclo hidrológico y fijador de carbono, en todos los terrenos cubiertos de vegetación más o menos densa; el cinegético; el ganadero, especialmente en los herbazales y matorrales, y en menor medida en la superficie arbolada; el uso recreativo deportivo, especialmente en las sendas del monte, en menor medida en sus grutas; el turístico, principalmente en el entorno a la Ermita de los Tres Juanes; el uso científico, en la superficie incluida en el BIC Medina Elvira y el uso minero en las canteras activas.
Todos ellos, a su vez se han visto afectados en mayor o menor medida por los fuegos, los cuales tienen su origen en el mismo punto.
Sombreados de los diferentes incendios acaecidos en Sierra Elvira desde 2002.
Sombreado en amarillo, superficie afectada en el incendio de 2022; en rojo, la superficie afectada en el último incendio; en naranja, superficie quemada en los dos incendios.
La imagen de satélite obtenida por SENTINEL el pasado miércoles 24 de julio, y que representamos en la figura adjunta, muestra el índice de vegetación derivado de observaciones en imágenes de percepción remota llamado NDVI. Se basa en la relación entre la cantidad de luz reflejada (reflectancia) por la superficie terrestre en dos regiones del espectro electromagnético, luz roja e infrarroja (infrarrojo cercano). Valores bajos de luz reflejada en el color rojo, combinados con alta reflexión en el infrarrojo, indican una mayor actividad fotosintética o cantidad y densidad de plantas verdes. Las diferentes intensidades del verde representan mayor o menor actividad, mientras que las manchas blancas representan actividad nula.
En el otro mapa que acompaña al texto, podemos ver en color amarillo la superficie afectada por el incendio de 2022, mientras que en rojo aparece la superficie afectada por este último incendio. En naranja, la superficie que se ha quemado dos veces. Si superponemos ambas figuras comprobamos que las zonas donde no hay actividad fotosintética, coinciden con el área que se ha calcinado las dos ocasiones.
Imagen satelital (SENTINEL) del pasado miércoles 24 de julio. Índice NDVI, WhatsApp actividad fotosintética.
No podemos pretender que Sierra Elvira esté cubierta por un extenso bosque verde. No hay suelo ni tiene capacidad para ello. Aunque son muy valiosas las opiniones que aquella misma noche del incendio, proponían la reforestación inmediata, la limpieza del monte o la creación de zonas verdes ordenadas en Sierra Elvira, ya que nacen desde la impotencia y el dolor de ver como se quema tu sierra, nuestro monte cuenta con un plan técnico de ordenación. En el plan se recogen las actuaciones que hay que ejecutar para que éste proporcione beneficios ecosistémicos a la comunidad.
Hay que conservar y mejorar la capacidad del monte para prestar las funciones de protección física y biológica mediante la conservación de la vegetación en las mejores condiciones posibles. Hay que ejecutar actuaciones que no pongan en peligro las especies animales e , la limpieza del monte o la creación de zonas verdes ordenadas en Sierra Elvira, ya que nacen desde la impotencia y el dolor de ver como se quema tu sierra, nuestro monte cuenta con un plan técnico de ordenación. En el plan se recogen las actuaciones que hay que ejecutar para que éste proporcione beneficios ecosistémicos a la comunidad.Hay que conservar y mejorar la capacidad del monte para prestar las funciones de protección física y biológica mediante la conservación de la vegetación en las mejores condiciones posibles. Hay que ejecutar actuaciones que no pongan en peligro las especie viven en el territorio y sobre todo hay que prevenir para que esos incendios, todos con un mismo origen, no supongan una amenaza para la biodiversidad elvirense. Eliminación de vertederos y creación de franjas cortafuegos en el perímetro de la sierra se consideran imprescindibles para que Sierra Elvira siga estando viva.
José Enrique Granados Torres (biólogo); Jaime Medina Achirica (ingeniero de montes); Antonio Castillo Marín (ingeniero de montes).
FOTO:https://ca.wikiloc.com/rutes-senderisme/sierra-elvira-22371065