Adrián Godás, economista: “La edad de la minería no ha hecho más que empezar”
El autor del libro ‘Bajo Tierra’ considera que la lucha contra el cambio climático va a disparar la actividad minera para desarrollar las tecnologías “verdes”
Aunque en Europa se habla mucho de economía circular y de cómo reducir el consumo de recursos naturales, para el economista gallego Adrián Godás (O Carballiño, 25 años), la realidad es que la lucha contra el calentamiento del planeta va a requerir extraer de las minas más metales que nunca para desarrollar las tecnologías “verdes”. Este precoz especialista en finanzas, que en su tarjeta de visita se presenta como Lord Excavadora, acaba de lanzar Bajo Tierra (Editorial Arpa), un libro en el que se adentra en el opaco mundo de las minas. “La minería es una representación de nuestras propias contradicciones. Anhelamos descubrir nuevas tierras y desenterrar tesoros, pero al mismo tiempo la codicia y la ambición desenfrenada pueden conducirnos a la explotación y al abuso”, asegura.
Pregunta. ¿Cómo alguien de su edad y de fuera del sector ha conseguido adentrarse en un mundo tan complicado como el de las minas?
Respuesta. Siempre he sido bastante precoz, para todo en la vida. Es verdad que hay ciertas reticencias hacia el nuevo que llega de fuera, sobre todo en un sector pequeño como este en el que después de unos años conoces a todo el mundo. A los que llegan nuevos se les suele llamar turistas. Pero incluso más que por la edad, encontré más reticencias por el hecho de ser español, porque casi todo lo que es la minería, a nivel directivos y capitales, pasa básicamente por Australia y Canadá, un poco Londres, por la parte de fondos, y EE UU. Si aparece alguien que no es de ninguno de esos países llama bastante la atención, pero al mismo tiempo si creen que eres interesante, también es posible hacerse un hueco. Leo mucho, voy a muchas conferencias y he conocido a mucha gente. Así, a través de amigos, he podido visitar minas por todo el mundo y he llegado a trabajar para algunas de ellas.
P. En el libro habla de minería, pero también mucho de transición verde.
R. Es muy simple: sin minería, no habrá transición energética alguna. No hay otra alternativa. Los coches eléctricos necesitan un montón de litio; los aerogeneradores de los eólicos llevan muchas tierras raras, como el neodimio; todo lo que sea eléctrico lleva cobre; todos los microchips, semiconductores, se basan en estaño, que es como el pegamento que une los procesadores. La minería es absolutamente inevitable. De ahí la paradoja que vive el sector: queremos hacer transición para todo el mundo y que sea barata, pero a la vez no queremos minar, porque es sucio.
P. Asegura que la minería va a crecer mucho.
R. Sí. La edad de la minería no ha hecho más que empezar. Creo que va a haber una oleada de inversiones masivas en el sector y que, posiblemente, en los próximos 20 años vamos a tener que minar más que en toda la historia humana junta.
P. Sin embargo, todo este mundo de la minería parece hoy muy alejado de las sociedades occidentales. De hecho, usted afirma con ironía que hoy hay mucha gente que piensa que sus dispositivos móviles se crean en las tiendas de telefonía.
R. Totalmente, la mayoría de las personas consideran también que los coches vienen de las fábricas, pero para sacar el níquel de una batería posiblemente se hayan quemado zonas de selva tropical en Indonesia para abrir minas. Con el níquel está sucediendo ahora mismo en Indonesia lo mismo que pasó con el aceite de Palma.
P. ¿La escasez de litio o de cobre pone en peligro la transición a las tecnologías verdes?
R. Desde hace un año, sobra el litio. El precio se multiplicó por más de siete entre 2021 y 2023, y ahora ha colapsado un 80%, en este momento, sobra muchísimo litio. Los recursos no dejan de utilizarse porque se agoten. La edad de piedra no se terminó porque se acabaran las piedras, sino por las mejoras tecnológicas y la sustitución de materiales. Yo no creo que vaya a faltar el litio o el cobre, otra cosa es el precio al que haya que pagarlo. Al final, son ciclos: aumenta la demanda, lo que provoca que suban los precios, esto hace que las empresas en el sector ganen mucho dinero y que todas las mineras se vuelven locas para seguir explorando, e inevitablemente la capacidad acaba superando la demanda y los precios caen, reequilibrándose el mercado y volviendo a empezar de nuevo.
