21 septiembre 2024

La cultura no es algo de solitarios, algo individual. La cultura es colectiva, más aun la que sirve de base y apoyo, de cimientos para un pueblo, para una sociedad.

La que trae y proyecta lo que fuimos, lo que somos y lo que podríamos ser. Pero esto, a determinada clase política, que suele estar llena de gentes poco próximas a la cultura, a quienes no interesa que la ciudadanía beba de fuentes más allá del fútbol y de los discursos hueros, baladíes, llenos de palabros indescriptibles y ofensivos, de frases en las que se repiten cuestiones, frases, dichos, dimes y diretes descontextualizados y arengas sin sentido, sin apoyos racionales, que solo llevan a buscar votos para los que intentan imponer sus criterios, que solo son sus pensamientos e intereses, la cultura como bien común no es interesante, porque permite conocer, crecer, cuestionar, pensar, criticar, racionalizar.

Y a eso no hay gobernante que se apunte. No interesa una sociedad que piense, por eso los romanos inventaron el pan y el circo, mientras que los griegos inventaron las ágoras y las bibliotecas. A nosotros nos llegó la cultura romana e impregnó los sentires de los mandatarios de nuestra sociedad, aunque otros aspectos de aquella cultura los han hundido entre los restos arqueológicos que están abandonados a ver si el tiempo, el clima y los vándalos los hacen desaparecer.

Menos gastos y capacidad de enviar la pasta a otros espacios más lucidos. Pero sabemos que todos no son iguales. Y eso es lo que nos queda, pan y fútbol. Menos mal que luego llega la selección y no trae algunas alegrías

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