«El carril ciclopeatonal» por Juan de Dios Villanueva Roa
Iba ser en un suspiro. Las gentes podrían pasear, correr, pedalear si quisieran entre Armilla y el PTS utilizando el pasadizo que movió autopistas, que rompió moldes.
En nada de tiempo no sería obligatorio ir en coche o en metro de un lado hasta otro. Pero en realidad era un sueño. Casi pesadilla aunque aún no haya habido desgracias, la gente aún conserva el sentido común para algunas cosas. El mismo que le sigue faltando a determinada clase política que usa su poder administrativo para dañar a las personas, a sus votantes y al otro, aunque sea un ente gobernado por quienes no son ellos.
Me refiero al carril ciclopeatonal que lo llaman; solo falta la parte central que coincide con las rotondas de acceso al Centro Comercial Nevada, ese templo de los nuevos tiempos. Parece que las administraciones de ambas partes se han puesto de acuerdo en dar la pincelada última, pero ahora toca de nuevo la parte burocrática. Ahí estamos perdidos, para unas decenas de metros se tardarán cientos de días, más luego recuperar las obras, y después colocar luces, asientos, bebederos de agua, elementos de seguridad y, lo más importante, ordenarse para la foto de la inauguración, a ver dónde se coloca cada uno de los culpables del retraso, y luego los demás.
Entre tanto, los materiales para terminar pasarán otro invierno más viendo cómo las hordas de gentes suben y bajan del metro para ir al templo, cómo los miles de coches buscan refugio en sus aparcamientos, como algunos se llenan los bolsillos mientras otros ven cercenadas sus caminatas por la indigencia mental de quien siempre tiene la culpa en y hacia la provincia de Granada.
FOTO:Las obras del carril ciclopeatonal han llegado a su fase final. Pepe Marín