P. ¿Qué cree que va a pasar con los precios?
R. El cobre posiblemente va a haber que pagarlo caro para poder contar con suficiente. El litio es más abundante, pero el cobre cada vez es más raro y para abrir minas hay que ir a sitios cada vez más recónditos, en los Andes, en Argentina, en Zambia. El litio va a depender de sus ciclos, habrá ciclos de precios más altos y otros en los que serán más bajos, pero a nivel general, no hay que temer demasiado a que se agote.
P. ¿Cuál es la situación hoy del coltán y el tantalio utilizado en los teléfonos móviles?
R. El coltán, que es columbita y tantalita, de ahí viene el nombre de col-tan, interesa fundamentalmente para la obtención del tantalio, un material con unas propiedades físicas espectaculares clave para la miniaturización de dispositivos electrónicos. El tantalio es un metal muy raro, que apenas se encuentra en la corteza terrestre en dos partes por millón, y de los pocos lugares donde se ha hallado de manera muy abundante es en la República Democrática del Congo (DRC). Tras la reforma Dodd-Frank y distintas leyes que se han ido sacando, hoy se pone mucho más énfasis en la cadena de suministro y el origen de los minerales, la situación ha mejorado mucho. Ahora bien, la realidad es que hay muchos traders [intermediarios] chinos que esto al final les da bastante igual y resulta fácil de trampear. El tantalio se suele asociar a minería ilegal y financiación de grupos armados en DRC, como el M23. ¿Qué hace alguna gente? Simplemente, se lo vende ilegalmente a traders en Ruanda. Si el tantalio es de Ruanda, entonces ya está limpio, porque ahí no hay conflicto.
P. ¿No hay forma de controlar mejor el origen de los minerales?
R. Aunque se intentase con todas las ganas, es muy difícil. No se puede vigilar toda la cadena, son zonas de selva muy aisladas y hay muchísimos intermediarios. Yo creo que el tema del tantalio mejorará un poco con los años por la minería de litio, porque hay muchas pegmatitas de litio que contienen también tantalio. Es previsible que en Australia y otros países que van a producir mucho litio se pueda recuperar tantalio.
P. Antes ha comentado el grave problema con el níquel en Indonesia, pero también está produciendo un gran impacto la minería de estaño.
R. Lo del estaño en Indonesia es espectacular. La primera vez que leí sobre ello fue en un informe que hablaba de minería offshore en Indonesia. ¿Cómo que minas offshore? Cuando busqué imágenes me encontré algo increíble. El epicentro está en la isla de Bangka, cerca de Sumatra. Son sobre todo pescadores independientes con una bomba de jardín y unas mangueras, que remueven el fondo del mar y aspiran el lecho marino para extraer casiterita. Pero también hay una empresa semiestatal PT-Timah, que usa grandes dragadoras para hacerlo a mucha mayor escala. Trituran la roca del lecho marino, suben el material machacado para filtrarlo y luego vuelven a tirar todos los desechos al mar. Las consecuencias ambientales en la isla ya son catastróficas.
P. Aún así, asegura que el sector de la minería ha mejorado mucho su gestión ambiental.
R. Por lo general, esto ha mejorado mucho, la minería actual es muy distinta a la del pasado. Pero también hay minas buenas y minas malas. No solo para el medio ambiente, sino también con las comunidades locales y los gobiernos.
P. Pero al mismo tiempo afirma que el sector está lleno “de piratas”.
R. Sí, pues es un sector con grupos mineros muy grandes, al que se suman luego muchas empresas muy pequeñas, más de mil, con una capitalización muy pequeña, que viven de captar fondos, de ampliaciones de capital, y que son, en ocasiones, muy poco profesionales.
FOTO: El economista gallego Adrián Godás.Daniel Cabanas
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